creatividad

¿Arte urbano desde casa? Una contradicción hecha realidad durante el confinamiento

Los artistas urbanos se reinventan durante la cuarentena con multitud de proyectos desde casa

30/04/2020 - 

VALÈNCIA. Hace casi dos meses desde que se decretó el estado de alarma y, de la misma forma, dos meses desde que los muros de València ya no tienen graffiteros que los pinten. El confinamiento también afecta a los artistas urbanos quienes, al igual que el resto de trabajadores de la cultura, se han tenido que reinventar durante el confinamiento. No obstante, esto no supone un gran problema para muchos de ellos, pues por muy duro que sea el encierro, la creatividad no se queda confinada. Artistas como Julieta XLF, David el Limón, Barbiturikills o Xolaka son muestra de ello. Culturplaza hace un repaso por esa reinvención de proyectos y trabajos. Todos ellos, cómo no, desde casa.

Julieta XLF

La artista urbana Julieta XLF es conocida por sus coloridos murales protagonizados por una niña rodeada de todo tipo de animales o elementos de la naturaleza. El confinamiento ha frenado en seco los proyectos que tenía entre manos, algunos de índole internacional en países como Bélgica o Italia. “Son proyectos financiados con fondos europeos, así que tendremos que esperar a ver cuándo podemos retomarlos”, explica. 

Julieta se ha tomado el encierro con bastante positividad. “Hace tiempo que me quería tomar unas vacaciones”. Ha utilizado todo esto para dedicar su tiempo a dibujar cosas “sin ningún objetivo concreto”, algo que normalmente "no se puede permitir”. “Últimamente trabajaba con mucho estrés, y es con esta libertad cuando disfruto y me surgen ideas nuevas”.

En esta dinámica, la artista urbana ha pasado de pintar enormes fachadas de edificios a los trabajos con tintas acrílicas y lápices de colores. “Todo sobre papel”, indica entre risas. Por otro lado, una asociación madrileña de street art le pidió que hiciera un directo pintando algo durante el confinamiento. “Decidí pintar una de las paredes lisas de la casa de mi madre”. 

También está pensando en crear un álbum ilustrado, con los dibujos de su personaje principal. “Creo que se puede sacar una buena historia, porque todas las ilustraciones tienen que ver con el mar”. Explica que, con esta crisis, su personaje ha ido menguando de tamaño, en aumento de los elementos naturales, que cobran ahora una importancia renovada. “La naturaleza ha tomado una gran magnitud en mis ilustraciones, y creo que ello tiene que ver bastante con la situación que estamos viviendo”. 

Y si Julieta XLF siente esa necesidad de plasmar la importancia del entorno natural en sus obras, es también porque “parece que lo hemos alejado de nosotros”, así que busca una “reconexión con la naturaleza desde el respeto, el cariño y el cuidado”, sin olvidar, claro está, a su protagonista principal, la niña que representa “la figura de la mujer en la historia, en la vida y en el día a día”. Todo ello reflejado a través de colores “muy vivos”, que buscan generar una fuerte “sensación de optimismo”.

Si algo le ha resultado un tanto difícil de llevar durante el confinamiento, eso es el apremiante apego hacia las ilustraciones que está creando. “El arte urbano es distinto, es de carácter efímero, y eso es lo bonito”, revela. “Poder pintar donde ya se pintó, el hecho de que los trabajos se vayan deteriorando y que no haya pretensión de mantenerlos; me parece que nos ayuda a ser conscientes de que no estamos aquí eternamente y que, por tanto, hay que valorar el ahora”. La cuarentena, de esta forma, le está ayudando a trabajar el desapego por sus ilustraciones.

David el Limón

Cualquier valenciano habrá visto en alguna pared de la ciudad al conocido ninja enmascarado de David el Limón. Desde hace alrededor de seis años, el artista urbano ha ido dejando su firma por edificios, muros e incluso contenedores o buzones. Es evidente que con el confinamiento se ha interrumpido ese creciente universo de ninjas que David se dedica a plasmar por València, pero aún así, tiene otras cosas entre manos. 

En primer lugar, en la web de Pitiminís, la empresa de decoración artística, ya están disponibles las figurillas de su personaje, que ha confeccionado junto a otros artistas. En la misma web también se vende una serie de láminas con dibujos de sanitarios (evidentemente, con la estética del ninja), cuyos beneficios irán íntegramente dedicados a Cáritas, con el fin de abrir espacios de uso residencial para personas sin hogar o de facilitar la llegada de medicamentos a personas confinadas que los precisen.

Por el momento, algunos de sus proyectos se han cancelado y otros han quedado en el aire, así que David el Limón ha aprovechado estas semanas para empezar a ahondar en la imagen digital. “Estoy empezando a hacer animaciones con mi personaje”, explica. Y por otro lado, también está aprovechando para crear personajes nuevos“ dirigidos al público infantil”. “Mi idea es hacer un cuento, pero como esto no se trata de un encargo y es algo más laxo, lo estoy llevando con tranquilidad”. 

