ESCAPADAS HEDONISTAS

Cuenca, la escapada perfecta a la ciudad de las Casas Colgadas

Rumbo a las tierras de La Mancha

16/10/2020 - 

La belleza de Cuenca es innegable. A tiro de piedra desde la Comunitat Valenciana -tanto en coche, como en tren-, la provincia se extiende ante nosotros como un lugar donde historia, naturaleza, gastronomía y paz son sus señas de identidad. No es extraño que para este verano insólito, desde la Diputación de Cuenca lanzaran la campaña 'Cuenca, kilómetros de calma'. Y ¿no necesitamos precisamente eso ahora? Vida calmada, estímulos sencillos, reconectar con nosotros mismos y lo que nos rodea...

Los restos romanos de Segóbriga, el encanto medieval de Belmonte, Alarcón y ese Parador en su castillo, los molinos de Mota del Cuervo, el Monasterio de Uclés y su recién inaugurada Fundación Fernando Núñez, las formas caprichosas de la naturaleza de la Ciudad Encantada... Hay que vivirlos y justifican la visita a tierras manchegas. Y por supuesto, su capital, la ciudad de Cuenca.

Cuenca es Patrimonio de la Humanidad y son infinitos sus reclamos para haberlo conseguido. ¿Quién no ha oído hablar de las Casas Colgadas? Sobre la Hoz del Huécar este símbolo de la ciudad se alza glorioso. Hoy en el interior de las conocidas como Casas del Rey, se encuentra el Museo de Arte Abstracto Español, una verdadera joya, creada por los propios artistas en los años 60. No se trata de un museo institucional, sino de algo que nació de la iniciativa de Fernando Zóbel -el que poseía la colección-, con la ayuda de Gustavo Torner y Gerardo Rueda. Esto atrajo a más artistas a instalarse en Cuenca por un tiempo. Saura, Sempere, Antonio Lorenzo... La colección creció y finalmente Zóbel la donó a la Fundación Juan March. Hoy en día supone una ocasión única para acercarse a una forma de entender el mundo, tan nuestra, tan diferente a lo que otros hicieron.

Por si fuera poco, esta maravilla y sus balcones voladizos, acogerán próximamente un restaurante con el sello de alguno de los mejores restauradores de la ciudad.

En Cuenca hay que pasear por su plaza Mayor y porqué no, tomarse un café admirando su atípica Catedral. Y decimos atípica, porque en pocas catedrales góticas verás unos vitrales iguales. Al contrario de lo que se pueda pensar, aquí las vidrieras son abstractas. A partir de 1990, el proyecto de entregó a cuatro artistas que plasmaron, de forma no figurativa, escenas de la salvación, el Génesis, la Glorificación... dando lugar a una amalgama de colores que hacen que cuando el sol incida en ellas, se produzca la magia dentro de la Catedral.

El puente de San Pablo nos brinda la perfecta instantánea de la ciudad, en todo su esplendor, al igual que lo hace el Convento de San Pablo, que hoy funciona como el Parador Nacional de Cuenca.

Hay más, porque puedes pasear por el barrio del Castillo y adivinar entre montañas y árboles los Ojos de la Mora o visitar el Museo Antropológico de la ciudad (MUPA) para aprender más sobre de dónde venimos o de los espectaculares restos que se encontraron en Las Hoyas y Lo Hueco. Hasta tienen uno dinosaurio único en el mundo, el Concovenatur Corcovatus, Pepito para los amigos, de hace 125 millones de años.

Indudablemente, llega esa hora en la que se nos abre el apetito. Cuenca es gastronomía, sabe a morteruelo, ajo arriero, zarajos, alajú, a ajo de las Pedroñeras... y tantos otros productos que nacieron y viven aquí. ¿Cómo íbamos a venir y no comernos la ciudad?

Todo el entorno lo toma Jesús Segura como inspiración para su propuesta en Trivio, el único estrella Michelin de la ciudad desde 2018. “Aprovechamos todo lo que nos llega. Hay platos icónicos que suelen ser fijos en los menús, pero cambiamos con la temporalidad”, explica Segura. Con trabajo y los pies en el suelo, ha creado una experiencia redonda donde se unen lo mejor de Cuenca y su creatividad, con tres opciones de menú degustación.

Por ejemplo, esta temporada está trabajando con los fermentados como hilo conductor, que de una forma u otra, se cuelan en varios de los platos. Los snacks saben a Castilla la Mancha. Desde su ninjoyaki, una especie de buñuelo de morteruelo, al polvorón de escabeche, sin olvidarnos de esa croqueta que en 2016 fue premiada como la Mejor Croqueta del Mundo en Madrid Fusión. Cereales elevados a la máxima potencia, como la almorta lágrima, casquería, caza, setas... en una propuesta en constante evolución. A Trivio uno puede ir también a disfrutar de manera informal y de ahí radica el éxito de su barra, donde uno puede picotear y ser feliz a partes iguales.


Oficio. Honestidad. Trabajo. Esas son las señas de otro de los imprescindibles en el casco antiguo de la ciudad, el restaurante Raff San Pedro. José Ignacio Herráiz toma como base la cocina conquense y la reinterpreta en un festival de sabores con platos como su escabeche de tubérculos, uno de los ganadores en Madrid Fusión 2020, el ñoqui que quería ser canelón, unas migas tradicionales con huevo frito y torrezno o las albóndigas de corzo rellenas de foie y puré de calabaza. Atención a su opción de degustación de quesos, todos manchegos y a sus postres, con toda la finura de la alta repostería francesa.

No le queda a la zaga Casa Marlo, donde la chef Maripaz Martínez López, practica una cocina manchega ligeramente modernizada en un comedor castellano de lo más apetecible. Siguiendo con la tradición familiar, aunque maestra de vocación, se puso al frente del restaurante y allí se pueden degustar bocados y platos como un pan soplado con ajoarriero, lomo de sardina con base de moje manchego, manitas de cerdo con su demi-glace o cordero con ajo de las Pedroñeras.

En la ribera del Júcar se encuentra Recreo Peral, que con Nacho Villanueva al frente, se ha posicionado como otro de los que tira del carro gastronómico en Cuenca. Allí trabajan con producto de temporada y de la zona, que se materializa en platos clásicos como un moje manchego, zarajos de cordero que presentan crujientes y fritos, un brioche de lomo de orza o platos con oveja machorra, muy utilizada en Cuenca, en elaboraciones como un tartar. También manejan arroces, carnes como la rubia gallega y pescados y mariscos del día.

Buena mesa, cultura, naturaleza, tranquilidad. ¿Te vienes a Cuenca?