El lunes amanecí con un artículo de Wine Spectator, en el que se decía que las primeras botellas de la cosecha del 19 en Borgoña indicaban que se avecinaba otra añada excelente, la mala noticia era que los precios seguían aumentando y que esta añada ya es la más cara hasta la fecha del siglo
Tras hablar a raíz de estos con algunos colegas, compañeros y profesionales del vino, todos coincidíamos en lo mismo: Borgoña está imposible y cada vez lo va a estar más, con lo que la única opción, el único camino será abrir el paladar a otras zonas, mirar más allá y descubrir variedades, productores y territorios de placer inmediato o de emociones fuertes.
También estas semanas nos hemos encontrado con las puntuaciones de Luís Gutiérrez para la Guía Parker a los vinos de la España Central y el Mediterráneo. Particularmente yo no hago tanto caso de las listas y me fío más de mis instintos, pero hay que reconocer dos cosas. En primer lugar, las buenas puntuaciones recibidas por los nuestros: Enrique y Pepe Mendoza, Javi Revert, Víctor Marqués, Fil.loxera & Cía, Celler del Roure, Mustiguillo, Dussart Pedrón o Curii y Gutiérrez de la Vega, por citar a algunos de los más sobresalientes, avalan el gran momento que vivimos en nuestra Comunitat y el excelente trabajo realizado por los productores locales. Y en segundo lugar, estas puntuaciones son un impulso comercial para ayudar a distribuir nuestros vinos en otros lares, ponerlos en valor y dinamizar un sector que es fundamental en nuestro territorio: el sector de la felicidad. Sirvan estas líneas como disculpa ante ellos. Puesto que quizás, un bebedor, no les ha prestado la atención que debería.
Estas dos noticias entroncar directamente con una pregunta que suelen hacerme amigos y conocidos de forma recurrente: ¿Dónde puedo tomarme un vino esta tarde/noche en València sin que me cueste un Congo? Es cierto que todos sabemos cuáles son los grandes exponentes del mundo del vino en la ciudad. Pepe Ferrer (Ca Pepico), Guillaume Glòries (Entrevins) y Luca Bernasconi (Lebulc), póngalos usted en el orden que prefiera, son bajo mi criterio los tres nombres en cuyos espacios más cariño se le da al vino. Pablo Chirivella (Tavella) y Nacho Romero (La barra de Kaymus) también son dos apasionados con bodegas de ensueño capaces de ofrecerte joyas, pepinos y unicornios. Fantástico es, sin duda también, el espacio y criterio de Pablo Cavieres (Terra à Vins). Entre los discípulos de Luca tenemos a Adrián Gistau (Rodamón). También destaca la labor de Raúl Calatayud (La cepa vieja) o Nicola Sacchetta (Anyora) y Mario Tarroni (L’alquimista) en el apartado de vinos naturales. Amén de los espacios de alta cocina donde las propuestas son tan elevadas como sus precios, grosso modo estas serían las parcelas de seguridad. Los sitios donde sí.
Pero, si lo que quiero es tomarme una copa de vino relajado, sin pretensiones, con una tapita, estoy fuera de las zonas de influencia arriba mencionadas o simplemente quiero conocer sitios diferentes ¿dónde voy? ¿Es posible beber bien en otros lugares? ¿Hay espacio wineloverista para carteras humildes y paladares finos? Para responder a estas preguntas he elaborado un listado de 15 lugares donde poder beber decente, relajado y en cualquier momento. Un listado con diversas opciones y propuestas para todo tipo de perfiles, momentos o compañías. Muchos de ellos han ido apareciendo en Mambo: el podcast con la Agenda Semanal de la Guía Hedonista. Así que puede que algunos ya os suenen, pero como siempre va bien una buena lista, de esas de guardar y revisar en un momento de emergencia, aquí van, por barrios, 15 espacios en los que uno puede alzar la copa, brindar y ser feliz.
Bodegas albarizas
Calle de Antonio Suárez, 29, Bajo 2.
