VALENCIA. Este miércoles el president de la Generalitat Valenciana, Ximo Puig, dio su primer mensaje de Fin de Año. Desde que su predecesor en el cargo, el ex president Alberto Fabra, decidiera cerrar Radiotelevisión Valenciana, una buena parte de los valencianos ha tenido acceso a este mensaje anual a través de los canales online. Y es que, la decisión del anterior Consell de poner punto y final a las emisiones de Canal 9 habían influido decisivamente en la propuesta escénica y audiovisual del formato, en una tangible necesidad por demostrar que la austeridad se anteponía a las necesidades técnicas del clip.
El clip de Puig no fue elaborado por el departamento de Audiovisuales de la Generalitat Valenciana, a diferencia de los dos últimos años en los que Fabra contó con el equipo que habitualmente cubre el registro de actos institucionales de consellers y Presidencia. El president socialista optó por elaborar este clip a partir de una empresa externa que hace apenas 48 horas iniciaba la grabación, a razón de 10 tomas a dos cámaras por cada uno de los idiomas. Ese fue otro de los cambios: si Fabra había hecho todos sus discursos, los dos que grabó para Canal 9 y los dos con Audiovisuales de la Generalitat, en castellano y con un tramo final del mensaje en valenciano, Puig optó por filmar dos vídeos, uno en cada idioma.
El tratamiento tanto visual como de audio está en un estadio superior al de los vídeos del ex president Fabra. Los de Canal 9 y los realizados por Audiovisuales, analizados más adelante, no mostraban la menor intención de utilizar la posibilidad de editar la pieza en su favor para enfatizar el mensaje. Ante un discurso de entre 6 (como el de Puig) y 9 minutos (como el más extenso de Fabra), es necesario encontrar las fórmulas audiovisuales para que el espectador comprenda cuáles son aquellas ideas más imprescindibles. En definitiva, la fotografía del vídeo, el etalonaje (equilibrio de colores; logrado en apenas 24 horas para la entrega de materiales), la planificación y la limpieza de las caretas de entrada y salida, sin inventos, dando uso al logo animado de la Generalitat y a la tipografía oficial, marcan un abismo de calidad con sus predecesores. Eso sí, un lenguaje visual y un mínimo de calidad que deben ejercer de punto de partida, exigibles desde hace años.
Así, hay dos momentos en los que la planificación (la elección de los planos) lleva a Puig hasta un primerísimo primer plano. Esos dos momentos son aquellos en los que habla de que "ésta es una tierra de gente honrada", para aunarse al discurso que trata de descabalgar la marca externa de la región y sus instituciones con la corrupción, y el momento en que encuentra la parte más intensa de su discurso en torno a la infrafinanciación. Los momentos están muy bien escogidos y, precisamente, sus planos antónimos, aquellos en los que se ve todo el patio gótico del Palau situado en la Plaza de Manises, relajan al espectador hasta casi sacarlo del discurso y hacerle sentir en el espacio.
El espacio, con la decoración de Empaperart que ya se deja ver en la intro al Palau y en el árbol tras Puig, ya es toda una distancia con los discursos de Fabra. El marco condiciona al espectador que, ante una solución visual clásica, puede sentir que todo el mensaje mantiene una guía o intención de Gobierno de corte tradicionalista (ver el primer vídeo inferior de Fabra). El recurso de la puerta abierta, en la que pasa gente de forma natural, aportando ese sentido de accesibilidad y de seguridad en la propia institución, es la principal aportación del vídeo. Aun así, por reiteración en corto espacio de tiempo, pierde cierto efecto según avanzan los minutos y se vuelve a recurrir al mismo.
Puig abusa decididamente del gesto de las palmas abiertas. Este must del lenguaje corporal para los discursos, que pretende mostrar un sentido de abrazo y confianza con el receptor, acaba mostrando justo lo contrario; que se pretende engañar a partir de esa complicidad. No obstante, ninguno de los gestos, pese a las 20 tomas en total de los discursos, tiene tensión ni en los brazos ni en las manos, por lo que no acaba de transmitir definitivamente ese sentido de artificialidad en los gestos, aunque abusa de la pequeña gama que pone en práctica.
