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entrevista

Joan Feliu: "No saber si Marte se hará de año en año nos impide tener la mejor feria de España"

14/11/2019 - 

CASTELLÓ. Hace seis años que Castelló vivía un hecho totalmente anómalo. En una ciudad donde apenas quedaban galerías de arte nacía Marte, una Feria de Arte Contemporáneo que llegaba no solo para sacudir el tejido empresarial, sino también para ayudar a los artistas a salir al mercado y potenciar el consumo cultural. Estos tres han sido sus ejes desde el principio, aunque todavía no están totalmente alcanzados. Joan Feliu, director desde sus inicios, es consciente de los retos que tiene por delante la única feria de esta índole en la Comunitat. Las galerías continúan cerrando, los artistas optan cada vez más por impulsar sus proyectos en solitario y el coleccionismo parece no brotar en la ciudad. Pero, a pesar de todo, Marte confía en servir como cantera. Así un día antes de que la cita habrá sus puertas para todo el público -hasta el domingo- hablamos con Feliu sobre el futuro del proyecto y cómo se cuece esta relación forjada a tres, entre creadores, galerías y consumidores. 

-Uno de los grandes objetivos a alcanzar de Marte, a lo largo de los años, ha sido la socialización del arte. ¿Sigue siendo esta una meta a alcanzar?
-Sí, es una meta complicada que no vamos a alcanzar solos, pero tenemos que poner nuestro granito de arena. Lo que ocurre es que depende también de la educación, de que los museos se conviertan en centros educativos, depende de que haya programaciones de calidad y que la gente se acostumbre a consumir ese tipo de cultura. La sociedad ha de entender que tiene derecho a una cultura de calidad y las instituciones deben ofrecérselo.

-¿Existe realmente un coleccionismo privado en Castellón?
-A nivel de toda la Comunidad Valenciana, incluso a nivel de España, es bastante escaso. Sobre todo si se plantea como un coleccionismo más especulativo y profesionalizado, más como una inversión. Esto solo lo conciben los grandes coleccionistas del mundo. En Castellón existen algunos coleccionistas de ese tipo, pero son casos muy puntuales y coleccionistas como tal habrá menos de una docena. Aun así tampoco es el objetivo de Marte alcanzar ese tipo de público que normalmente compra en Arco o ferias internacionales de mayor envergadura. Lo que buscamos es normalizar el mercado, es decir, que una persona normal y corriente, sin aspiraciones de ser coleccionista, entienda que puede comprar a lo largo de su vida 'tres, cuatro, cinco' obras de arte que le van a ayudar a ser más feliz, simplemente porque le gustan o porque le transmiten algo. Y lo deben de hacer de la misma manera que en un determinado momento pintas la casa o cambias el sofá y las cortinas para vivir más a gusto. La obra de arte tiene que funcionar de esa manera y el mercado en España tiene que normalizarse para todos los públicos.

-¿Cuál diría que es entonces el papel que juega Marte en el contexto de ferias nacionales? Entiendo que no buscan equipararse a Arco. 
-Aunque quisiéramos no podríamos equipararnos. Marte es una feria muy singular, hace todo un seguimiento durante muchísimo tiempo de distintos artistas, la mayoría de ellos emergentes o artistas que todavía no son de media carrera ni están absolutamente consolidados. Son artistas que creemos que van a tener una proyección y una carrera interesante. Digamos que los encontramos en el momento en el que su producción se puede vender a un precio muy asequible. Aquí hay obras a partir de 100 euros; ese es el mercado que buscamos. Por eso no abrimos convocatoria ni planteamos una feria donde se pueda presentar cualquier galería para venir a vender. Lo que buscamos es seleccionar artistas que creemos que son los interesantes. De ahí Marte se ha convertido en una especie de cantera para artistas que casi con total seguridad van a tener una proyección posterior.

-Un error que exponen precisamente numerosos creadores sobre las ferias de arte es que muchos galeristas acuden a estas citas con cualquier producto, sin hacer una investigación previa del público que va a asistir.
-Hay ferias, conocidas en el mundillo, como 'vendedoras' que se configuran casi como un bazar que intenta alcanzar la máxima variedad de compradores y de público posible. Es lícito y está bien que exista y funcione, pero en nuestro caso no era ese el objetivo. Pretendemos aunar, por un lado, un discurso crítico donde el arte contemporáneo tenga una función social, casi como una macroexposición y por otro lado que esa macroexposición pueda servir para iniciar a los visitantes en el mercado del arte, no tanto como coleccionistas. Por eso, optamos desde hace años por los solo projects, es decir, llevar solo un artista por galería y que ese proyecto se trabaje junto a nuestra dirección durante bastantes meses. 

