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MEMORIAS DE ANTICUARIO

Arte, naturaleza y mecenazgo en el Jardín de l'Albarda

10/02/2019 - 

VALÈNCIA. No es España país de muchos ni grandes mecenas. Esa clase de persona que dedica una parte, en ocasiones importante, de su gran o pequeña fortuna a proyectos no lucrativos relacionados, sobretodo, con el arte o el medio ambiente. Suelen ser decisiones que tienen que ver con el enriquecimiento personal, la implicación con su ciudad, con su territorio o en otros casos la necesidad por devolver a la sociedad parte de lo que esta le ha dado (más allá del pago de sus impuestos, como todo el mundo). Es una figura que se da más en otros ámbitos como el anglosajón y en otros países europeos (esta semana ha sido noticia la donación de 200 millones de dólares, sí, con dos ceros de la familia Rockefeller al MOMA de Nueva York). Por supuesto que en nuestro entorno existen ejemplos, como el que es objeto de este artículo, que todos conocemos, algunos de ellos sobresalientes, (aprovecho para congratularme por el proyecto de restauración integral De la Iglesia de los Santos Juanes, que será costeada íntegramente por la Fundación Hortensia Herrero).

Hoy nos “desintoxicaremos” de arte pictórico y saldremos a cielo abierto para visitar un jardín cuya existencia es el empeño de una persona. Hay casos como este Jardín de l´Albarda en los que no se puede hablar de botánica, ecología, paisajismo sin hablar también de arte. De hecho la jardinería se hizo arte desde los jardines colgantes de Babilonia en el siglo VI a.C., junto al río Eufrates, pasando por los grandes palacios europeos y aquellos en los que el mismo arte escultórico ha sido el auténtico protagonista del lugar (Chillida-Leku). El jardín de l'Albarda, es un proyecto de 50.000 m2, y creciendo, único en la Comunidad Valenciana y un caso muy poco común en España, puesto que no existen a penas jardines privados visitables por el público, y más creados ex novo. Los jardines privados visitables, más allá de los grandes jardines públicos, son más propios de otros países: sobretodo son frecuentes en Inglaterra aunque Francia o Italia no le van a la zaga. Nuestro espacio está gestionado desde 1996 por la fundación Fundem, al frente de la cual está su alma mater y promotor, Enrique Montoliu, pero de la que cualquiera que lo desee puede ser socio. Más allá de este fantástico jardín no podemos olvidar que esta fundación se dedica a la adquisición de monte y terrenos de alto valor ecológico con la finalidad de su preservación, su restauración y estudio. Patrimonio natural.

Con la mole del Montgó como majestuoso telón de fondo por el sur y la no menos espectacular Segaria que recorta el Norte, en el término municipal de Pedreguer se encuentra este lugar mimado por los dioses que, como decía, se trata de un proyecto personal de una rara avis: Enrique Montoliu. Uno puede pasarse una vida sin conocer personalmente a gente de este perfil por lo escasas que son. Afortunadamente no es mi caso. La idea que mueve a este mecenas a comprometer su patrimonio personal y su tiempo, es poner su grano de arena a luchar contra el cambio climático a través de la sensibilización y protección del patrimonio natural (fauna y flora) y cultural valenciano. L'Albarda en su origen era una finca citrícola que a partir de 1990 fue transformada en un gran jardín mediterráneo con 700 especies de plantas autóctonas, perfectamente planificado en torno a una gran casa que evoca a las villas italianas de los siglos XVIII y XIX. Pero es que, además, a lo largo y ancho de este vergel, durante nuestro recorrido nos topamos con numerosos ejemplos de arte relacionado con el jardín. La ordenación de lo vegetal es una forma de crear y por tanto una particular forma de arte. No hace falta mucha explicación de ello cuando visitamos los fastuosos jardines de Versalles o si no queremos ir tan lejos, la Granja en Segovia y sus extraordinarias fuentes, Aranjuez y sus paseos a pocos quilómetros al sur de Madrid o los maravillosos jardines de la Alhambra de Granada. Posiblemente el único arte para todos los sentidos sin excepción.

Recorriendo embriagado y sin rumbo fijo los caminos de adoquín de arcilla de este jardín, que evoca los antiguos jardines valencianos del Renacimiento y Barroco y que a su vez se miran en el huerto de origen árabe, imagina uno lo que debió ser el tan citado Huerto de Pontons, como ejemplo histórico, puesto que nos estamos remontando al siglo XVII. Aquel jardín que ocupaba terrenos de lo que hoy es el barrio de Patraix y que el canónigo valenciano llenó de esculturas en mármol realizadas por su admirado escultor genovés Giacomo Antonio Ponzanelli,  a quien conoció en Italia. En este lugar hizo construir una residencia palaciega y el jardín lo dedico a deidades mitológicas como Diana, Venus, Neptuno , Apolo o Morfeo. Abandonado tras su muerte aquel idílico lugar, algunas de las esculturas se colocaron por la ciudad en diversos jardines del centro como el Parterre, Viveros o la Glorieta. 

Enrique Montoliu y la fundación que preside quieren que su jardín sea también jardín de todos (recomendables las visitas guiadas) y un lugar de encuentro de las personas y también del arte y la naturaleza. Durante todo este tiempo ha ido a la búsqueda, nada fácil, de elementos escultóricos y fuentes ornamentales, puesto que el sonido del agua es también un elemento esencial en este maravilloso entorno. El agua es un protagonista más del jardín. Llaman la atención especialmente las fuentes de piedra y mármol de estilo barroco, adosadas al muro, con la elegante con decoración en volutas, así com de estilo neoclásico de configuración arquitectónica con frontón, algunas de las cuales están decoradas con preciosa azulejería valenciana del siglo XVIII con motivos florales envolviendo mascarones de los que emana discretamente el agua. Dejando a un lado la preciosa casa en tonos siena, el espectacular umbráculo, de clara impronta británica, emerge de entre la vegetación como una de las edificaciones más emblemáticas del jardín, albergando el único espacio con plantas de origen tropical. Mas humildes, aunque igualmente evocadoras, son otras pequeñas construcciones diseminadas por el entorno como una pequeña pérgola rodeada de naranjos con techumbre a cuatro aguas con teja azul, tan típica en la huerta valenciana que nos recuerda a las pequeñas capillas existentes en los cruces de camino. Después de todo esto, ¿qué puedo hacer sino recomendar vivamente la visita al jardín de l'Albarda si se dejan caer por aquella paradisiaca zona?

El jardín de l'Albarda está situado en el término municipal de Pedreguer, Urbanización La Sella, C/Baix Vinalopó, nº8. 

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