VALÈNCIA.- Luis G. Berlanga venía de una familia burguesa de terratenientes y comerciantes y de València. Dos condiciones que sin duda influyeron en su obra cinematográfica. La ciudad estuvo presente en su obra en tanto en cuanto estuvo intrínsecamente ligada a su personalidad, profundamente mediterránea e ilustrada.
Mediterránea por su estilo de vida: alegre, relajado, hedonista y vividor. El buen clima, la cercanía al mar (durante las vacaciones, se refugiaba en su casa de Orihuela, a escaso metros del Mediterráneo), la pirotecnia o la música son aspectos con los que creció y que formaron parte de su obra, más allá de sus intereses particulares. Ese gusto por el placer y la vida también está ligado a su condición ilustrada desde la cuna. Berlanga gozó de unos cuantos privilegios más que las personas que refleja en sus películas.
Durante la Guerra Civil, el joven Luis vivió esos años cruciales como una especie de largas vacaciones y que aprovechó para leer, aprender y adquirir una serie de conocimientos que serán la base de su futuro bagaje cultural. Privilegios y contactos que le hicieron zafarse de participar en la batalla de Teruel, en la que debería haber estado casi al final de la contienda. Meses después, con el fin de salvar a su padre de la pena de muerte y de llamar la atención de un amor no correspondido, Luis se alista como voluntario en la División Azul. Y aquellos meses en Rusia le alejarían de las ideologías políticas.
es curioso ver cómo Guadalix de la Sierra, Andalucía, París, Buenos Aires o la costa italiana fueron protagonistas de sus películas y no lo fue València
Luego la ciudad le volvió a ofrecer cobijo, donde se matricularía en la Facultad de Filosofía y Letras de València con la única intención de jugar en su equipo de fútbol. Allí escribió su primer guion de cine, Cajón de perro, que cuenta la vida de varios señoritos de provincias cargados de planes que nunca llegan a nada, y donde empezó a forjar su estilo a la hora de dibujar el destino de sus personajes. Era un burgués ilustrado pero con debilidad por gran parte de los rituales de la cultura popular de la ciudad. Sentía fascinación por las Fallas, del mismo modo que se declaraba forofo de ‘su’ Valencia CF; y él mismo reconoció que fue en el cine Rialto donde vio el Don Quijote de Georg Wilhelm Pabst, película que le empujó a dedicarse al cine.
Así, en 1947 se trasladaría a la capital para formar parte de la primera promoción de alumnos del Instituto de Investigaciones y Experiencias Cinematográficas (IIEC) para, acertadamente despegar en su carrera como guionista y director. Algo que todavía ocurre hoy si eres valenciano: o a la capital o a Barcelona o a San Sebastián, pero todavía la ciudad no tiene una escuela de cine reglada en la que formar a futuros realizadores y cineastas que puedan inspirarse en la terreta para escribir y rodar.
Si la experiencia y las preocupaciones personales son cada vez más condiciones sine qua non para la creación artística, Berlanga tampoco se escapaba de esta premisa. Sus películas se nutren de numerosas anécdotas personales, así como de aquello que observaba y que le atravesaba. Sin ir más lejos, su modesta boda con María Jesús Manrique de Aragón se reprodujo en una escena de El Verdugo. Los jueves, milagro está inspirada en hechos reales donde critica la comercialización de las apariciones y eventos religiosos.
También lo estuvo, por ejemplo, Tamaño natural, que reflexiona sobre la soledad después de que Berlanga viviese varios meses en un apartamento en París en compañía de un maniquí articulado. Como también lo estuvieron varios de los guiones que nunca llegó a rodar, inspirados en amigos, viajes y anhelos. Pero es curioso ver cómo Guadalix de la Sierra, Andalucía, París, Buenos Aires o la costa italiana fueron protagonistas de sus películas y no lo fue València (salvo algún cameo puntual, como en París-Tombuctú). La ciudad que le vio nacer nunca fue un personaje central en sus películas, aunque sí lo fue sin duda su folklore, su mediterraneidad.
* Este artículo se publicó originalmente el número 91 (mayo 2022) de la revista Plaza