De Albarizas poco o nada se puede decir que no se haya dicho ya. Justo al lado de los cines Babel, es un sitio ideal para tomar unas tostas, que allí se llaman tostarizas, alguna chacina, laterío y quesos. Un lugar para conversar sobre lo divino y lo mundano y dejar que la vida fluya. Puedes comprar botella o ir a copas, donde destacan los jereces. Finos, manzanillas, amontillados, olorosos y palos cortados llenan la pizarra donde se exhiben las referencias por copa.
Pd: Si está Alba, todo mejora considerablemente.
Taberna Teca
Calle Honorato Juan, 11.
Si no has ido a Teca, no sé a que esperas. Antonio Canaletti tiene una bodega interesantísima por copas y botellas, no en vano está pertrechada por entre otros, Dan Gill. Erick Pfifferling, yes baby, Foillard o Marcel Lapierre se juntan con Léclapart y Prevostat, Egly Ouriet o Leflaive. Entre lo nacional hay cositas de Casa Castillo, El Cerrón, Luis Anxo Rodríguez Vázquez, Esmeralda García, Suertes del Marqués o Envínate y entre lo local destaca lo de Celler del Roure, la Comarcal, Terra D’Art, Casa los Frailes, Ferrer Gallego, Javi Revert o bodegas Sentencia. Lo mejor es que no solo hay vino: ostras, steak, sepia mayo, figatells, bravas, croquetas, calamares, laterío…
Pd: En esa barra con un rillete de pato, una caponata y una botella de alta volatilidad te coronas como el rey del mambo.
Letras y Vinos
Calle del Músico Belando, 15.
Letras y vinos es el sueño de Alma, una profesora que abandonó su plaza docente y se montó un espacio cultural en el que además se sirve vino, porque letras y vinos es un lugar en el que hay representaciones, lecturas, inauguraciones, recitales, música en directo, etc. Al final la vida es un relato y al igual que el vino está repleta de belleza y de historias. Por eso aquí uno puede venir a escuchar o a ser escuchado con el alma abierta, a tomar pericana o unas tablas de quesos o de embutidos como cecina, lomo, salchichón y jamón que trae del mercado de ruzafa. Aquí se hacen maridajes emocionales y el vino está representado a través de vinos locales y nacionales.
Pd: Si el paraíso existe seguro que está repleto de libros y vinos y como decía Lorca “me gustaría ser todo de vino y beberme yo mismo“.
Mevino
Calle de José Benlliure, 117.
Paolo es un tipo amable, agradable y que te hace sentir cómodo. Sólo por eso ya vale la pena visitarlo. Además de esto Mevino tiene una preciosa fachada en mitad del Cabañal con un interior que te traslada a una antigua casa, con lo que al cruzar la puerta te sientes como en ella. Platos fríos y calientes como boquerones, carpacio de calabacín, fiambres italianos y quesos o pasta con espinacas y ricottta armonizan con una variada selección de vinos naturales, entre los que destacan los italianos, especialmente del venetto, pero también de otras zonas. Me gustó lo de Darío Orlandini y Il Roccolo di Monticelli. También Coccinella, la syrah siciliana de Aldo Viola.
Pd: Deja que Paolo te aconseje, prueba cosas nuevas y disfruta del día que el Cabañal está precioso.
La Terreta
Calle Explorador Andrés, 41.
Concocí La Terreta gracias a mi querido Encuinarte, quizás el gastro blogger más interesante de la ciudad, porque tiene algo que no tienen los demás: Criterio. Te gustará más o menos, pero va de frente, es honesto y no busca invitaciones ni hace sorteos. Anyway. Quedamos a cenar y descubrí un espacio agradable regentado por una pareja joven aunque sobradamente preparada: Edu y Sara. No en vano Edu trabajó con Luca en La Lluerna. Además de poner cariño y mimo en lo que hacen, Edu tiene un gran conocimiento del sector, una bodega de vinos nacionales TOP y una gran empatía con el comensal. Es un sitio para volver y para disfrutar.
Pd: Los precios de los vinos están ajustadísimos, casi sin margen.
Centro / Ciutat Vella
Birlibirloque
Calle de la Paz, 7.
