VALÈNCIA. En la mitología nórdica Ragnarok significa “el fin del mundo”, el Apocalipsis. Sin embargo, para Taika Waititi, el responsable de llevar a la gran pantalla el tercer episodio independiente de la saga del aguerrido guerrero, significa renacimiento: la destrucción de lo viejo y el renacer de lo nuevo.
Después del fracaso de la anterior entrega, Thor: El mundo oscuro (2013), los creadores decidieron darle un nuevo enfoque al personaje y a todo el universo que se había configurado a su alrededor. Y de paso, quitarle trascendencia y adaptarlo a la tendencia más fresca y desenfadada abierta por Iron Man y Guardianes de la galaxia, que demostraron que el espectáculo no estaba reñido con la diversión, el humor y la risa.
Marvel buscaba un director original y diferente, que aportara esas dosis de desinhibición al conjunto, y se fijaron en Taika Waititi, habitual de la escena indie norteamericana que había llamado la atención con películas como Boy (2010), el excepcional y tronchante mockumentary Lo que hacemos en las sombras (2014) y la más reciente Hunt for the Wilderpeople, a la caza de los ñumanos (2016) (lanzada hace unos meses en formato doméstico). No había hecho ninguna película a una escala tan grande, pero a los responsables no pareció importarles: necesitaban muchas ideas, aunque fueran muy locas, imaginación, y un poco de descaro para renovar la franquicia desde sus cimientos. Así, Waititi se introdujo en el proyecto desechando casi en su totalidad el material anterior para configurar una película independiente. Sin perder de vista, claro está, que debía estar conectada inevitablemente con el universo de Los Vengadores.
Una de las posturas iniciales fue desvincular a Thor del elemento terrestre y derivar sus aventuras hacia la más pura space opera. A partir de ese momento, el director y su equipo creativo pudieron diseñar el look de la película vinculándolo con la nostalgia ochentera. El rock, el glam y la psicodelia se encuentran muy presentes tanto en la estética de la película como en la creación de los nuevos personajes. Y no resulta casual la introducción de una canción de Led Zeppelin en la banda sonora de la película.
El propio director ha afirmado que con esta película quería realizar su particular homenaje a Flash Gordon, porque creció viéndola y le gustaba su toque retro-pulp y su esperpéntico colorido. También a la banda Queen y a Freddy Mercury, quien hubiera sido la persona indicada para hacer el score. Estas referencias le sirvieron a Waititi también como declaración de intenciones a la hora de conectar su película con el espíritu lúdico y juguetón de las películas ochenteras en las que los héroes del espacio no se tomaban tan en serio a sí mismos.
Otra de sus principales influencias proviene, como no podría ser de otra manera, del universo del cómic, en especial del maestro Jack Kirby. Tenían que crear un nuevo escenario, la ciudad de Sakaar, donde va a parar Thor y su hermano Loki cuando son desterrados de su propio planeta por su pérfida hermana Hela. El diseño de este nuevo emplazamiento se inspiró directamente del cómic de Jack Kirby, uno de los creadores de Thor junto a Stan Lee en 1962.
Precisamente en Sakaar encontraremos a uno de los nuevos y más chalados personajes de todo el universo Marvel hasta el momento, el interpretado por Jeff Goldblum, que encarna al Gran Maestro, un tiránico líder que se divierte organizando batallas de gladiadores como si fuera un Emperador romano en el Coliseo y poniendo música a sus súbditos con su equipo de disc jockey.
Ni siquiera la villana de la función (la primera de todo el universo Marvel) se libra de la caricatura más chiflada. Cate Blanchett se lo pasó en grande interpretando a la diosa de la muerte y la destrucción e hija de Odín, Hela. Es siniestra y malvada, pero también tiene su punto travieso. Waititi quería que rompiera con los estereotipos, que fuera bella, femenina, sexy y claro, inevitablemente con delirios de grandeza. Son muchos los que dicen ya que su aspecto parece el de una drag queen.
Otro de los personajes femeninos potentes es el de Valkiria que encarna Tessa Thompson (la hemos visto en Creed y en la serie Westworld), un auténtico descubrimiento. Se trata de una mujer fuerte y poderosa, una diosa mitológica reconvertida en cazarrecompensas con un toque muy canalla que se convertirá en el contrapunto de Thor.
Lo que no ha cambiado en esta tercera entrega es la capacidad de Tom Hiddleston con su ya célebre personaje de Loki de convertirse en el perfecto robaescenas de la función, con su toque sibilino e imprevisible, ruin, pero al mismo tiempo irresistiblemente encantador.
El nuevo Thor ha conseguido aunar una mezcla arrolladora que conjuga épica, sentido del espectáculo, aventuras, fantasía multicolor y puro entretenimiento cósmico. Un cóctel ganador que además se beneficia de esa sensación que desprende de descaro a la hora de aunar ideas caóticas entre sí de una explosiva creatividad.