VALÈNCIA. Dicen que una ardilla puede cruzar el país saltando de rama en rama. Algo así han querido hace en el Museo de la Seda de València con la indumentaria tradicional, un viaje con el que recorre los puntos clave de la Ruta de la Seda a partir de la colección de trajes del siglo XIX y XX cedidos por la ONG Delwende. En la misma muestra se exponen piezas de países europeos, del Norte de África y Asia, como los uchikakes de origen japonés o los Hanbok de origen coreano, una muestra que se podrá ver hasta el 31 de enero de 2018. El recorrido se organiza en torno a la propia denominación de la ‘Ruta de la Seda’ que creó el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen (1833-1905), un título que usó para definir la red de caminos que a partir del siglo II surcaron Eurasia desde Oriente a Occidente para la exportación de sedas y otros productos.
“Contamos la cultura, la historia y el arte”, aseveró el presidente del Colegio del Arte Mayor de la Seda, Vicente Genovés, que destacó el carácter didáctico de una muestra que reivindica la ruta de la seda “original”. La exposición, que llega bajo el lema Vestir en la Ruta de la Seda. Vestido y tradición de oriente a occidente, consta de distintos trajes y reproducciones, así como complementos, con un punto de partida que se sitúa en la conquista de Persia y el posterior intercambio cultural y material que tuvo su expresión en diseños de textiles geométricos y vegetales y el vestido en Al Andalus y el resto de Europa.
Los primeros ensayos de confección de tejidos de seda se documentan hacia el año 2.750 a.C. en China, un tejido que acabó siendo muy codiciado en el Imperio Romano. De China o Filipinas, pasando por los mantones que transportaba el Galeón de Manila, la muestra reúne una buena representación de los trajes custodiados por la organización Delwende, que nació en 1977 a iniciativa de las Hermanas Nuestra Señora de la Consolación, una exposición que es el principio de la relación entre la entidad y el Museo de la Seda. “Me gustaría destacar el acuerdo de colaboración que hemos firmado con la ONG Delwende, ya que gracias a ellos y a la cesión de forma desinteresada de los trajes podemos disfrutar de esta bella muestra. Un porcentaje de la recaudación durante el tiempo que dure la exposición se destinará a dicha ONG para sus fines, por eso destacar el carácter solidario de la misma”, afirmó Genovés.
Esta exposición dará paso el próximo año, tal y como indicó el presidente del Colegio, a una muestra centrada en el tinte y el color, en la que se podrán ver distintos espolines restaurados. La estrella de la nueva exposición será un códice recientemente adquirido por la institución, que data del siglo XV, que recoge las primeras ordenanzas de los tintoreros valencianos.
El compromiso con la seda del museo les llevó a entregar la pasada semana hasta 180 certificados con la etiqueta TSV (tejido de seda valenciana) a todas aquellas personas que habían solicitado el sello de autenticidad con el objeto de obtener un diploma que acredite que sus trajes, la mayoría de ellos de indumentaria valenciana, están hechos con seda valenciana y por maestros sederos locales. “La marca TSV es una herramienta capital para tomar consciencia y defender la importancia de la seda valenciana, su tradición, su valor. Con ello intentamos proteger y autentificar la seda valenciana de las imitaciones que vienen de fuera y se hacen pasar por sedas valencianas”, destacó entonces Genovés. “Con este certificado protegemos la identidad de la seda valenciana, y es una apuesta en valor de dicha seda. Al mismo tiempo en esta gala volvemos a retomar la certificación de espolines que se abandonó en el 2004, poniendo así en valor lo que es un espolín valenciano, considerado la joya de los tejidos de seda valencianos”.