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publica 'la memoria infiel'

Carmen Amoraga: “La literatura imita, corrige y mejora la vida”

10/10/2024 - 

VALÈNCIA. Igual que las madres no puede elegir a sus hijos, la autora Carmen Amoraga no elige lo que escribe en sus libros. Cuenta que nunca se ha parado a pensar conscientemente sobre lo que quiere escribir y son los temas los que le "eligen". La autora, y también madre, publica ahora, de la mano de la editorial Espasa, su novela La memoria infiel, en la que aborda la maternidad como eje clave para hablar de la vida, la memoria y el rencor. 

Lo hace a través de Salomé, hija de Ana, quien un día cualquiera recibe una llamada de la funeraria de su pueblo anunciándole la muerte de su madre. En este momento, madre e hija llevan sin hablarse más de veinte años, pero esta noticia revuelve la conciencia y la memoria de Salomé: ¿Cómo serían los últimos años de su madre?, ¿quién era realmente? Amoraga busca responder a estas preguntas adentrándose en 'la memoria infiel' de sus personajes para reflexionar sobre el “amor incondicional entre madres e hijas” y hablar sobre la vida que le rodea. 

En la novela habla de las personas que “hacen lo que pueden con lo que tienen”. La escritora, que siempre ha tratado la maternidad en sus novelas, ahora se hace cargo del relato como autora y madre tomando esta figura como protagonista: “Al ponerme yo en ese lugar, me di cuenta de que, para mí, mi madre era solo eso: una madre, no una mujer. No era una persona que tuviera un bar, ni que fuera a comprar, ni que tuviera amigas… era mi madre y ahí empezaba y acababa su vida”.

“Empecé a reflexionar sobre ese desconocimiento que tenemos sobre los padres y lo importantes que son para nosotros. Pensé en ellos, los que siempre están pendientes de tener un plato de comida, los que nos dejan la ropa limpia y los que firman siempre las notas del colegio; también "los que hacían sentir a sus hijos queridos". “Me centro en escribir sobre la herida dentro de esas relaciones desde mi punto de vista”, añade. Para ello, Amoraga sitúa a los personajes secundarios de la novela como principales, convirtiéndoles en el único testimonio real de quién era Ana, una persona diferente a la que recordaba Salomé. 

Lo hace sirviéndose de “la mirada de los otros para comprender a la protagonista”, siempre siguiendo una línea de recuerdos e historias que resultan coherentes para el lector, la madre y la hija. “No puedes escribir un libro si no es coherente o verosímil, tiene que seguir el principio de la causalidad. En mi novela me centro en que todo sea producto de algo que tiene un efecto después”, y que genera cierta justicia poética, al menos en esas páginas: “Para mí la literatura imita, corrige y mejora la vida. Se rige por principios que me gustaría que funcionaran en la vida real”.

Entre los recuerdos distorsionados de Salomé, la realidad de los últimos años de vida de Ana y la perspectiva de quienes les rodean, Amoraga logra que la hija se pueda perdonar a través del relato. Consigue que la historia le sirva como terapia con frases como “mi madre dejaba huérfana a la niña que yo fui”. De esta manera, Amoraga divide a las protagonistas en dos etapas vitales: de madres e hijas a adultas con sus vidas independientes. 

“Son como cuatro personajes que se ven cuando están mal y cuando están bien y que se miran con misericordia”. Centrándose en “la familia como el refugio y la memoria” como los dos pilares de la novela, Amoraga busca descifrar cómo nos relacionamos con nuestros recuerdos y qué influencia tienen sobre nosotros. Con todo esto, compone una novela sobre cómo el recuerdo puede parecer un hogar desmoronado que se va reconstruyendo con el paso del tiempo. 

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