VALÈNCIA. Decía Jean-Luc Godard que no importa de dónde tomas las cosas, sino hacia dónde las llevas. Con esta idea en mente, no son pocos los festivales urbanos de València que, planteándose su trayectoria como una línea continua, han querido experimentar en 2018 probando su fórmula original en sedes atípicas. Seguramente muchos tuvieron que leer un par de veces el anuncio de que el festival Russafa Escénica se instalaba con un proyecto específico en Las Naves, centro de innovación con sede en Poblats Marítims. Y sí, confirmamos que Russafa siguen sin atracar cruceros. Este no es el único caso de evento que, aunque vinculado explícitamente -y, hasta ahora, exclusivamente- a un barrio, ha querido experimentar trasladando alguna de sus actividades a otros espacios ampliando así su campo de acción.
“Como primer festival urbano escénico nacido en la ciudad, en abril de 2011, durante cada edición hemos ido probando fórmulas y cambiando o corrigiendo tanto la estructura, como pasar de primavera a finales de septiembre, seleccionar más o menos propuestas, ampliar la duración del festival [...] como jugar y probar nuevas e inexistentes fórmulas de programación en la ciudad”, explica Jerónimo Cornelles, director artístico de Russafa Escénica. Fue el pasado mes cuando se presentó una octava edición que, por primera vez, presentaba el concepto de IN y OUT para diferenciar la programación que tendrá lugar en el barrio de Russafa y, en segunda instancia, aquella que tomará por primera vez espacios como el Centre del Carme, Teatro Rialto, Centre Cultural La Nau, Teatro Escalante, MUVIM, Espacio Inestable, Rambleta, La Mutant y Teatre Auditori de Catarroja. Esta es una “nueva fórmula propia de un formato en continuo movimiento, y por supuesto crecimiento”, refleja su director.
“Ha sido, y es, el propio festival, y el equipo que trabajamos en él, quienes desde hace un par de años rumiabamos esta evolución en la que, sin perder la esencia de quienes somos y de donde venimos, dejar la adolescencia y pasar a la madurez asumiendo el sobrenombre de ‘Festival de tardor’ de toda la ciudad y no solo de un barrio”. De este modo, el tentáculo ‘Russafa Out' se dividirá en la sección 'Parques', con seis propuestas "atrevidas" de compañías de fuera de València, y ‘Jardín Escénico’, una serie micropropuestas escénicas de 5 a 10 minutos de duración. Es “justamente” con esta línea ‘Out’ que el festival apuesta por “recuperar el olor de la programación del festival VEO” a través de propuestas no estrenadas en València que apuesten por nuevos lenguajes y formas de hacer. En cualquier caso, el gran peso de la programación recae en la línea IN, que incluye proyectos de hasta catorce compañías valencianas.
Esta misma semana se presentaba la nueva edición de Russafart, la sexta de una bienal que cumple ya una década de vida. Aunque la estructura de la misma es similar a la de convocatorias anteriores, sí viene con una novedad por lo que respecta a su campo de acción. “[Russafart] extiende sus fronteras geográficos”, anunciaban sus organizadores este mismo miércoles. De esta forma, este año suman más de una decena de estudios y galerías del barrio de Monteolivete, que se convierte en un “miembro activo” del festival, indicó el coordinador del mismo, el galerista Aristides Rosell. “Seguramente crecerá en dos años”, añadió durante la presentación de la nueva edición. Los espacios off-Russafa que participan son: los estudios de Gabriel Alonso, Xabier Moingeon, Ana Karina, Sonia Sempere y María Renedo, Taller Sacristán, Taller del Tintxi, Standard Galería y Estudios, Taller Oriente 22, Taller de de, La Periferia y Espai Múltiple.
También Cabanyal Íntim ha querido hacer las maletas en 2018, en la que alcanza su octava edición. Bueno, más que las maletas, un bolso de mano. Fue en el Centro del Carme, en Ciutat Vella, que el festival quiso hacer este año su inauguración con una fiesta y propuesta artística de la mano de los creadores Abel Báguena, Lorenza Di Calogero y Juan Carlos Verdú y Las hijas de la Cumbia. “Para nosotros es interesante salir fuera del barrio porque hemos podido llegar a más personas. Poder hacer la pre-inauguración del festival en el Centro del Carmen hizo que mucha gente de esa zona, que no sea cerca al Cabanyal, pudiera venir y de esa forma le llegó la información. Para nosotros ha sido importante tener un punto en el centro donde difundir el festival”, explica Isabel Caballero, codirectora del festival.
Se trata, pues, no solo de ampliar su ámbito geográfico, sino de darse a conocer en una ciudad a la que quizá todavía le cuesta moverse de distrito en distrito. La propia Caballero destaca como curiosidad que el mismo día de la inauguración no solo presentó el festival a un nuevo público sino que algunos de los fieles descubrieron el Centre del Carme. Pero este no ha sido el único ‘experimento’ que han querido llevar a cabo en una nueva edición que ha querido dar un salto comunicativo, situando en La Nau su presentación a medios de comunicación. “Siempre es positivo poder puntualmente llevar acciones a otros barrios”, afirma Isabel Caballero, que recalca la importante de generar sinergias y buenas relaciones aunque, siempre, “nuestro centro de trabajo seguirá siendo el Cabanyal”.