Por lo que respecta a la crisis que vendrá tras el coronavirus, David la encara con calma. “Tengo varios clientes a la espera de obras originales, y las galerías han estado intentando mover la producción cultural de forma alternativa -cuenta haciendo referencia a las iniciativas culturales de ofrecer contenido online-, así que estoy viendo dónde meterme.

El popular ninja de David el Limón es, según él, “la viva representación de la libertad de pintar en la calle”. Busca reflejar todo “lo positivo que tiene el arte urbano”, y para ello, en muchas ocasiones viene con un corazón en el pecho, que representa “el buen rollo”. Como indica, el ninja “no es un personaje en sí, sino la firma de quien lo hace”. 

Barbiturikills

Barbiturikills lleva más de diez años pintando los muros de la ciudad de València. Su dibujo por antonomasia es aquel pequeño conejo rosa, a primera vista gracioso e inofensivo, quizás con grandes dosis de lo primero, pero sin un pelo de lo segundo. La artista explica que lleva bastante bien el confinamiento. “Estoy preocupada por la situación, pero me ha servido para tomarme un descanso”. “Igual tengo un poco de síndrome de Estocolmo, porque estoy muy a gusto en muchos sentidos”, añade riéndose. 

Sobre todo se refiere al hecho de que, al no tener suficientes ingresos como para vivir del arte urbano, trabaja también de secretaria y asistente personal. El tiempo extra del que ahora dispone (pese a continuar teletrabajando), lo dedica a varios proyectos. “Justo ahora me voy a poner a dibujar el boceto para pintar el interior de un centro de mediación en Mislata. Los ayuntamientos están empezando a retomar muchas cosas, y esta ha sido una de ellas”. Por otro lado, Barbiturikills ha confeccionado una baraja de tarot con su conejo como protagonista. “De vez en cuando hago un horóscopo divertido. También he hecho directos de Instagram tirando las cartas”, cuenta. 

No obstante, la artista urbana también advierte de que, tanto ella como los integrantes de su taller, están sufriendo “una crisis creativa importante, de falta de ideas”. Justo antes del confinamiento, como explica, se abasteció de material para pasar la cuarentena. “Tenía un cómic empezado y pensé en retomarlo, pero hice tres páginas y me di cuenta de que no estaba teniendo buenas ideas”. Por otro lado, también está aprovechando para practicar dibujos “más elaborados”, que le sirvan de experiencia para futuros proyectos. 

Los conejos que pinta Barbiturikills suelen llevar una reivindicación de fondo. “Es una figura muy tierna, pero es ácida. Reivindica de forma amable, pero tiene de fondo temas políticos, trastadas o incluso connotaciones sexuales (esto último, haciendo referencia al mural que hizo de una orgía de conejos para un sex shop del barrio del Carmen. “El graffiti es invasivo, por muy amable que sea", explica. También cuenta que los alrededores de su casa están plagados de conejos, pues no le gusta que “la gente pinte dibujos agresivos”, así que cuando ve un hueco, baja y le pinta un conejo.

Xolaka

Xolaka lleva más de siete años pintando murales en las calles, pero mucho más tiempo dedicándose a la pintura. En sus obras hay un fuerte componente realista, y el confinamiento le ha servido para volver -durante este periodo de tiempo- al óleo. También él está llevando todo esto con bastante normalidad. “La vida del artista no es tan diferente, estoy encerrado pintando”, cuenta. “Y como di mis primeros pasos en el cuadro, me está viniendo bien”.

Antes del confinamiento, el artista urbano ya tenía dibujados los diseños para un mural en una finca de Aldaya y otro en Pego. Estos proyectos han quedado parados por el momento, pero dice que, ante la desescalada,  ya se está empezando a volver a hablar de fechas. Ahora se dedica, fundamentalmente, a pintar cuadros para una exposición. “Es un proyecto en un hotel de Teruel -explica-. Como en un tiempo no se va a podrán visitar museos y exposiciones como antes, el propio hotel expone las obras. Me pareció una idea muy interesante. A los artistas nos toca reinventarnos”.

También ha estado subiendo a su cuenta de Instagram dibujos de personajes de series como Breaking Bad o Juego de Tronos“Algunos han sido pos encargo, como el de Walter White, que fue fue para un estudio de tatuajes; y otros los hago por gusto. Como la gente está aprovechando el confinamiento para leer y ver series, esto es un pequeño guiño”.

En sus obras, Xolaka suele dibujar caras de forma muy realista.“Lleva su trabajo. Es un proceso de capas y transparencias que lleva tiempo. Hay muchos detalles, aunque tampoco tardo tanto. Un cuadro pequeño lo puedo pintar en dos o tres días”, explica. Los colores son siempre grises, y muchas veces las caras que pinta están basadas en fotos hechas por él mismo. “Busco la cara exacta para transmitir el mensaje que tengo en la cabeza".


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