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90 años de la primera reconstrucción del sector

1930, el año en el que el cine valenciano paró

19/04/2020 - 

VALÈNCIA. El pasado jueves, la Acadèmia Valenciana del Audiovisual junto a los principales agentes del sector audiovisual en la Comunitat para preguntarse cuál era la situación actual y las recetas para resucitar el audiovisual valenciano cuando todo esto pase. La práctica totalidad de los rodajes y producciones se han paralizado, frenando en seco una aspiración que iba creciendo en los últimos años de que este iba a ser la prueba de la nueva fortaleza del sector. 2020 será el año que no lo fue, un año perdido, una página en blanco entre capítulos. En el mismo espacio (València) pero diferente tiempo (hace 90 años) pasaba algo muy parecido: el cine valenciano frenó en seco. 1930 está marcado en el calendario como el año en el que el séptimo arte en la Comunitat le dijo a sus productoras y artistas que solo podían elegir entre renovarse o morir.

El cine tiene unos 125 años de historia y València siempre ha destacado en este recorrido por si interés por esta disciplina artística. Ya no solo cuando en la ciudad convivieron hasta 70 cines, sino desde el mismo principio. Si la primera proyección en España del cinematógrafo se hizo en mayo de 1896 en Madrid, en València tan solo tardaría cuatro meses en hacerse lo propio. El audiovisual valenciano tuvo sus pioneros del cine, productoras, y exhibición casi simultáneamente con las grandes capitales europeas del cine. Así sucedería de manera progresiva hasta finales de la década de los 20, pero -cómo no- a pesar de la innovación y el interés por este arte, la estructura empresarial seguía siendo muy frágil: "Valencia vivió durante los años veinte un momento de intensa producción cinematográfica, especialmente en los años centrales de la década: es, después de Madrid, el territorio donde se concentra mayor actividad de producción cinematográfica en España. Sin embargo, se trató de una producción que se desarrolló sin una estructura industrial estable. Funcionaron más de veinte compañías productores, la mayoría creadas ad hoc para la financiación de una determinada película y que ya no producirían más (excepciones fueron por ejemplo Andreu Films o Producción Artística Cinematográfica Española). Así, la debilidad económica y la fragmentación industrial, junto con un notable amateurismo, caracterizaron la producción valenciana de esos años, características que encontramos en realidad también en el resto de España". Así lo explica la profesora Marta García Carrión, profesora de Historia Contemporánea en la Universitat de València y especializada en el cine primeras décadas del siglo XX. 

'Valencia, protectora de la infancia' de Maximiliano Thous

A pesar de contar con nombres de realizadores como Maximiliano Thous y de haber constituido incluso las primeras academias, a partir de final de la década de los 20, todo empieza a desfallecer paulatinamente: "El resultado de la atomización empresarial, de la inexistencia de fuentes financieras estables, de la realización de películas no competitivas a causa de la precariedad de su producción, fue tanto un estado general de ruina como una extendida desconfianza hacia el fenómeno por parte de sus potenciales inversores", cuenta Julio Pérez Perucha en Historia del cine valenciano. Esta situación se junta con la llegada de una transformación abrupta, el cine sonoro, que hace languidecer todas las estructuras montadas hasta ahora incluso en los estudios más populares a nivel mundial. Fue la tormenta perfecta: "si la llegada del cine sonoro, supone para muchos cines nacionales un cataclismo, para el vacilante y quebradizo cine valenciano supuso la puntilla al animal moribundo, al extremo que, muy probablemente, incluso sin la llegada del sonoro, el cine valenciano habría caído por sí mismo, enfermo de asfixia y anemia", concluye Pérez Perucha. "Es un cambio que afectó a todos los sectoresde la industria y en muy diferentes sentidos: por ejemplo, supuso una crisis para los músicos valencianos, una de cuyas principales fuentes de ingresos era tocar en los cines la música de acompañamiento", explica también García Carrión.

Si bien se va frenando en los últimos años de la década, el principio de la siguiente supuso la paralización casi total de la producción a nivel regional. En 1930 se rodaría, eso sí, la primera producción sonora de la Comunitat. Se trata del mediometraje Tiene su corazoncito, de Florián Rey, que en realidad sería una "mera prolongación de del modo de hacer del cine mudo y no tendría continuidad". "Hasta 1933 sólo se produce alguna película aislada, si bien está el interesante caso de El faba de Ramonet, impulsada en 1933 por Luis Martí (familia de Luis García Berlanga), un film rodado con escasísimo presupuesto pero que fue un éxito de público en la ciudad de Valencia y que fue el primer (y único durante décadas) largometraje de ficción en valenciano", cuenta la profesora de la UV.

Capítulo IV: Una Nueva Esperanza

A pesar de esta odisea, que se alargaría durante los primeros años de la década, la historia tiene un final feliz. En 1932 se crearía Cifesa y Producciones Cinematográficas Españolas, que a partir de 1934 empezarían con a estrenar filmes con vocación de éxito nacional. Marta García Carrión destaca dos primeros hitos: "En 1934 películas como La Dolorosa, dirigida por Jean Gremillon y producida por PCE, y La hermana San Sulpicio, dirigida por Florián Rey y el primer film Cifesa, marcarían el inicio de una producción sonora estable y de éxito", que interrumpiría la Guerra Civil, pero que volvería -censura mediante- a reposicionarse en los primeros años del franquismo.

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