Birlibirloque es la planta baja de Entrevins, aunque sería más honesto decir que Entrevins es la primera planta, porque no hay nada que remita a bajo en Birlibirloque. Menús diarios con tres primeros, un segundo y postre. Carta de tapas, tablas y la posibilidad de pedirte un plato de Entrevins… En el Birlibirloque uno disfruta por todo lo alto Y ahora lo importante. El bebercio. Más de 24 referencias de vinos por copa. Franceses, como no, nacionales y locales. En horario ininterrumpido también es un lugar perfecto para picar algo o tomar unos vinos a mitad tarde.
Pd: Si os quedáis con ganas de más, Guillaume está arriba y tiene unos vinos que saben como su apellido. A gloria.
Alenar Bodega
Calle Martínez Cubells, 6.
De Alenar ya hemos hablado aquí. Así que poco aportaré yo. Coques de la Marina, aspencat, esgarraet, sepia, sardinas o navajas nos trasladan a espacios donde el mar tiene especial importancia. El canelón casero de pollo rustido está de morirse y si a eso le abres una bobal de Dussart Pedrón, pues ya estaría. Las referencias de vino son locales, con lo que seguramente todos estaréis familiarizadas con ellas. Javi Revert, Celler del Roure, Arráez, Curii, El Sequé, Enrique Mendoza, Pago de los Blagueses, Pepe Mendoza o Bodegas Hispano-Suizas son algunas de ellas y maridan a la perfección con el concepto. Si hay algún “anti“ este no es su sitio, aun así han puesto un par de riojitas y de Riberitas en carta para los despistados. Be local my friend.
Pd: Hacen catas cata mes estad atentos a Mambo.
Manaw WineBar
Calle dels Mallorquins, 1.
Manaw WineBar es la apuesta del restaurante Manaw en el mundo del vino. De reciente apertura, este local totalmente acristalado y lleno de luz que mira al mercado central posee más de 60 referencias por copas gracias a La Verre de Vins, una envasadora al vacío de Bermar que cuelga del muro frontal de la barra. Mesas altas y cómodas ambientan el local en el que puedes comer saams, blak cod, tatamis de ternera, pollo al satay, kimchi o mejillones criollos. Todo muy en línea con Manaw si allí es nikkei aquí también se fusiona aunque viajamos hacia sudeste asiático y argentina. El vino, va, que me lío. Puedes pillarte medias copas, copas o botellas. Muy europeo o tipo la viña del señor. Las medias son ideales para probar cositas. Además de vino nacional hay una gran cantidad de vino chileno y argentino. La carta está dividida por varietales.
Pd: Ve sin prisa y aprovecha para tomar algún malbec o carmenere.
Amberes
Calle de Boix, 4.
El antiguo espacio donde Josué Ribes montó Boix 4, es el lugar elegido por Olga Vázquez, propietaria de los restaurantes veganos Oslo y Copenhagen, para montar un Vegan WineBar. Todos los vinos seleccionados son veganos, esto es, en la clarificación para su embotellado no han utilizado ingredientes de origen animal para eliminar las impurezas. El diseño del local, obra del arquitecto Manuel Diaz Nebbia, respeta el estilo tradicional valenciano y se tiñe de inspiración ‘art déco’ y ‘art nouveau’. Entre los vinos podemos encontrar referencias de Pepe Mendoza, Vegalfaro, Celler del Roure, Mustiguillo, Les Freses, Borja Pérez o Rafa Palacios, y de comer los clásicos veganos de la casa: croquetas, paté de sobrasada de almendra, guacamole con chips, quesos veganos, pan bao, falafel o cazuelas de berenjena.
Pd: Tienes el río al lado con lo que después de pasear por él, es un buen momento para tomarte un vino aquí.
Angolo DiVino
Calle Almirante Cadarso, 14.
Una vez le preguntaron a Sofia Loren qué es lo que más le gustaba hacer en la cama y dijo comer un panino de burrata con mortadela. Si eres como la Loren, una jefa en mayúsculas, Angolo diVino te va. Aquí hay vinitos italianos de todo tipo desde los Barolos de Borgogno o Pio Cesare a cositas más accesibles. También copeteo sin complicaciones, risas y alboroto, no en vano estás en medio del ensanche, así que igual te cruzas un chanel 2.55 que un total look del Zara. Mesitas altas en las que caben tablas de queso y, por favor: mortadela junto a copas llenas y compañía sincera.
