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MEMORIAS DE ANTICUARIO

València y valencianos en el el Prado del bicentenario


25/11/2018 - 

VALÈNCIA. La mejor pinacoteca del mundo celebra su cumpleaños por todo lo alto y como lo merece. Son ya 200 años a lo largo de los cuales ha logrado esta posición de privilegio. El Museo del Prado inició su andadura en el año 1819, en el edificio neoclásico diseñado por Juan de Villanueva en 1785 y con una colección de trescientos cuadros que provenían de lo que fueron las colecciones reales, y posteriormente enriquecido con numerosas donaciones, legados y adquisiciones. Se trata de un museo para estar orgullosos, pues reúne en sus salas la sucesión de obras maestras por metro cuadrado más importante del mundo. Además, el estado de conservación de la colección es verdaderamente ejemplar. En su bicentenario podemos felicitarnos de que sea un valenciano, Miguel Falomir, quien rige los designios de la institución. El Prado se conoce por primera vez de niño, se descubre de verdad cuando se le pasa a uno la “edad del pavo” y a partir de ahí nace un idilio del que uno ya no se cura porque es un museo interminable. A partir de ese instante se revisita todas las veces que hagan falta y nunca hay dos visitas iguales. Una vez más, hay otros mundos, pero están en este.

 Existen centenares de ensayos, artículos y libros que describen este museo, algunos de forma magistral como, por citar uno, Tres horas en el museo Del Prado escrito por Eugeni D´Ors “Madrid tiene abriles exquisitos y un sin par museo” afirmaba cuando salió la primera edición. Hablar de sus archiconocidas obras maestras es un ejercicio de concisión imposible y poco tengo que aportar al respecto, así que a estas alturas es más interesante bucear en la medida en que nos es posible en cuestiones más concretas  y cercanas de este universo pictórico. El museo del Prado permite una infinidad de miradas distintas. A uno se le ocurre un tema y puede bucear en la representación del mismo en las pinturas del museo, como pude comprobar hace unos meses en una charla que dio, en la misma pinacoteca, el botánico y estudioso del museo Eduardo Barba, sobre algo tan fascinante como el estudio e identificación de las especies botánicas que aparecen diversas obras de la pintura flamenca del siglo XVI. El estudio de poco más que cinco cuadros, dio para más de una hora de conferencia.

José de Ribera, Apolo y Marsias.

Valencianos en el Prado

Podemos tener una idea de lo que ha sido el arte valenciano a través de los siglos con una visita al Museo de Bellas Artes de València, pero obtendremos una visión más objetiva si la visita la realizamos al Prado, puesto que la selección se realiza de entre lo mejor de lo mejor del arte europeo de los últimos siete siglos. Hay que concluir que la imponente colección, expuesta a los ojos del mundo entero, está salpicada de nombres valencianos a lo largo y ancho de todos los períodos artísticos desde el último Gótico hasta las primeras décadas del siglo XX. Imposible hacer una enumeración exhaustiva, aunque sí haremos referencia a los más relevantes.

 No es una exageración si digo que cuatro artistas valencianos se sitúan en lo más alto de cuatro momentos artísticos esenciales del arte español: Juan de Juanes como gran pintor del Renacimiento (aunque todavía no le ha dedicado una exposición por increíble que parezca). El Prado expone (salas 51 y 52), entre otras obras suyas, un conjunto de tablas de entre las que destaca la serie dedicada a la vida de San Esteban y que formaba parte del retablo alojado en la iglesia homónima del barrio de la Seu Xerea, hasta que un infausto día de 1801 el rey Carlos IV en visita a nuestra ciudad decidió que esas tablas juanescas debían ir a la corte en Madrid. El museo atesora un total de quince óleos y dos dibujos de Juanes y del padre de este, Vicente Macip, cuatro. Como gran representante universal del tenebrismo está, cómo no, José de Ribera 'El Spagnoletto', quizás el nombre más universal de la pintura valenciana y en mi opinión estaría en entre los diez mejores pintores de entre los maestros antiguos. Nacido en Xàtiva en 1591, llevó a cabo la mayoría de su carrera en Italia cuando esta era parte de la Corona Española. Nunca quiso que se olvidaran sus raíces, aunque fuera desde la península itálica y firmaba muchas de sus obras con el citado apodo. 

