Las ideas de arquitectos como Lacaton & Vassal por la ‘remediterraneación’ de las viviendas contrasta con la dificultad para concebir nuevos edificios donde los espacios intermedios con el entorno tengan peso
VALÈNCIA. Una casa, un edificio, puede resguardarse hacia dentro, como las alas de un ave, o desplegarse abriéndose al entorno hasta formar parte del mismo. En apariencia València, por sus condiciones naturales, por la importancia del espacio abierto en sus ritmos de socialización, parecería un territorio idílico para una arquitectura que practique esos ‘entremedios’.
En un principio de contradicción, arquitectos como los premios Pritzker Lacaton & Vassal hablan de ‘remediterraneación’ para algunas de sus propuestas icónicas que abren a la luz sus edificios. En cambio, ¿por qué los edificios abiertos al entorno son una excepción en una ciudad de simbolismo mediterráneo como València?
El arquitecto Ricardo Ruiz lo explica a partir de varias razones: “puede ser complicado encontrar ejemplos de arquitecturas residenciales que realmente diluyan intencionadamente los límites entre los espacios públicos y los privativos, por lo menos en una relación que vaya más allá de la captación de luz o de vistas. Creo que la carencia de estas arquitecturas deriva de un conjunto de factores que a su vez están interrelacionados entre sí: la ausencia de la vinculación al espacio público como un valor de mercado en la promoción inmobiliaria privada y también de una normativa que promueva esta relación, la concepción tradicional de seguridad y de intimidad en las ciudades mediterráneas, la escala y densidad de una ciudad como València y el precio del vidrio y las carpinterías en general, privativo en este contexto de precariedad económica”.
Mientras que Lacaton & Vassal -maestros en esa arquitectura abierta- trabajan con las ideas de porches, habituales en formatos como las de las alquerías, el contexto valenciano pone difícil que los edificios se adapten a su propios condicionantes naturales.
El propio Ruiz se detiene en uno de los mejores ejemplos al respecto: el Edificio Cadahia, ubicado en el nº12 de la calle Jaume Roig y obra de de los arquitectos GO.DB (Martínez García Ordóñez y Dexeus Beatty), construido en 1964. “Se trata -apunta- de dos bloques de viviendas exentos, con planta baja libre y ajardinada en los accesos. En las viviendas, todas las estancias se vuelcan hacia el exterior, a una terraza corrida en voladizo que, en conjunción con los toldos, genera un cuerpo de protección solar. Además, el edificio es un lujo en el cuidado de los detalles, así como en la composición y la construcción de las fachadas. En ese sentido, me parece un ejemplo poco estudiado y publicado pero, en cualquier caso, no deja de ser el resultado de una buena aplicación de los preceptos del movimiento moderno en el contexto mediterráneo, sin ir todavía más allá.”
“Otros ejemplos de proyectos en València que, de alguna manera, pienso que tienen una relación especial con el espacio público -sigue Ruiz- podrían ser el ‘Edificio de viviendas para realojo’ en el Barri del Carme del arquitecto Eduardo de Miguel (1998), por abrirse y mirar a dos espacios públicos abiertos en un solar de una geometría tan complicada, y hacerlo con tanta pericia y elegancia o, por poner un ejemplo más contemporáneo, la ‘Casa Reina 125’ de los arquitectos Arturo Sanz, David Estal y Fran López (2018). En este caso, me interesa sobre todo el recorrido hasta el acceso de las viviendas, a través de ese patio semipúblico a cielo abierto de tanta calidad arquitectónica, capaz de otorgar tanta vida a los interiores de las casas”.
El arquitecto Carlos Salazar recuerda como ese tipo de propuestas alineadas a los trabajos de Lacaton & Vassal supone la “recuperación de valores que existían ya en la arquitectura tradicional, con las tipologías desarrolladas en torno a los patios o los familiares corrales que todos hemos conocidos”, en contraposición “a las promociones de edificaciones periféricas en donde se encajona la vida, ellos las abren ofreciendo aire y luz”.
Ese sentido humanista entre la apertura y el repliegue se percibe -señala Salazar- en el edificio de Santa María Micaela, de Artal, esencialmente por “su fachada, compuesta de terrazas”. La normativa actual sobre las terrazas, añade, “es muy estricta sobre su tamaño”, por ello en un proyecto propio han optado por “salones que se abren totalmente al exterior, dejando una barra de protección.”
Salazar recuerda como las actuaciones y el modelo de Lacaton & Vassal proviene de la carestía: “son unas construcciones enmarcadas en la escasez de recursos que provoca soluciones que exprimen al máximo las posibilidades de los materiales y de su relación con el entorno en donde están ubicadas. Se trata de construcciones económicas e inteligentes (…) Lo que en principio viene de una filosofía de aplicar soluciones ingeniosas para resolver la necesidad primaria se torna una herramienta, que da pie a un sistema con su propio lenguaje”. Uno de sus ejemplos más célebres es el Palais de Tokyo, en París.
Maria Donnini y Maria Grifo, arquitectas al frente de Pianopiano, expresan del deseo de que “hubiera futuros proyectos construidos en nuestro entorno en base a esas líneas, con viviendas que cuenten con espacios intermedios casa-calle (aunque privados)”.
Ellas ponen como ejemplo el proyecto ‘Sal al salón’, a partir del concurso de la Conselleria d’Habitatge, y liderado por Nacho Marí al barrio de Tendetes. “Plantean un espacio ampliado que se puede convertir, si lo quieren los vecinos, en un salón compartido donde se establezcan vínculos entre las personas que habitan el edificio, al tiempo que capta luz en el invierno como invernadero y se transforma en terraza fresca en el verano”.
Funciona, dicen, “como una porxada que es un recurso muy habitual en la construcción tradicional mediterránea y valenciana, como un filtro entre el interior y el exterior y deviene como un espacio de sombra y frescura que protege el interior del sol directo. Por su uso nos recuerda un poco al espacio interior de la urbanización l’Ecològica en el Puig, proyectada por Alberto Sanchis con el mismo espíritu comunitario y de uso”.
En el documental Construire l’échappement, a propósito de la vida en varios edificios de Lacaton & Vassal, una de las habitantes habla de ese espacio intermedio añadido a la vivienda hacia el aire libre como “paseo”, usando el término español. Una vida ‘a la fresca’ aparentemente olvidada en uno de sus territorios naturales.