-La presidenta de LaVac, Rosa Santos, dijo durante una entrevista con Culturplaza: “El fenómeno de ferias de arte contemporáneo también está siendo cuestionado [...] Nos estamos planteando otra manera de difundir nuestro trabajo y a nuestros artistas. Creemos que quizá no sea la mejor manera”.
-Es cierto que si planteas en Castellón una feria de coleccionismo tradicional va a ser difícil que se celebre. Las galerías valencianas no ven este tipo de ferias interesantes para vender, puesto que ya ofrecen ellas en su sede el producto que podrían traer a pocos kilómetros. De esta manera, la razón de la existencia de Marte está en esa investigación previa, en ese querer ofrecer un producto muy bien argumentado, con un discurso detrás y que acompañe a las propuestas de las galerías en un espacio más común. Para las galerías Marte es un espacio de contactos. Aquí, a diferencia de en otras citas, hay muy buen humor, las galerías entre ellas no compiten como suele pasar, vienen con la idea de trabajar conjuntamente, compartir artistas, proyectos y que nazcan futuras acciones. Por eso, en este sentido las ferias de arte sí son necesarias.

"Las galerías que nacen solo como un negocio privado, no van a encajar con el tejido empresarial de la Comunitat"

-El exiguo tejido de galerías que hay en la provincia se traslada también a València, donde recientemente han cerrado dos pesos pesados como Pepita Lumier o Espaivisor que se traslada a Madrid. ¿Cuál es el estado de salud de las galerías? 
-Si no hay una reconversión del producto que ofrecen y de la función social que puedan tener es difícil que funcionen. No se pueden entender únicamente como un negocio privado, porque no encaja con el tejido empresarial que hay en la Comunidad Valenciana. Lo cierto es que se han abierto muchas galerías sin un proyecto específico, sin una idea clara -no es el caso de Espaivisor o Pepita Lumier-, pero eso les lleva a abrir y cerrar con bastante frecuencia. Hay que tener los pies en el suelo y saber dónde estás y a qué público te tienes que dirigir. Aquí hace falta primero crear una necesidad entre la ciudadanía.

-Hubo un tiempo en el que las galerías sí eran un negocio, ¿por qué ya no es así?
-Ha dejado de serlo a raíz de la crisis económica. Cuando el dinero es muy miedoso se va a valores muy seguros. Por eso, solo las galerías que tienen valores seguros muy consolidados han podido subsistir. Es difícil hacer esa reconversión, pero quizá determinados proyectos podrían volverse viables con el apoyo del Consorci de Museus o Abierto València. En Castelló es más complicado porque precisa de un renacer. La ciudad ha tenido muchas galerías, pero eran muy tradicionales y ese mercado tradicional ha ido desapareciendo. Ahora es complicado que nazcan galerías apostando por arte contemporáneo joven cuando todavía no se ha estabilizado una demanda.

-Resulta curioso que, sabiendo la situación de Castellón, hace dos años un galerista de Madrid les asegurara que Marte era la feria en la que más había vendido con diferencia en 2017, todo y haber visitado otras citas de renombre de la capital. Parece que al final en el coleccionismo no hay un mismo patrón por el que cortar, ¿no?
-Es que en Marte las galerías no pierden dinero, prácticamente todas venden, sino todas. No es tampoco una cita para ganar muchísimo dinero, sino para plantear proyectos de futuro, pero también es cierto que aquí no hay un riesgo excesivo. Venir a Marte es muy económico y hay cierta garantía de venta. Entonces, cuando sale bien puede resultar muy rentable. También hay que tener en cuenta que a lo largo de un año o dos antes de cada edición, estamos tratando de buscar ya personas que pueden estar interesadas en cada proyecto. 

-Les gusta hablar de Marte no solo como un espacio dado al coleccionismo sino como una gigantesca exposición donde se remueven las emociones del espectador. ¿Este vínculo más humano es para no olvidar el sentido último que tiene el arte?
-Claro, pensamos que el verdadero protagonista del arte contemporáneo es el espectador, porque es esa relación privada entre la obra y el usuario la que da valor al arte. Es lo más bonito del arte contemporáneo porque es un sentimiento que va cambiando con el tiempo. Las piezas se resignifican y hay muchas veces en las que el autor ha tenido muy claro su mensaje a lanzar, mientras que el espectador entiende lo contrario. Que ocurra eso está bien, no pasa nada, de hecho es bonito que pase, que las obras lleguen por distintas vías, con distintos significados y emociones a la gente. Por esta razón hacemos hincapié en que es el espectador quien decide qué es arte y que no es arte, porque probablemente lo que ahora no le remueve dentro de unos años sí lo hará; y lo que ahora le llega al alma en unos años dejará de interesarle. El arte contemporáneo es un juego de relaciones singulares entre el espectador y la obra.

-¿Se palpa ese feedback entre gente de a pie y Marte?
-Sí, la gente de Castellón es bastante abierta y como buscamos que el galerista y el artista estén presentes, hablan con el público y les explican sus dudas. Cobra especial significado el viernes, porque al ser todavía un día lectivo, vienen muchos universitarios. En todo caso, es esto lo que hace que la gente se acostumbre a consumir un tipo de cultura y la demande en el futuro. 