El Prado dedica a Ribera las salas 8 y 9, dos de mis favoritas del museo, aunque no expone toda la colección del pintor porque atesora una setentena de óleos, varios dibujos y aguadas y algunos aguafuertes, técnica de la que fue un consumado maestro. Del período del último Neoclasicismo académico es Vicente López Portaña, pintor del Rey y uno de los artistas españoles más importantes del momento del que el museo tiene excelentes obras de entre las que destacaría, en la sala 75, el exquisito cuadro 'Carlos IV y su familia homenajeado por la Universidad de València' , en la visita que realizó a la ciudad en el año 1802. La universidad literaria que por entonces estaba en la calle de la Nave regaló al monarca esta obra en la que se presenta a la institución valenciana como una matrona y sus hijas que son los diversos estudios. Contemporáneos de López son los también valencianos Mariano Salvador Maella del que El Prado de casi ochenta obras entre óleos, dibujos y grabados, siendo uno de los artistas mejor representados del último tercio del siglo XVIII y José Camarón Bonanat del que existen en la pinacoteca nueve óleos y un conjunto de dibujos importante. Ya en las postrimerías del siglo XIX el nombre propio es, evidentemente, el de Joaquín Sorolla. Diecisiete lienzos (salas 60 y 62) del pintor de luz, de entre los que destacan claramente dos obras maestras: 'Aún dicen que el pescado es caro(1984), un apabullante homenaje al duro y peligroso trabajo en el mar, y sobretodo 'Chicos en la playa' (1908), puesto que el resto son obras secundarias, principalmente retratos. Seguidor ferviente de Sorolla fue Antonio Fillol Granell del que el museo dispone de seis magníficos óleos, cinco de ellos de claro contenido social entre los que están sus obras maestras 'La bestia humana, 'La defensa de la choza' y 'La gloria del pueblo'.

Hace aproximadamente un mes tuvo lugar la presentación de un cuadro restaurado por el propio museo, del pintor valenciano José Garnelo y Alda  (València, 1866- Montilla, 1944), 'La muerte de Lucano'. El magnífico óleo de grandes dimensiones, pintado con a penas veinte años, se hallaba en unas condiciones deplorables hasta el punto de que tenía una falta en su parte derecha por la que prácticamente cabía una persona, además de una docena más de grandes roturas. Afortunadamente el fragmento de lienzo fue hallado y se realizó tan felizmente el “reinjerto” que es inverosímil si se observa el cuadro que faltara ese pedazo, que lo hacía prácticamente irrecuperable. Toda una proeza.

El Prado no solamente atesora un inigualable conjunto de pinturas que cuelgan de sus muros; en sus almacenes se custodia una enorme colección de dibujos, grabados e incluso fotografías. Quizás dada la cantidad de obra de artistas valencianos, no toda expuesta por cuestiones de espacio, debería establecerse un canal de comunicación permanente para la cesión temporal o incluso permanente de obras (lo que en la actualidad se denomina “el Prado disperso”).

Joaquín Sorolla, 'Y aún dicen que el pescado es caro'.

Apéndice: Bartolomé Bermejo y València

Muy recomendable es la visita a la exposición, que dedica el museo hasta el 27 de enero, a la figura enigmática y fascinante de Bartolomé Bermejo (h. 1440-h. 1500) del que tanto la fecha de nacimiento como de muerte hay que poner entre interrogantes, es, posiblemente, el mejor artista español de su tiempo. Bermejo, aunque al parecer nace en Córdoba, se dirige a la pujante y cosmopolita València, donde pasa varios años trabajando con los Osona en varios encargos, como socio, con el fin de evitar el control de los gremios y sus restricciones. 

Actual exposición de Bartolomé Bermejo.

Es en nuestra ciudad donde recibe su primer encargo importante, que es nada más y nada menos que el retablo de San Miguel de Tous para el caballero Antoni Joan (impresiona pensar que semejante maravilla se pintara en València en torno a 1568), que hoy en día desgraciadamente se encuentra en la National Gallery de Londres; una de las tres obras maestras del autor junto con el Santo Domingo de Silos entronizado del Prado y la Piedad Desplá de la catedral de Barcelona.

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