Toledo bebe vino

Catando y contando un día en la mejor compañía

Hoy es viernes y, por supuesto, se bebe vino. Pero no en lugar o con compañía cualquiera, que nos vamos a Toledo y con amigos.

24/05/2024 - 

Hablamos del evento organizado por el querido Raúl Vinnac en el Centro Cultural San Marcos. Con previa en Las Esparteras y post en La Clandestina, casi nada, monada. Rodeados de las bodegas de nuestros amores, allí, con sus vinos mejores. De aquí, acá y acullá, pero que no falte de . Que vamos a pasarlo estupendamente y empezamos rapidito, porque hay mucho que catar y contar, comenzando con La Servil 2022 (Bodega Cerrón) y sus viñas serviciales. Monastrell de Jumilla en paraje crujiente y persistente. Lo más lejos posible de ser corriente porque sí, es muy diferente. De cepas casi olvidadas que después de este trabajo serán mucho más que recordadas. Hasta llegar a ser amadas con sus cositas especiadas y con unas tostadas como aliadas de un queso de cabra frito con tomate.

Nos vamos un ratito a nuestro Cádiz con La Barajuela 2017 (Bodegas Luis Pérez). Concentración y oxidación bienvenidas desde el sol y más allá. Extremismo con la ponderación de la moderación que aporta la elegancia. Fragancia a la constancia de lo infinito. Desde la perpetuidad y hasta este día. Porque no hay tu tía, esto se bebe con toda la alegría junto a una de atún encebollado.

Seguimos en la zona con el Agostado 2016 (Cota 45). Perruno, uva rey y palomino de trago fino. Salino de intuición que provoca emoción. Con su asoleo medido y los rayitos que se enfilan con lo suyo de afilado, pero redondeado. Y aunque podría ser amielado, resulta sequedad de la que preferimos, casi siempre y para qué hablar si es con unas tortillitas de camarones.  

Cambiamos de tercio a lo loco y en el Alto las Cuestas 2018 (Cantalapiedra Viticultores). Garnacha de Rueda que gira y gira con algarabía. Montecillo rodeado de sus hierbas creciendo entre piedros y arena. La que pisamos en paseo cogidos del brazo cual matrimonio de antaño. Viendo pasar los rebaños de ovejitas lindas. Acerbo cerezoso que abrimos con un choricillo frito. 

Galicia nos recibe con los brazos abiertos y su Tras da Viña (Zárate). Albariño que otea el sur abriéndose paso desde suelos de profundidad tan orgánica como mágica. Carácter único de toques agrios y mucho por vivir. Elixir capaz de ser en lo que se convierte, luchando contra el frío y la lluvia. Lo de ser distinto, imposible de copiar y un sin par con una de berberechos gordotes. 

El Soplón de Albillo Real 2021 (Bodega Finca Fuentegalana) nos sopla al oído que está genial. Frutas blancas y seriecillas que te hablan con sinceridad y cariño, aunque pueda doler. Porque es directo y con acidez a la vez que escucha sin parar en cualquier lugar. Para fiesta y barbacoa, en reuniones más privadas o en esa soledad muy necesaria tantas veces. Y lo deseamos con creces en todos esos momentos y más con unas sardinas de latería fino.

Volando alto de un salto

La Señora de las Alturas Blanco 2022 (Viña Zorzal Wines) nos coge con sus garritas navarras para llevarnos al mismo cielo. En vuelo ligero entre la viura y la garnacha. Revueltas, que no agitadas, pero revoltosas un rato. En eso de ir alcanzando la madurez sin necesidad de volverse intensito, que nuestro pajarito es un bendito. Lo escrito hace ya tantos años, de viaje en viaje, tan guapo que ahora es perfección con un cardo guisado. 

Nos ponemos en plan cabritas alocadas con el Komokabras Espumoso Ancestral Gran Cru 2021 (Komokabras). Espumoso de albariño saltarín de hacer malabares y cabriolas. Como una ola que llegó a mi vida y de la que, por mucho que nos vayamos, no habrá despedidas. Hasta luegos ancestrales llenitos de chispas cremosas. Con enseñanzas de buen panadero, sus levaduras y cómo tener la paciencia para que crezca al lado de unas chuletitas. El Calambur Malvar 2018 (Recuero & Co.) es excursión a ese Toledo que nos acogió para darnos lo más presiozo. Con esa pielecilla suave y peluda. Medio naranja y tan mimosa. Que igual te da mimos que un zarpazo aceptado ante tan agradable trago. Con profundidad que toca la naricilla despertando sensaciones y un resinoso gracioso que lo pone en gracia con unos zarajos.

Ahora trepamos a los montes de Liébana con el Juntos. Vino colaborativo entre Isa Orulisa y Goyo García Viadero. De mencía de tama y pumareña, toma esa, que con estos detalles se nos quita la pereza. Pueblo con lo suyo de rústico que debe ser así, sí o sí. Porque ofrece paisaje, vistas y corazón. Taninos de los que se te agarran muy adentro para que pidamos que nunca se nos despeguen y menos ante un cocido lebaniego, cómo no.

Volvemos al sur, a Chiclana, con el Socaire Oxidativo 2018 (Primitivo Collantes). Tradición puesta al día y de qué manera, tía. Largura infinita y el mar en nuestras manos. Arrumacos de hamaca que nos balancea en máximo relax. Con sus manzanas y un manto de césped que invita a pasear descalzos para acabar desplegando una mantita ligera en la que sentarse a comer un bocadillo de atún en manteca. 

Terminamos con Germán y su La Truena Godello 2022 (Casa Aurora) porque sabemos que así nada irá mal. Porque tiene el mundo a sus pies. Con finura, gentileza, fuerza e intensidad. El espíritu del ganador con sus cítricos pidiendo ser protagonistas y todo el conjunto compensado para que no haya aristas. Cosas de artistas de los que inspiran y más si nos dan una de pulpo.  

Despedida de las de mucha penita, pero que se vuelve hasta bonita cuando pensamos que el año que viene se repetirá. Ajolá