Cantaba en la aurora el correoso y elegante gallo inglés. A las dos tenía combate. Aullaba, bailaba, anunciaba una mañana de noviembre. Salía un mayeto empapado de un rocío inexistente, encalado de recuerdos, hasta los huesos requebrado. Aguardaba una sesión de aires insolentes.
No me dejaré atrapar
por el desazón mañanero
Trataré de encontrar
la entereza y el sosiego
El devenir de unas luces aun durmientes. Albor hacia trigales presumidos, abanicos de este loco viento de levante. Es casi de día. Miracielos se revelan en su nido, pico en alto, entre cañas, protegiendo a sus parientes.
Y amanece
Puro cielo
Transparente
Es medio día
Es de día
Amanece
Una gallareta reposa sobre un nieto y su rebusco. Fumareles valientes, sonrientes, inocentes.
La inocencia es un detalle, un presente
La inocencia no se indaga, ya se tiene
Aves arcaicas, ancestrales, convivientes. Ánsares, garzas imperiales, zampullines, aguiluchos laguneros. Y flamencos. Traigan cultura, belleza y raíces. Un origen.
Venerable es el respeto
Conveniente, tan discreto
Y qué hondo es el flamenco
El sol ya se ve radiante. Redondo, espléndido. Voy pisando raspasayos insurgentes, cojumbrillos que al rozarlos se protegen. Las raicillas son silentes.
Rutina
Cromatismo permanente
El Doñana ya amanece.