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Elías Taño: "Me encantaría que pintáramos todas las paredes de Fanzara de negro, el color de la censura"

20/07/2024 - 

VALÈNCIA. Tal vez no todo el mundo en València conozca el rostro de Elías Taño, pero seguramente todos han visto alguna vez uno de sus murales. Cualquiera ha podido oír qué acumula varias censuras institucionales por hacer “arte panfletario”, como él le llama. En las calles de esta ciudad y de toda España navegan sus camisetas y tote-bags, con mensajes como “Sempre antifeixista” o “Palestina Libre”. Entre las casetas de la última Fira del Llibre, una de sus ilustraciones se alzaba entre la exposición ‘Quan Gaza clama’. Tal vez no todo el mundo en València conozca a Elías Taño, pero es complicado no reconocer sus ilustraciones, sus murales.

Elías Taño (1983) empezó a pintar en la calle en 2016, aunque no recuerda desde cuándo comenzó a dibujar. No obstante, lleva haciéndolo sin pausa desde 2011, tras un parón: “Me comí con patatas el discurso de que había que estudiar algo que diera de comer y me ofreciera estabilidad económica, así que en lugar de estudiar Bellas Artes, que es lo que había querido toda la vida, estudié Diseño Gráfico” recuerda Taño. No obstante, eso fue tiempo atrás. En 2016 todo cambió, cuando conoció el mural: “Desde que me di cuenta del poder que tenía, casi al instante, supe que era el medio de comunicación en el que yo quería trabajar, porque era el que estaba más en contacto directo con todo el mundo. El más democrático y el más político” afirma Taño.

La inocencia de sus primeros murales, a pesar de ser políticos, dista mucho de la politización de sus actuales obras. Desde la eliminación de su mural sobre el caso Alsasua en 2018 pasando por la más reciente censura de su mural en Villalba con la frase “Maldito seas estado de Israel”, entre otras. Pero aquí no acaban sus polémicas. El festival de arte urbano, MIAU Fanzara, no se está celebrando este mes debido a una ordenanza que promovió el nuevo gobierno del municipio, liderado por Marc Diago (PP). Este propuso que el ayuntamiento revisara los bocetos de las obras del festival para aprobarlas antes de su realización. La ordenanza fue motivada tras la elaboración en Fanzara de un mural por Elías Taño, que llevaba la frase “La única patria digna de este país sigue en cunetas”. Taño conversa con Culturplaza sobre el arte urbano, su politización, el MIAU Fanzara y las consecuencias que tiene el mural en su actividad como profesional del arte.

Taño ha dejado huella de su arte en todo el mundo. Desde varias partes de España hasta países de Latinoamérica, sus ‘ninots’ gritan por la clase obrera y trabajadora. El artista recuerda cómo una vez, un militante del colectivo Hijos de Guatemala le dijo “‘primero la política y luego el arte’, y no puedo estar más de acuerdo con esa expresión” —declara el artista—. “No lo puedo ver desde otro lugar. Entiendo que muchos artistas no hagan nada político, por mucho que sean militantes a nivel personal y estén afiliados a partidos. No lo comparto, pero me parece una forma mucho más inteligente para habitar en este mundo”.

El muralista reconoce que ser tan abierto políticamente con su arte y haber convertido a este en “panfletario” le ha cerrado varias puertas. “La izquierda de este país siempre ha gobernado para la derecha”, declara. A mí me han dejado de lado totalmente como artista, amenazado por la ultraderecha, amenazado de muerte y con muchos y serios problemas con gente que no es pacifista. La izquierda política me ha dejado de lado totalmente. Ahora me apoyan, pero cuando estás gobernando también tienes que contar con los tuyos, porque si no, estás gobernando con la derecha”.

Taño se considera un nostálgico de cosas que no vivió, “como cuando las paredes eran pura política”. Él no busca que sus murales queden bonitos en las paredes donde los pinta, busca que la gente hable: “Es lo que me molesta cuando los tapan, que se deja de hablar de ellos. Lo que me interesaba de mi mural en Villalba es que la gente hablara de Palestina. Lo que busco en un mural es que realmente se genere un diálogo social entre la gente, una conversación aunque sea tomando un café, unas birras… Me interesa que se hable, que se discuta, que se rompan relaciones familiares si hace falta. Que te remueva y genere diálogo político”, ese, para él es el sentido del arte.

El arte urbano, para Elías Taño, es muy reconocido en València, no solo por la sociedad, sino por ser la cuna de artistas como Escif o Julieta XLF: “El arte es muy importante para la sociedad en general” —afirma—. “Hay que celebrar que los museos se llenen de gente, como el IVAM o el Centro del Carmen, y el arte mural en la calle es otro escalón más para que todo el mundo participe en el mundo cultural de forma activa. La cultura es un derecho, debería serlo”.

