Joan Ribó cede el protagonismo de su discurso a las falleras mayores, siendo la de ayer la primera intervención de la infantil, en un acto centrado en la candidatura a Patrimonio de la Humanidad
VALENCIA. "Willkommen, bienvenue, welcome". No era Cabaret, sino la Crida de les Falles, a la que Alicia Moreno, fallera mayor de Valencia, dio la bienvenida en varios idiomas. La Crida de los cambios. Con la posible catalogación de la fiesta como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad por parte de la Unesco, cuya decisión se conocerá el próximo mes de noviembre, como hilo conductor, el espectáculo quiso reducir en unos pocos minutos el espíritu de las Fallas. No sólo para el mundo, también para el resto de España, pues por primera vez se emitía a través de La 2 de Televisión Española y el canal internacional. Si los espectadores de otras comunidades autónomas entendieron algo es todavía un misterio.
La expectación era máxima. La primera del nuevo equipo de gobierno, la primera en 24 años sin Rita Barberá en el balcón de autoridades, aunque todavía presente en el imaginario colectivo el "caloret" que convirtió a la de 2015 en la Crida más mediática de la historia reciente. Año 1. d. C. (después del caloret), precisamente parece que la intención del nuevo alcalde de Valencia, Joan Ribó, era la de dejar atrás el "fred de l'hivern" con una intervención escueta en la que, a pesar de la brevedad, logró introducir el primer cambio en su tercera palabra. "Valencianas y valencianos". El femenino, primero.
"Después de un año de trabajo llega el momento en que Valencia se transforma al calor de la fiesta y se viste con las mejores galas para ser, aún más, una ciudad abierta y de acogida", dijo Ribó, antes de dar las llaves de la ciudad a las falleras mayores de Valencia. Y poco más, porque la patata caliente -el micrófono- pasó rápido a Sofía Soler, fallera mayor infantil. Por primera vez en la historia la representante de los niños y niñas falleros tuvo la oportunidad de hablar en la Crida. La de Quart de Poblet, además, tuvo palabras para los falleros de fuera del cap i casal. "No quiero olvidarme de todos los pueblos de alrededor, de las comarcas vecinas donde hay un casal y donde se planta una falla", dijo.
Además de por Ribó, las falleras mayores estuvieron arropadas por el resto de la corporación municipal, grupos de la oposición, el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, y representantes de Junta Central Fallera, con su presidente, Pere Fuset, a la cabeza. El broche de oro lo puso el disparo de un castillo de fuegos artificiales y la interpretación de los himnos de la Comunitat Valenciana y una versión reducida del nacional. También hubo críticas para Puig y Ribó, que no cantaron la letra del himno regional, y para algunos de los presentes en la tribuna, que aprovecharon para hacerse selfies durante el parlamento de Alicia Moreno.
La fallera mayor hizo un llamamiento para que la germanor fallera "envuelva a las personas más desfavorecidas y a los enfermos" durante su discurso, en el que pronunció la frase "bienvenidos a las Fallas" en cinco idiomas. Un mensaje directo a la Unesco pero, también, sin olvidar a los falleros, "el pilar más importante de la fiesta, hijos de un pueblo viejo fiel su memoria y que cada año movido por la ilusión consigue conservar una tradición centenaria transmitida de padres a hijos en nuestra querida lengua valenciana".
Aunque Chimo Bayo calentó el ambiente minutos antes, el espectáculo quiso ser un homenaje a los diferentes pilares que forman la fiesta, todos ellos adornados, curiosamente, por dos célebres canciones británicas: Viva la vida, de Coldplay, y Tears Dry On Their Own, de Amy Winehouse. El primero, uno de los grupos favoritos de Isabel Bonig; la segunda, al menos, sí llevaba moño. Referencias a Valencia, al fin y al cabo.
El show se centró en la candidatura de las Fallas a Patrimonio de la Humanidad, un espectáculo audiovisual que se inició con la proyección en las Torres de Serranos del cartel diseñado por Ibán Ramón, que poco después paso a estar cubierto por estampados propios de las telas típicas del traje de valenciana. Creado y dirigido por Manuel Coronado, se utilizaron cuatro proyectores en vertical con sistema blending que en total suman 80.000 Lumen's.
La segunda secuencia del espectáculo fue un homenaje a los cartelistas valencianos. El primero de ellos, José Segrelles, a quien en 1929 la Sociedad Valenciana de Fomento del Turismo hizo un encargo que se ha convertido en un evento anual. Las obras de Vicente Gil (1948), Rafael Contreras (1979) o Domènec Morena (1992) fueron proyectadas en las torres, aunque no fue el único momento de gloria para los ilustradores.
La última secuencia del espectáculo vio como las Torres de Serranos se desmontaban para dar paso a una curiosa falla creada por los elementos que forman parte de la campaña publicitaria creada por Ibán Ramón, monumento al que prendió fuego uno de los personajes del cartel de Segrelles. Se cierra el círculo.
Con una duración de unos 7 minutos, la animación puso su acento protagonista en la recuperación del origen de la fiesta, con un viaje sugerente por su pasado, presente y futuro, desde 'l´estoreta velleta' a la gran fiesta del fuego. Las Torres de Serranos también se vistieron con los rostros de numerosos 'valencianos por el mundo' que enviaron sus fotografías desde diferentes países, escenarios internacionales desde donde posaban con las imágenes de los carteles de Ibán Ramón. Con el uso -o falta de uso- de los símbolos en el punto de mira desde que el gobierno tripartito llegara a Valencia, la Crida cerró el acto con la proyección de una enorme Senyera.