 "Estaría bien que el IVC tuviera una implicación con Marte más allá de dejarnos usar el auditorio a precio reducido"

-Dijo en la presentación de Marte que la cita ha de contar con un "consenso institucional” para garantizar su celebración en vista a varios años. Pese a lo consolidada que parece la estructura de la feria, ¿todavía cuesta organizarla?
-Los que estamos por delante de Marte tenemos otros trabajos y esto lo hacemos casi de una manera altruista, porque nos llena y porque nos gusta, pero le dedicamos mucho tiempo. Un año o dos antes de cada edición seguimos a distintos artistas para abrirles su carrera. Este año por ejemplo le hemos dado el premio Marte Artista Castellón a Carlos Pesudo, porque creemos que es un artista con proyección y que puede firmar un contrato con una galería en Madrid, entre otros proyectos de futuro. Así que además de premiarlo, lo lanzamos al mercado, igual que hicimos con Carlos Asensio, Lucia Moya y Alejandra de la Torre. Pero este trabajo no se puede hacer si no estamos un par de años haciendo seguimiento al artista. Y si cada año hay que negociar con las instituciones si se hace o no se hace Marte, no podemos trabajar con esa tranquilidad. 

Tenemos cerrado el comisario de 2021 pero no sabemos si se va hacer la feria. Trabajamos sin la seguridad de que este es un proyecto que realmente interesa a las instituciones, por eso demandaba un consenso. Es un proyecto que necesita que detrás esté la Generalitat, la Diputacion de Castellón, el Ayuntamiento de Castelló y la UJI; independientemente del color político que tenga cada uno. He de decir que nunca ha habido una injerencia de las instituciones sobre lo que hacemos en la feria, pero vivimos con la soga al cuello. Eso nos impide trabajar para hacer de Marte probablemente la mejor feria de España.

Hoy en día si vas a Madrid, a Santander, Málaga, Oviedo o Bilbao; Castellón suena
 como el lugar por el que hay que pasar para ser alguien en el mundo del arte, y eso se ha conseguido en seis ediciones, bueno te diría en 3 años. Alcanzar este reconocimiento es muy difícil, por eso deberíamos trabajar para la consolidación. Queremos ir a más.

-¿Y cuál es la respuesta que ha recibido a esa petición?
-Ha habido palabras extraoficiales por parte de Verònica Ruiz o José Luis Pérez Pont, quienes están en la línea del consenso. También la universidad ha abierto una línea de proyectos en la que podemos trabajar con cierta seguridad, sobre todo por el tema de conferencias y debates críticios. Pero nos faltan dos patas importantes: la primera la propia Generalitat. Estaría bien que el Institut Valencià de Cultura tuviera una implicación mas allá de dejarnos usar el auditorio a un precio reducido. Y en segundo lugar, nos falta saber la política de intenciones que tiene la diputación con el nuevo gobierno. Por lo que sabemos la idea es abrir convocatorias concursivas únicas para todos los proyectos culturales de la provincia. Eso haría que no tuviéramos ningún tipo de seguridad, ni siquiera durante el año. Es una manera de funcionar bastante complicada para nosotros, pero queremos saber cuáles son sus intenciones. Lo que está claro es que si se apoya o se deja de apoyar a Marte ha de ser porque se quiere apoyar o dejar de apoyar un tipo de desarrollo cultural y no por cuestiones políticas. 

"Si el Consorsi de Museus quiere vertebrar el territorio, necesita una sede propia en Castellón"

-Tanto el actual President, Ximo Puig, como la vicepresidenta, Mónica Oltra, explicitaron en Valencia Plaza su intención de abrir en Castelló una nueve subsede del IVAM, como se hizo en Alcoi; o bien trasladar la fórmula del Centre de Carme hasta la ciudad. ¿Cómo vería ambos proyectos en la provincia?
-En positivo desde luego, aunque habría que ver cómo se organiza eso, porque Castellón parte de una situación muy anómala y es que la herencia de todo el conglomerado de entidades que fue Castelló Cultural pasó automáticamente a ser gestionado por el IVC y este ente no tiene específicamente una dirección de artes plásticas. Así que Castellón es la única provincia donde hay una serie de espacios como el Museu de Belles Arts y el EACC que están gestionados por el IVC y están dedicadas a las artes plásticas, cuando ya hemos dicho que esta institución no tiene específicamente ese campo asignado. Creo que sería más una labor del Consorsi de Museus, pero no pueden asumirlo si no hay un trasvase de recursos humanos y económicos para gestionarlo. Aun así, lo que es evidente es que si queremos vertebrar el territorio valenciano a través del Consorsi ha de tener más peso que el que tiene colaborando con el MACVAC, el EACC y el Museu, porque no tienen un espacio propio donde hacer su programación. 

-¿En qué lugar quedaría el EACC tras la apertura de estos espacios?
-Sería complicado. Tanto el IVAM como el Consorsi lo que harían sería asumir el EACC. No podrían sobrevivir las dos entidades a la vez. En estos momentos el EACC hace exposiciones excelentes, pero tiene recursos muy limitados y eso le lleva a hacer muy pocas muestras. Sin embargo, no se si debería ser el IVAM el encargado, veo más futuro a una sede aparte como en Alcoy. El que sí haría una buena labor es el Consorsi, pero ya depende de la distribución política y de las competencias. También, decir que yo no soy nadie para darles consejo y no se si estarán de acuerdo. 

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