No obstante, Taño, en estos últimos años, ha decidido no pintar murales en zonas tensionadas de la ciudad y barrios céntricos de València: “me da vergüenza que utilicen mis murales como photocall” reconoce, a la par que considera que pintar la periferia es una obligación moral para él como artista. “Como siempre pasa en el arte de la calle, este está supeditado a las lógicas comerciales del lugar” —confiesa Taño—. “El arte mural ha agravado situaciones de expulsión de vecinos, llegada de turistas y ha generado un espacio de gentrificación”. Generar discordia e incomodidad con el arte pueden ser la solución a que el muralismo no contribuya a un proceso de ‘turistificación’ y gentrificación de los barrios: “si tu arte no es complaciente, no tiene por qué ser un agente gentrificador”.

Elaborar murales a través de procesos colectivos con la comunidad donde se realizan es uno de los tipos de creación que Elías Taño más disfruta, porque lo que dice el muro que acaba teñido de colores no es lo que el artista quiere, “sino lo que la comunidad quiere”. “El arte tiene sentido si tiene sentido para tu comunidad” ratifica.

A pesar de no ser un proyecto colectivo, para él crear en Fanzara fue una experiencia inolvidable. “Es un proyecto que habla sobre las personas, que hacía convivencia entre artistas, vecinos y vecinas. Cuando yo llegué, la gente me decía ‘por el mural no te preocupes, si no lo acabas te quedas más tiempo’. Lo que importaba era la convivencia. Las comidas las hacíamos todos juntos, dormías en casas de los vecinos y vecinas de allí. A mí me acogió una familia, almorzábamos, cenábamos, siempre en comunidad”. Para él la pérdida del MIAU Fanzara no se trata solo del arte o las obras que se pierden por no realizarse, “sino que se ha perdido un proyecto social, que vertebra un municipio y que lo hace referente”.

La culpa es una emoción que no puede evitar sentir por la no realización definitiva del festival durante estas semanas de julio. Una “culpa cristiana”, como la define, porque “ha dejado de hacerse un proyecto que era muy necesario a nivel cultural y social”. A nivel profesional y personal, por otro lado, la cancelación del festival también le afecta. “Es un paso más allá en la condena al ostracismo de mi trabajo. Me llegan menos contratos y tengo menos oportunidades laborales, y no lo digo para victimizarme, esto es una realidad” —argumenta—. “Cuando tu discurso político va en contra de la hegemonía cultural que impera en nuestro orden social, eres un artista sin posibilidades profesionales”.

Ahora reconoce, en la incertidumbre, que siente culpa no solo porque a él no le ofrezcan trabajo, sino porque con la cancelación del MIAU, sus compañeros se ven afectados laboralmente. “El MIAU genera muchos puestos de trabajo, no solo para los artistas. En el pueblo había un bar antes de que se comenzara a celebrar el festival que estaba a punto de cerrar. Ahora hay dos bares, y eso puede perderse si la ordenanza no se frena” declara.

Los trazados del MIAU pintaban un pueblo entero y no solo las paredes. Pintaban a los y las artistas que llegaban, al vecindario, a los comercios y escribían con colores la historia de un pueblo. Ante la ordenanza, no obstante, Taño no solo siente culpa, sino también, un deseo de justicia en favor de la libertad de expresión. “Hay acciones legales por parte del MIAU para tumbar la ordenanza, pero si esa vía no lleva a un punto muerto me plantearía hacer una acción” —declara Taño—. “Me encantaría pintar todos los muros de negro, que mis compañeros y la organización me apoyaran y los pintáramos juntos. Que todos vean el color de la censura, de las políticas que van en contra de la libre expresión”.

Elías Taño tiene claro el mensaje que transmiten las autoridades con este tipo de acciones y prohibiciones: “El arte urbano es un arte muy potente, por eso lo censuran. En una galería y hasta en un museo, si me apuras, puedes decir lo que quieras, pero parece que en el espacio público, no”.

El arte mural, su arte panfletario, para él, es de las muestras de arte más democráticas que existen. Llevar las obras a galerías y museos “eleva ese arte y de pronto lo convierte en una cosa para ciertas personas con cierto nivel cultural, y no para todo el mundo” —considera Elías—. “No creo que el arte de la calle deba ser infinito y conservarlo me parece absurdo. Ni siquiera considero que cuando ocupas un espacio en la vía pública ese espacio se convierta en tuyo”. Si cualquiera le preguntara, afirma, cedería los espacios. “No quiero apropiarme, no quiero privatizar lo que es un espacio público visual” declara.

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