El president no abusa de recursos habituales en portavoces como el entrelazamiento de dedos o la pinza, (para señalar acuerdos y diálogo y para puntualizar ideas y datos precisos, respectivamente), así que cuando surgen en su lenguaje no verbal lo hacen de forma natural, sin un sentido obstinato que lo haga parecer una impostura. Lo que sí va camino de convertirse en un recurso de uso excesivo en el lenguaje verbal es la cita a Vicente Andrés Estellés y a Max Aub. Ambos nombres, reivindicables en cualquier ámbito por haber sido silenciados históricamente, van camino de acabar ligándose a una causa política muy concreta. Ya sonó Estellés en el discurso de apertura de la legislatura en Les Corts pronunciado por el socialista Fernando Delgado y Aub tuvo su protagonismo en el discurso de investidura de Puig, en su propia voz.
El citado cierre de RTVV provocó que el mensaje de Puig no fuera un mensaje de Año Nuevo, sino de fin de año. 2013 se convirtió en el primer curso natural con dos mensajes del mismo presidente. El primero, del 1 de enero de aquel año, superó los 9 minutos e incluyó -como el de Puig- algunos recursos exteriores del Palau de la Generalitat. Eso sí, nocturnos, ya que el propio mensaje aunque grabado se emitía de noche. Este es un error subsanable del vídeo del president Puig: el vídeo tiene un marcado sentido diurno, pero se estrenó simultáneamente en los medios de comunicación a las 21 horas; un choque cronológico evitable con el espectador y, seguramente, condicionado por los contratiempos de agenda de Puig ante la reunión de barones del PSOE con Pedro Sánchez a colación de las posibles soluciones de Gobierno para el Estado.
En una solución de pantalla 4:3, impensable siquiera en el mismo año en que se realizaba, el vídeo bebía de la búsqueda de una audiencia acostumbrada a ritmos, colores y planos de la televisión española de los años 70 y 80. Es decir, del sentido audiovisual sin el menor de los avances al que ya se había acostumbrado al espectador desde el ex presidente Francisco Camps. No obstante, la ligazón del mensaje, las tomas y la edición tenían un formato televisivo noble, depurado, filmado con tiempo y, sobre todo, con la consciencia de que el mensaje tenía un impacto ante la audiencia.
Sin embargo, con el cierre de Canal 9, la carrera por la austeridad se inició en el tradicional clip de decorado navideño. Casi un mes después de haber clausurado los servicios de radio y televisión públicas, Fabra se encerró en su despacho para filmar un vídeo en el que la iluminación, en una solución desde luego no profesional, influyó directamente en su mirada, quemada y tensa por la influencia de los focos. Y más allá de esta realidad visible, las sombras, los focos reflejados en las fotografías ante los Reyes de España y un marco tan angosto que destaca en la serie de mensajes que se iniciaban en el formato online.
De hecho, se puede apreciar ese exceso de preparación en una tensa y reiterada presencia de dos gestos de manual: la palma abierta y la palma lateral. El primero, que los expertos apuntan al sentido de abrazo (se ve en la captura del vídeo antes de reproducirse) trata de dar confianza, pero mostrado de forma constante acaba mostrando justo lo contrario; que se trata de engañar al receptor a partir de un exceso de confianza. El segundo, también conocido como kung fu, es un gesto que se utiliza para acentuar el mensaje. De nuevo, abuso y obstinato, en una solución algo mejorada en el vídeo del siguiente año.
Es cierto que se intenta dar una imagen de amplitud mayor, lejos de la asfixia del vídeo anterior, pero se vuelve a experimentar con la introducción al vídeo y las cartelas iniciales. Un color amarillo como alternativa al logo y unas tipografías sin tener en cuenta el uso de la marca institucional abren y cierran el clip. En ambos vídeos hay cambios de sonido entre planos y cambios de color, algo que ya no aparece en el vídeo de Puig. No hay travelling, pero sí se hace uso de un barrido lateral mientras Fabra mantiene la vista en el receptor, como el inicio de un plano alternativo muy utilizado en el vídeo del nuevo president de la Generalitat.
En un sentido protocolario, cabe destacar el baile de banderas de los vídeos, aunque en la fórmula más estricta lo cierto es que es Puig el único que cumple con la normativa de posicionamiento de estos estandartes. Fabra hizo desaparecer la bandera europea de su último vídeo, un vídeo muy marcado por una suerte de instrucción en torno a la unidad de España en la que el protagonismo parecen ocuparlo el nombramiento del Rey Felipe VI y el fallecimiento del ex presidente del Gobierno Adolfo Suárez.
La magistrada apunta a irregularidades administrativas y al desequilibrio en la distribución del dinero, pero no aprecia ilícito penal