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DE MODAS

Cuando la moda es un uniforme de trabajo

1/05/2018 - 

VALÈNCIA. Los uniformes sirven para estandarizar la manera de vestir, realizar un trabajo concreto y también para destacar entre el resto. A lo largo de la historia, la moda en los uniformes de trabajo ha ido variando y adquiriendo distintas connotaciones. Sorprendentemente, ahora que todos intentan diferenciarse del resto por su manera de vestir, no hay mejor manera de hacerlo que creando un uniforme personal.

Moda y uniformes a lo largo de la historia

¿Qué tienen en común un estudiante de un colegio privado y un militar? Que ambos visten un uniforme que los diferencia del resto y, a su vez, los hace pertenecer a un grupo concreto de personas. A lo largo de la historia, más allá de los uniformes propios de algunas profesiones como policias, médicos, carteros, militares etc ha habido diversos intentos de unificar la vestimenta de la sociedad. Por ejemplo, los comunistas, que no destacaban por su estilo, lo intentaron varias veces y fracasaron en su lucha idealista por un uniforme cuando Mao instó a sus seguidores a usar una especie de túnica desaliñada para igualar a las clases. Los régimenes totalitarios siempre han cuidado su imagen a través de sus uniformes militares teniendo en cuenta todos los detalles para transmitir una imagen de poder y seguridad. Quizás el uniforme nazi es el mejor ejemplo de búsqueda de poder y control a través del diseño -de Hugo Boss- de sus uniformes. La respuesta en clave de moda ante ellos, durante la ocupación alemana de París fueron los zapatos de plataforma que llevaban  las parisinas a modo de protesta. “Podreis ocuparnos pero no nos quitareis el estilo”, gritaban las francesas desde las alturas de sus zapatos ante los impolutos y terribles uniformes nazis. 

Los uniformes provocan una respuesta de resistencia porque tienen ese aspecto de dominación y control. Peor resulta cuando estos son impuestos y consiguen que la persona se convierta en lo que quiera el poder establecido, eliminando la expresión individual. Los uniformes se pueden usar y se han utilizado a lo largo de la historia para dar y quitar poder a las personas.

En el sector militar y en otras industrias, las insignias, las rayas, los colores y los símbolos comunican instantáneamente al que lo ve a quién tratar con el mayor respeto y autoridad y quién está por debajo de ellos. Eso puede ser tan inocuo como un empleado de comida rápida con el logo de su empresa, pero también se puede usar en situaciones sociales para controlar grupos de personas, identificarlos y marcarlos. Si eso entra en la vida cotidiana, es cuando los uniformes se vuelven peligrosos.

Más allá del aspecto social e histórico de los uniformes, la moda siempre ha estado estrechamente vinculada a ellos. De una forma directa en su creación y también inspirándose en los uniformes profesionales para hacer su propia reinterpretación. Los diseñadores nos suelen intentar convertir con sus propuestas en exploradoras, pilotos, granjeras, colegialas, tenistas etc. temporada tras temporada. Los uniformes son una constante fuente de inspiración para la moda temporada tras temporada. Así como también la moda está presente, aunque no lo creamos, en los uniformes profesionales. 

Marcar la diferencia vistiendo tu uniforme personal

 

El uniforme es un potente ecualizador que iguala a la misma categoría a todos aquellos que lo visten. Nivela y también diferencia al grupo uniformado del resto de personas. Unifica jugadores, boy scouts, policias, militares, médicos, bomberos y colegiales, sólo por citar algunos ejemplos. Los uniformes denotan poder, rango y afiliación. Mandan un mensaje potente de “nosotros y el resto” que nos asegura, ya sea con comodidad o indiferencia, quién está de parte de quién. 

Entre la gente joven y tribus urbanas resulta curioso porque muchos parecen llevar un uniforme. Un hipster, por ejemplo, no quiere parecerse a otro chico pero es idéntico a otro hispster. Existen, por tanto, estas ideas contradictorias de pertenencia e individualidad en torno a los uniformes.

Además, no todos los uniformes tienen que ser monolíticos, peligrosos o impuestos por una profesión concreta. Podemos hacer de ellos lo que queramos que sean, crear nuestro propio uniforme si no lo tenemos. 

Es fácil encontrar ejemplos de personas que crearon su propio uniforme con una manera concreta y repetida de vestir: Mark Zuckerberg y sus camisetas grises, Chiquito de la Calzada (DEP) y sus camisas estampadas, Risto Mejide, Tom Wolfe con su traje blanco, Johnny Cash, Loquillo, Karl Lagerfeld con sus eternas gafas de sol y cuellos de camisa superlativos,  Annie Lebovitz... la lista de uniformados de forma voluntaria es larga. 

Para muchos de estos uniformados, usar practicamente la misma vestimenta todos los días les sirve para construir una identidad -o una armadura, según se mire-. También, no tener que pensar demasiado cada mañana delante del armario, constituye una ganancia de tiempo y, sobre todo, un ahorro en estrés. Saber que a lo largo del día, sea cual sea la situación, estaremos cómodos con lo que llevamos puesto nos da un extra de seguridad y nos quita una pequeña preocupación.

Independientemente del enfoque, nuestro uniforme individual ofrecerá al mundo una forma deliberada de ser visto y, quizás lo más importante, de vernos a nosotros mismos. Podemos idear nuestro propio uniforme como si fuera la creación de un personaje que nos represente y nos convierta en alguien reconocible con facilidad entre el resto de personas.
Los uniformes personales se han popularizado en las oficinas y despachos como una salida para la expresión individual. Puede que además de los motivos ya comentados, uno de los factores que influya en esta tendencia es la globalización y la “moda rápida”. No depender de las tendencias y la novedad realentiza el proceso y nos da más sensación de control y perdurabilidad en el consumo. 

El uniforme personal tiene muchas ventajas. En comparación con la constante sustitución de prendas cada ciertos meses, tendremos un fondo de armario consistente que resultará más rentable, ambientalmente sostenible y sensato.
Vestir un uniforme personal no significa ir exactamente igual vestido todos los días, simplemente es contar con unas prendas básicas prácticamente idénticas sobre las que haremos pequeños cambios o añadiremos ciertos detalles para variarlo.

Tal vez, en estos días, la mejor manera de destacar sea llevar un uniforme.

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