ALICANTE. Teníamos con él una conversación pendiente, un café rápido y virtual entre compromisos y trabajo.
-Enhorabuena por el Premio Nacional del Cómic, Pablo. Todo reconocimiento no sólo es bueno, sino necesario, ¿pero la institucionalización del cómic es necesaria para su reconocimiento? ¿Puede ser un regalo envenenado para el sector?
-En mi opinión, en un país, digamos, ideal, la cultura no debería estar subvencionada ni los gobiernos tienen por qué premiar a los autores o artistas por hacer bien su trabajo. Amigos míos o, sin ir más lejos, mi mujer, trabajan en el ámbito social y seguramente realizan una labor infinitamente más útil a la sociedad; la realizan con una profesionalidad admirable que muchas veces redunda en una implicación personal, muchas veces en condiciones laborales adversas y no les dan ningún premio. Pero, claro, ocurre que en España los gobiernos, tanto de derechas como de izquierdas, nunca se han preocupado en serio y de forma eficaz de la educación y la cultura de sus ciudadanos. Mucho menos de su formación plástica o literaria, que actualmente es atroz. Creo que ahí es donde debería ir todo el esfuerzo y seguramente no serían necesarios los premios nacionales que, en el caso del cómic, sirve fundamentalmente para dar visibilidad y fuste a un medio que ha producido obras maravillosas y nunca ha terminado de ser conocido y reconocido por la sociedad.
-Antes de la concesión, ya tenías prevista la participación en estas jornadas sobre la presencia del mar en el cómic. El mar es sólo un tópico visual muy potente, una identidad estilística, o también una identidad profunda que inunda toda la obra de un autor?
-En mi caso, y teniendo en cuenta que estas jornadas me han hecho reflexionar sobre algo que seguramente he obrado de manera intuitiva, inconsciente, yo diría que el mar de mis tebeos se parece mucho al mar de la ciudad en la que vivo en dos sentidos: igual que en mi día a día el mar es una presencia que se percibe o se siente sin ser necesario que se vea, en mis viñetas el mar es algo que está, que se intuye. Es decir, vivo en una ciudad con mar pero yo no bajo al puerto o a la playa todos los días; sin embargo, sé que la ciudad tiene una salida por ahí, que detrás de algunas calles se puede huir, te lo puedes encontrar. Pasa lo mismo en tebeos como El camino del titiritero o La Torre Blanca. El segundo sentido sería que el mar de mis tebeos es un territorio mítico y no un elemento romántico, como me parece el mar de los tebeos de Miguelanxo Prado, el cual muchas veces es utilizado como reflejo o extensión de las emociones de los personajes. En mis tebeos el mar no funciona así, sino que es ese ámbito donde se desarrolla todo lo que me interesa, obsesiona o fascina: el paso del tiempo, la destrucción de la inocencia, el fin de los mundos conocidos y que se pensaban a salvo... Es decir, un ecosistema que alberga toda la mitología íntima, todo lo que me perfila. Algo así como que si yo viviera en Texas mis personajes se moverían por un desierto y no por una playa.
- El mundo de la ilustración no es necesariamente el mundo del cómic, son muchos los casos, a lo largo de la historia de éste, en que autores que han surgido de él han acabado su trayectoria profesional en el mundo de la ilustración para publicidad, cine, animación, artística, pero prácticamente todos, en un momento u otro, acaban volviendo a dedicar algo de su esfuerzo en crear historietas. ¿Qué tiene el cómic que seduce de esta manera a los creadores? ¿ Y en qué momento de tu trayectoria decides que no lo vas a abandonar por otras formas de expresión artística?
-He podido comprobar el gran desconocimiento que hay entre ambas disciplinas por parte de los mismos profesionales. La ilustración es entendida como dibujos grandes, “artísticos” (????) y realizados con alguna técnica pictórica desde el mundo del cómic y el cómic es visitado como un modo de hacer cosas más “personales” (me fascina esta forma de denominar a ciertas obras, como si hubiera obras realizadas por elefantes o máquinas corta-césped) o como un divertimento por parte de algunos ilustradores. En mi caso, trabajo en ambos medios porque en ellos se produce el encuentro entre la palabra literaria y la imagen, mis dos pasiones. Y esto entendiendo “ilustración” estrictamente en el ámbito del libro, claro. Por tanto, nunca he abandonado ni el uno ni el otro, los voy trabajando paralelamente. Recibo encargos de un medio y del otro y, en cuanto a mis proyectos, que unos acaben siendo un tebeo y otros un libro ilustrado se debe a que yo considero qué lenguaje les conviene más por sus características.
- ¿Para la resurrección permanente del cómic como industria son imprescindibles personas y pasiones como la de Paco Camarasa?
-En un medio tan peculiar como éste, sin duda el apasionamiento es un pilar fundamental. Camarasa fue la nave donde se subieron los jóvenes autores españoles que nunca hubieran tenido una oportunidad de hacer tebeos de aquellas características y, también, donde se dio cobijo y dignidad a autores veteranos que habían sido descartados por una industria miope.
- ¿Alicante da para francotiradores del cómic o se puede montar una división? Y siento la metáfora militar, :D
-o lo sé. Yo aquí siempre me sentí absolutamente solo con lo que hacía. Pero tampoco creo que montar una división sea garantía de nada. ¿Qué munición tendría esa división para disparar?