Nació como agencia de viajes y cafetería, pero ahora, mientras Valeria diseña escapadas a medida, Luca crea platos vegetarianos en su peculiar restaurante ubicado en San Juan (Alicante), en el que también imparte inspiradores cursos de cocina emocional vegetal.
Luca del Negro, italiano, es cocinero, y Valeria Ferreyra, argentina pero alicantina de adopción, agente de viajes. En 2018 decidieron pedir una excedencia en sus respectivos trabajos para cumplir uno de sus sueños: hacer un viaje de tres meses por Asia visitando cinco países (Tailandia, Camboya, Laos, Myanmar e India). Fue entonces cuando empezaron a fantasear con la idea de crear algo nuevo, de juntar sus dos profesiones en una agencia de viajes no convencional, con un trato muy personalizado y cercano e itinerarios creados de la mano de proveedores locales con la idea de, en un futuro, acompañar a sus propios grupos. La gastronomía también entraba dentro de sus planes, aunque ha ido evolucionando desde la cafetería que abrieron en un inicio hasta lo que es hoy Banaras Restaurante, con una propuesta de cocina vegetal inspirada en sus viajes.
“Nada más acabar la formación en hostelería, me interesé por la cocina energética macrobiótica, pero por recomendación de mis profesores empecé a trabajar en un conocido restaurante donde pude aprender todo lo que sé en cuanto a técnicas y gestión de cocina. Después de viajar por Asia y de llevar durante un tiempo la cocina de un restaurante vegano, me acerqué definitivamente, y para siempre, al mundo vegetal”, explica Luca a Guía Hedonista.
Su pasión se palpa en cada uno de sus platos: burrata primaveral con paté de guisantes, endibia al vapor con cremoso de zanahoria y agua de mar o natillas de algarroba, dátiles y té matcha. Pero también se percibe en sus cursos de cocina emocional vegetal, que son una experiencia que te inspira a comer de una manera muy coherente, donde priman las técnicas de cocción que respetan el producto desde un punto de vista nutricional y la belleza en los emplatados. “Quiero que me recuerden como el cocinero que le habla a los vegetales”, ríe.
“Me apasiona todo lo que tenga que ver con el mundo energético y espiritual. En unas clases de Chi-Kung allá por 2016 me hablaron de un documental llamado Los mensajes del agua de Masaru Emoto y entonces empezó a coger forma la idea de relacionar y entrelazar alimentos, emociones, formas de cocción y muchas más variantes, como la numerología en las proporciones de las recetas para crear platos únicos que, al final, nos van a nutrir”, reflexiona. Y así es como creó los talleres estacionales, desde una mirada ayurveda, en los que habla de energía, técnicas, sabores y alimentos de temporada a través de cinco sencillas recetas para poder replicar en casa. Su leitmotiv es "Baja el fuego, baja las revoluciones", ya que hace hincapié en que la cocina vegetal puede ser una herramienta potente para aflojar el ritmo de nuestro día a día y para vincularla con nuestras emociones. En el curso de primavera, aprendimos que todo es energía y vibración: “somos lo que comemos, pensamos y sentimos”, dice Luca. Un caldo vegetal de apio y jengibre, cuyo secreto es el proceso; un timbal de quinoa, calabaza y cúrcuma; un kitchari de lenteja roja o un milhoja de manzana son algunas de las elaboraciones primaverales con las que consigue que sus alumnos abran la mente a un mundo vegetal por el que contagia su fascinación.
Mientras, en Banaras agencia de viajes, Valeria se encarga de confeccionar viajes de manera personalizada, como si fuera un sastre diseñando un traje a medida, con sus pruebas, cambios, arreglos y, finalmente, detalles. “Nos gustan los viajes pensados, que cumplan con los requisitos que necesitan y buscan en ese momento nuestros clientes. Esto no significa que sean viajes de lujo o de precio elevado, que también los tenemos, sino que son viajes adaptados a un presupuesto previo que se ha consultado con el cliente. Siempre que podemos, trabajamos directamente con nuestros corresponsales en destino, lo que nos permite una gran personalización. Lo que tenemos claro es que los viajes necesitan ser diseñados y posteriormente trabajados junto a los viajeros, no se trata de dar un presupuesto y acertar a la primera: es un trabajo en equipo para dar con la escapada perfecta”, reflexiona.
Ir a Banaras es como entrar en el salón de la casa de alguien que te aprecia mucho. El ambiente es calmado, el trato es cercano y los platos tienen una historia que Luca cuenta (siempre que puede) al presentárselos al comensal. Y avisan: “Banaras no es un sitio para quienes tienen prisa y necesitan comer rápido”. Aquí se viene a disminuir las revoluciones, a pausar por unas horas el ritmo frenético de nuestro día a día y a dejar que Luca se encargue de nutrirnos con su cocina emocional vegetal mientras fantaseamos con alguno de sus viajes.