Cae la tarde, es la hora dorada y el verano grita por pasar horas entre las tapas de un rincón especial
Parece que se pone el sol, las paredes se tiñen de naranja y las mesas metálicas de las terrazas se llenan de gotas de felicidad. Es que en verano todo sabe como mejor, ¿no? Cada semana me debato entre qué terraza será la elegida para terminar el día entre tapas. Algo sencillo, casero y hecho con cariño. Sin muchas florituras por favor, que sepa a lo de siempre, que el protagonista sea el momento y el sabor un compañero.
Voy allá con los locales con esencia de taberna, (muy importante esto) que conquistan mis atardeceres, son los bocados que juntan el día con la noche para hacer de un día cualquiera algo más memorable. El factor común entre todos es que hay suficientes opciones vegetarianas para no aburrirte.
En el barrio de Benimaclet no hay día que la terraza de este local no esté abarrotada. Ya tengo por costumbre ir 5 minutos antes de que levanten el cierre porque si vas después, estás perdido. Como si una marabunta pasase por allí, no queda hueco ni para un alfiler.
Este es y ha sido siempre uno de mis sitios favoritos para dejarme caer cuando el plan es eso de “lo vamos viendo”. Puedes sentarte en terraza o en su barra del interior justo frente a la ventana. Sobra decir que la terraza es lo más top y que por eso conviene no llegar justo.
Vamos a lo importante, sus pinchos y tapas. Te sacarán la carta y ya te digo que tiene platos muy tentadores, pero si quieres triunfar lo mejor es que vayas directo a la barra y te pongas a investigar entre los pinchos. Entre los más top estarían la tortilla de patata vegana, los saquitos de curry y arroz, sus samosas vegetales, la mini burger vegana o el cuscús. Aunque igual vas y te sorprenden con 5 totalmente diferentes, que esa es la gracia.
En la calle de Pere Bonfill encontramos La Greta, un restaurante lleno de un encanto muy especial. Luces tenues, bombillitas de colores y mucho arte en las paredes.
No es es vegetariano pero tiene varias opciones vegetales que ya se han hecho famosas, entre ellas su curry de garbanzos con falso cuscús de coliflor, las croquetas veganas rebozadas con sésamo o la hamburguesa de guisantes.
Lo que convierte en top a este local es que prácticamente toda su fachada son puertas que al abrirse dejan al descubierto el interior, convirtiéndolo en una terraza.
Qué voy a deciros de Kukla que no haya dicho ya. A este paso no va a quedar duda de que probablemente sea mi rincón favorito de la ciudad, o al menos está entre los top.
Comida de Oriente Medio a precios muy accesibles entre un ambiente familiar ubicado en un callejón en pleno barrio de El Carmen. Lo que más me flipa de ellos es que las tapas tienen el tamaño perfecto para poder probar varias cosas y no llenarte con la primera. A los que nos gusta probar, bien sabemos que cuando nos petamos con una primera tapa, mal vamos.
En fin, encantador. Cada mesa de la terraza te recibirá con una animal de plástico y una margarita amarilla. No se puede ser más majos. Es uno de esos sitios en los que el día solo mejora.
Escondido en la plaza de Rojas Clemente, Lo de Pontxe en el Kinto Pino huele a plan improvisado, a salvavidas. Aunque aquí no te engaño, por la terraza no voy porque tiene apenas una mesa, pero vamos que no es lo importante, que la esencia sigue ahí. En las paredes del interior, en las mesas de taberna y en sus recetas.
Un local sencillo a más no poder, platos sin pretensiones, buenos, caseros y fuera de lo común. Su comida es toda vegana y no encontrarás ni un procesado allí dentro. Las chicas cocinan que da gusto y siempre que voy no falla una tarta de la abuela.
Y para terminar, nos vamos a Ruzafa. En una esquina de la calle Dénia nos encontramos con la Tavernaire, la taberna vegana por excelencia. Aún recuerdo la primera vez que fui. Me senté en una de sus mesas altas de la terraza, pedí unas bravas (qué bravas) y un arroz al horno vegano. Sí sí, arroz al horno vegano. Me pareció una fantasía, hacía años que no comía uno y estaba increíble.
En su carta tienen pitas, cocas y una musaka buenísima. Eso sí, olvídate de reservar y su aforo es bastante reducido. Esto significa que más vale que vayas pronto porque sino te vas a quedar fuera. Pero merece mucho la pena hacer la cola.
En fin, que si te pones uno por semana, el "taberneo" (veggie) de verano no te lo quita nadie.