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VALÈNCIA A TOTA VIROLLA

Todo lo que el antiguo Túria no divide (aunque en la margen derecha se envejece y se cobra más)

¿Qué sucede cuando se divide València a través de sus dos mitades fluviales? En contra del clickbait, la respuesta es que apenas se dan alteraciones en sus indicadores principales. Salvo algunas cosas

14/10/2023 - 

VALÈNCIA. El Jardín del Túria, que ya ha superado los 35 años de vida desde su consagración como espacio verde y colectivo -a partir de ese discernimiento original entre el desarrollismo y el desarrollo- integra más que divide. Aparentemente no cambian demasiado las cosas de vivir en una margen respecto a otra, más allá de algunos biorritmos distintos que se deducen de la propia génesis de la ciutat: en la margen izquierda era donde dormían los reyes, también donde los tratantes esperaban, ‘a la luna de València’, antes de que abriera cada mañana las puertas de Serranos. También desde donde algunas señoras rimbombantes anunciaban aquello de ‘me voy a València’, aunque solo tuviesen que cambiar de orilla, unos metros más allá.

La demostración de que el cerebro de València no piensa en orillas fluviales pasa por sus propios indicadores. Con constancia Rafa Lahuerta ha insistido en mostrar a la ciudad como un lugar de río que en su mayoría prestaba poca atención al mar porque estaba, tan simple, frente a su cauce: “durante 2.000 años esta ha sido la ciudad del Túria”, podría clamar Lahuerta sujetando solo esa pancarta. Sugiere que la novedad total de ser una urbe divorciada de su carácter fluvial llevará pronto a olvidar que por aquí enmedio pasaba un río.

Las dos mitades de la naranja que fragmentan -sin hacerlo propiamente- la ciudad entre la margen izquierda y la margen derecha del viejo Túria se parecen tanto que, de existir dos ‘valencias’, habría que encontrarlas en divisiones distintas. Como si la concatenación de puentes hubiera sellado las dos partes hasta hacerlas solo una. El crecimiento urbano como una mancha de aceite salpicando la huerta, contribuyó a rebajar los condicionantes de tener dos orillas como un tejado a dos aguas.

Foto: KIKE TABERNER

La edad en la orilla izquierda y en la orilla derecha

Hay en cambio un factor que delimita sutilmente: el envejecimiento. La edad media de la población -en constante aumento- se acentúa en la margen derecha. Allí (con los distritos de Ciutat Vella o l’Eixample hasta l’Olivereta o Patraix) se alcanzan los 45,3 años de edad, según la actualización del padrón en 2022. En la orilla izquierda (con distritos como Benicalap, Pla del Real, Rascanya o Saïdia), se rebaja a 44,5

Es coincidente con el índice de envejecimiento. La relación entre población mayor de 64 años sobre menor de 16 se desborda al 166 en la margen derecha, por 154 en la izquierda.

De manera consecuente la margen derecha apenas ha sumado 500 habitantes en los últimos 30 años, mientras que la izquierda ha incrementado su masa ciudadana en cerca de 3.500. 

Factor Rascanya y Benicalap

El desequilibrio a favor de la margen izquierda del viejo Túria viene dado especialmente por Rascanya (Orriols, Torrefiel, Sant Llorenç) y Benicalap, que insuflan las mayores crecidas poblacionales: 9.500 y 10.800 habitantes más. La orilla derecha, aunque Quatre Carreres y Patraix (ambas con subidas superiores a los 6.000 habitantes) sirven de empuje, queda lastrada por la pérdida de Extramurs -bordeando las 7.000 personas menos en las tres últimas décadas-, de l’Eixample -bajada de 4.200- o l’Olivereta -menos 2.700-.

Rascanya y Benicalap también determinan el desequilibrio en la renta anual media por habitante. Llevan a la margen izquierda del Túria a quedarse en 13.790 euros por habitante. La derecha, en cambio, alcanza los 14.636 aupada por dos de los tres distritos más ricos: l’Eixample (20.299) y Ciutat Vella (19.009). Si bien la margen izquierda conserva el segundo distrito más rico (Pla del Real, con 20.207), dispone de tres de los farolillos rojos: Pobles de l’Oest (10.843), Benicalap (11.520) y Rascanya (11.388).

Benicalap y Rascanya se convierten así en los principales decisores: los menos envejecidos, los que más crecen, los que menos renta atesoran. Una relación de indicadores poco casual.

Son, en cambio, una de las pocas alteraciones entre dos mitades fluviales que tienden a diluirse. Desde la margen izquierda ya no hay que decir ‘me voy a València’. Si alguna vez fue una ciudad separada por un río, progresivamente queda menos rastro de esa brecha. 

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