Había que elegir uno. Difícil tarea de entre todos los pases del segundo menú de temporada de la apertura más esperada: Llavor, y de su cabeza pensante, ansiosa por descubrirnos la cultura gastronómica de Castellón.
Sólo uno: el arroz, algo tan sencillo y tan colectivo, un arroz en un gastronómico. Sí, y con conejo, caracoles y acelgas. Del conejo, unos jugosos riñones adobados a la brasa y de los caracoles, un recipiente para sorber el jugo picante; del arroz con aromáticas el nexo o la excusa; y de autor, el aire de acelgas que crecen por su cuenta en los huertos de invierno (a ver cómo le explico todo esto a mi abuela después de tantos domingos sin probar ni un solo caracol, ni los riñoncitos de la paella).
Todo sea por romper barreras y recuperar rituales rústicos en la buena mesa.