Bueno nanos, ya casi está, lo rozo con la punta de los dedos. Los bares vuelven a estar abiertos. Cierto que solo hasta las seis, y cierto que solo las terrazas, pero bueno, penalty-gol es gol, el que no se consuela es porque no quiere, y yo ya puedo salir a tomar algo.
Me estoy montando un documental en mi cabeza, en el que yo soy, no sé, Richard Attenborough o Jon Sistiaga, y voy por los bares de mi vida para ver cómo les ha tratado el tiempo. En esta entrega voy a ver qué ha sido de la Bodega Fila.
¿Os suena? Lleva ahí desde los 70. Tienes que saber un poco a lo que vas, porque Fila es un estado mental. Cada vez que iba a ver un concierto en Matisse o en WahWah, la previa siempre era en el Trébol o allí. Bodega mítica, sin cocina, siempre necesitada de una bayetita y siempre llena hasta los topes. El otro día cuando entré, había una camarera mosqueadísima contándole a un cliente lo de que habían hackeado la página del SEPE.
La decoración (¿?) sigue siendo la misma, barriles gigantes, máquina de tabaco, una orla de filología y una bandera, porque la Bodega Fila es España dentro de España.
Hola. Unas cervezas, por favor. ¿Qué tenéis de comer?
Jamón, chorizo, caballa…
¿Tenéis carta?
No. Jamón, chorizo, atún, anchoas…
Perfecto, pues todo eso.
A los pocos minutos nos llegan tres platos con raciones generosas. Uno de jamón, uno de atún y el otro de anchoas.
A ver…todo es batallero pero funcional. El jamón lo acaban de cortar, es serrano y está tierno, se deja comer muy tranquilamente. Los lomos de atún son gigantérrimos, y las anchoas no tienen espinas. Es tal y como lo recordaba, lo mejor que le puede pasar a un estudiante un viernes por la tarde. Viene todo con una cestita de pan a rebanadas, y unos palillos.
¿Algo que digas…por esto volvería? Gastronómicamente no, pero ya te digo, es como cuando echan los Goonies y te quedas a verla.
Caen las primeras cervezas. Veo que varias de las mesas de nuestro alrededor tienen unos porroncitos pequeños de vino y se me antoja uno. Imagino que al ser una bodega, tendrán varias opciones de vino por copa, o por porrón.
- Perdona ¿Me pones un vino, por favor?
-¿Tinto?
- Sí.
Giro de 180. Se va.
Pues no había tantas referencias.
Junto con el vino, nos llega un variadito de embutidos, unos boquerones, y unas olivas ensartadas en pepinillos.
El megamix de embutidos sigue la tónica de la primera ronda, de hecho, el chorizo parece que esté hecho con plastidecor, y la morcilla con ceras Manley. En ningún momento se nos ha ofrecido la posibilidad de algo ibérico o de una calidad un poquito superior. ¿Será que no hay, o que tienes que pedirlo específicamente, y lo tienen guardado en una vitrina de esas que se abren girando dos llaves a la vez? Es igual, va entrando. El vino que me han traído es muy blandito, dulzón, prácticamente zumo de uva.
Hay muy pocas mesas en la terraza que han podido improvisar en el callejón. Todas están ocupadas por chavales. Concretamente en la de al lado hay una pareja de amigos que van por el segundo porrón. Ella se toca el pelo con mucha tontería, creo que le mola pero que se va a comer un ril.
Para rematar el día decidimos pedir una de lacón. El lacón es el Jamón de york foodie. Claramente la motivación del camarero iba decayendo, porque la tercera bandeja de pan llegó sin cortar. Había un trozo de pan herido por arma blanca, con varios cortes transversales que no llegaban a separar las rebanadas. El plato venía con aceite y pimienta recién molida.
Cuando pedimos la cuenta nos dicen que 37,5€. Seis platitos, cinco tercios y un vino. Todo cuadra.
Entonces, recapitulando ¿Es un sitio molón? Sí
¿Es un buen sitio para ir adrede a comer? Ya si eso te lo miro.
Si te pillas una botella de vino que esté bien, te lo abres allí, y te lo bebes con un queso que funcione, pues oye, la vida es para ti. Para echarte una cervecita a mitad tarde con un platito de jamón y oye, que rico todo, pues también, pero creo que le falta un poco de variedad. No obstante, es un sitio al que hay que ir al menos un par de veces al año. A tope con ellos.
Goza de amplio aparcamiento.