Pd: El neón con forma de corazón de mi piace il vino es puro amor. A mí también mi piace, Silvia.
Carmen Vinos, etc.
Calle de Salamanca, 42.
Lyacout y Vincent son una pareja francesa llegada de Languedoc: Montpellier. En este pequeñito espacio de la calle Salamanca puedes comprar producto delicatessen francés: rillete, foie, pâté en crôute, charcuterie, fromage y vino. Obvio. No solo puedes comprarlo, sino que también puedes tomar ahí un assiete de quesos o fiambres, una raclette y celebrar la vida. En Carmen todos los vinos son petit productor y casi todos bio. Alsacia, Côtes du Rhône, Languedoc-Roussillon, Burdeos, Borgoña, Ardèche, Beaujolais, Loira o Limoux son las zonas que trabajan con un cargo de 7 euros si la botella es para tomar ahí.
Pd: Es un sitio perfecto para celebrar buenas noticias. Suele salir guay.
Entreblat
Calle Conde Altea, 53.
Entreblat es el negocio que han montado conjuntamente Luca Bernasconi (Lebulc) y Antonio Canaletti (Taberna Teca). Ya está, podría terminar aquí y quedaría claro el rollo: Beber bien, comer bien y pagar lo justo. Joder ¿es que hace falta algo más? Los bocadillos están que flipas. Sí, los bocadillos. Pero también las piadinas, los sándwiches o las burguers. Entreblat. Entre-trigo. ¿Lo pilláis? Pues eso, bocatas de lujo para peñita exigente y, aquí viene el rollito: vino triple B. Bueno, bonito y barato. Podría contar mil cosas, pero ya las escribí en el anuario hedonista de este año. Mejor vas y te cascas un bocata, una tapita y una copa de vino.
Pd: Casi mejor te pides una botella. Ninguna cuesta más de 30 euros.
Mes Amours
Calle de la Reina doña María,1.
Mes Amours es un chaflán que mira a lo natural de forma radical pero que se exhibe desde lo digital. Sophie y Matías son la pareja que lleva este chiquitito local, con una terraza agradable y pensamiento ECO, BIO y sostenible. Su espacio es el de los vinos naturales: métodos ancestrales, pet-nats, orange y blancos y tintos nacionales y franceses. Ademas bodegas como MicroBio, Pigar, Lentiscus, Tomas Torres o Cueva llenan la estantería. También tienen cositas de Matassa o L’Octavin. Si te van los mostos no intervenidos este es un buen sitio para pasar la tarde.
Pd: Aunque no seas el típico hipster deberías darle una oportunidad.
ViveVino
Calle del Músico Padilla, 2.
Justo al aldo del Convento de nuestra Señora de los ángeles, en otro chaflán de Ruzafa donde antes había una cervecería Martha y Nieves han abierto hace escasos dos meses un WineBar especializado en naturales, ancestrales y orange. Ya se sabe, mínimas intervenciones, nada de sulfitos, segundas fermentaciones en botella y maceraciones en sus pieles. Vinos de la terreta como Pigar, Cos a Cos o Sexto Elemento junto con otras referencias del mundo natural nacional maridan con tablas de quesos y embutidos o unos sandwiches de porchetta o pastrami riquísimos.
Pd: Tienen delivery a través de Glovo. No excuses babies.
Ché Vins
Calle Cuba, 30.
Sebastián abrió su bodega hace casi una década, durante sus primeros años éramos vecinos y solía bajar a comprarle cositas a precios moderados. Es un tipo entrañable, fornido, amable y con ese toque porteño en el habla que parece que silba un tango de Gardel. Che Vins es un espacio chiquitito, una bodeguita de barrio con un par de mesas donde se realizan catas o puedes tomarte una copita de vinos de aquí y de allá. Porque además de productos locales y nacionales también existen referencias argentinas de Cafayate, Maipú, Valle de Uco o San Rafael.
Pd: En su web puedes apuntarte a catas y talleres por donde han pasado productores como Rafa Cambra, Bruno Murciano, Chozas Carrascal, Cent Piques, Clos de Lóm.