ALICANTE. En este artículo voy a seguir escribiendo de las primeras mujeres que, siendo conscientes o no, se abrieron camino en el arte en una época en la que a la mujer no se le permitía el acceso a ninguna faceta profesional en un mundo eminentemente masculino quedando su vida generalmente circunscrita al ámbito doméstico. En el mes de marzo y coincidiendo con el Día de la Mujer, inicié estos artículos a través de los que, brevemente, recordamos a las principales mujeres artistas que, a contracorriente, lograron hacerse un hueco en la Historia del Arte y homenajear así a todas aquellas otras artistas que quedaron en la sombra porque la sociedad no les permitió acceder a mostrar su obra. En el artículo de marzo concluimos con las artistas del siglo XVII, y en esta ocasión descubriremos a algunas de las autoras más destacadas del siglo XVIII.
La pintora, con obra entre el Rococó y el Neoclasicismo, Angélica Kauffmann (Coire, Suiza, 1741-Roma, 1807), era hija del pintor Joseph Johann Kauffmann, lo que, sin duda, facilitó su formación, al igual que le sucede a la alemana Anna Dorothea Lisiewska - Therbusch (1721-1782). Una joven Angélica Kauffmann acompañaba a su padre en sus viajes, participando en la decoración mural de algunas iglesias. Tuvo el privilegio de formar parte de los círculos culturales italianos en Florencia y Roma, y llegar a ser miembro de la Academia de San Lucas de Roma, ciudad en la que coincidió con el teórico del Neoclasicismo Winckelmann, el pintor Batoni o el arquitecto, ingeniero, paisajista y grabador Piranesi, padre de la también grabadora Laura Piranesi (Roma, 1755 – Roma, 1785). Kaufmann viajó a Londres, donde contribuyó a la fundación de la Royal Academy of Arts –en donde se conservan varias de sus obras- junto a artistas de la talla de Joshua Reynolds. Su fama llegó a ser considerable.
Hasta principios de 2016 pudo verse en el Gan Palais de París una gran exposición retrospectiva de Elisabeth Louise Vigée-Lebrun (París, 1755-1842) considerada la pintora francesa más importante del siglo XVIII. Gran retratista rococó, e hija del profesor de la Academia de San Lucas Louis Vigée. Contó con grandes maestros en su formación, siendo nombrada también académica de San Lucas. Su matrimonio con el marchante de arte Jean-Baptiste Le Brun le permite acceder a los círculos cortesanos al pintar al hermano del rey. Con 23 años realizó ya su primer retrato de María Antonieta –de su misma edad-, a la que llega a pintar en 30 ocasiones convirtiéndose en su artista favorita, y catapultándola a ser la retratista favorita de la alta sociedad y la aristocracia de un París prerrevolucionario. Fue una de las primeras mujeres en ser admitida en la Academia Real de Pintura, pero no tenía los mismos derechos que los hombres porque no se le permitía pintar desnudos masculinos del natural, por lo que se hizo una experta en colorido. Al estallar la Revolución Francesa, su fama le llevó a Italia, Viena, las cortes de Praga, Dresde, Berlín. Moscú o San Petersburgo. Posteriormente, a Londres, Gales, Suiza y posteriormente se estableció de nuevo en Francia una vez calmada la situación política. A lo largo de su carrera realizó más de 600 obras entre óleos, pasteles y dibujos.
En España, después de varios intentos por parte de la nobleza desde la época de Felipe V, se fundó la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, según Real Decreto de 12 de abril de 1752 y bajo el reinado de Fernando VI, con la finalidad de “fomentar el buen gusto…” y “…contribuir con las enseñanzas al destierro de la ociosidad y al digno empleo de la juventud…” Desde su origen, se insistía en el valor del dibujo como fundamento de cualquier actividad artística. En 1819, se habilitó para el estudio de niñas la Escuela de Dibujo y Adorno de la Calle Fuencarral bajo la protección, como Jefa Principal, de la infanta María Francisca de Asís y gobernadas por una Junta de Damas. Su objetivo era "introducir en España la industria fina, adaptándola a los vestidos y adornos de su sexo”. En la Academia de San Fernando, había seis tipos de profesores y sus sueldos oscilaban entre 1.500 reales anuales para las correctoras de la Escuela de Dibujo de niñas, que más tarde desaparecerían y 15.000 reales para los directores. Esta considerable desigualdad salarial era debida a que la enseñanza de las bellas artes dentro de los estudios mayores de la Academia estaba vetada a las mujeres. A pesar de todas las trabas, algunas artistas obtuvieron el título de académicas de mérito por lo aprendido tanto en los talleres particulares de algunos de sus profesores, como en esa misma Escuela de Dibujo para niñas.
En las últimas décadas del siglo XVIII sobresale la figura de Ana María Mengs (Dresde, 1751-Madrid, 1792), hija y alumna del pintor y teórico del Neoclasicismo Antón Rafael Mengs y casada con el grabador Manuel Salvador Carmona (Nava del Rey, Valladolid, 1734-Madrid, 1820). Se hizo célebre principalmente por sus pasteles. La Academia lamentó su temprana muerte, y en el año de 1793 se expusieron al público varios de sus cuadros, a fin de que el público pudiese juzgar sus méritos y su talento. Junto a sus obras, fueron expuestos otros cuadros donados a la Academia por otras pintoras. Hablamos probablemente de la primera muestra que se realizó en Madrid con el objetivo de mostrar al público el nivel alcanzado en el arte por las académicas de mérito de San Fernando. Interesante, ¿no creen?