¿Dónde está el arco de nuestro Chinatown?
Para el filósofo de origen surcoreano Byung-Chul Han, uno de los más reconocidos y citados de la era del titular capcioso y los artículos escritos sin suficiente planificación —como este—, los fastos, el momento de celebración, es cuando el individuo deja de tener presente su temporalidad: agendas, horarios, reuniones, clases y unidades de tiempo como duelos, cursos y entregas.
Dice en La sociedad del cansancio (Herder, 2022): «El tiempo de la fiesta es el tiempo que no transcurre. Es, en un sentido peculiar, el tiempo sublime. (...) La fiesta es el acontecimiento, el lugar donde se está entre dioses, es más, donde uno mismo se vuelve divino. Los dioses se alegran cuando los hombres juegan. Los hombres juegan para los dioses. Cuando vivimos en unos tiempos sin festividad, en una época sin fiesta, perdemos toda relación con lo divino».
El estatus de abandono del yo supeditado a las dinámicas cotidianas que se da en las celebraciones lima los prejuicios y diferencias. Ante un momento eurovisivo, perfiles heterobásicos y la comunidad LGTBI comparten rituales (delivery, canto desafinado, memes en redes sociales). Cuando España gana los cuartos de los que sea, el abrazo colectivo no distingue entre el operario de fábrica y el habitante de L’Eixample.
Formamos manadas, cardúmenes, colonias.
Por suerte, esta expresión de lo gregario no siempre tiene connotaciones negativas. Y aunque «nosaltres no som d'eixe món», que cantaba Raimon con una voz que juro que se parece a algunas canciones de Fleet Foxes, tenemos, como seres humanos, puntos de contacto con otras culturas. La fiesta aparece aquí como el aceite 3 en 1 que proporciona ocio, une culturas y limpia prejuicios. El día 21 de enero, volvemos a juntarnos para otra celebración: el Año Nuevo Chino.
A las seis de la tarde del sábado 21 de este mes, la cabalgata de este evento comienza. Recorrerá el centro de la ciudad, desde la calle Pelayo hasta la Plaza del Ayuntamiento. No faltará el dragón ni otros elementos de la imaginería china. La celebración está organizada por la Federación de asociaciones chinas de la Comunidad Valenciana, en colaboración con el Instituto Confucio de la Universitat de València y otras entidades públicas.
Precisamente, el organismo dependiente de la Universidad de València va a ofrecer una serie de talleres y conferencias sobre la cultura china. En ellos yace el ánimo de generar comprensión e intercambio cultural entre la comunidad china y la comunidad valenciana.
Hay dos elementos que dibujan las transacciones culturales: una es la comida, y la otra el habla. Respecto a lo lingüístico, estas palabras de Paloma Chen: «Habrá espacio (para que germinen expresiones multiculturales, para el mencionado intercambio) si se va creando, si no hay tantas reticencias. España es un país en el que aún veo mucho afán de unidad y que todo sea muy homogéneo. Teniendo en cuenta que no se respetan las lenguas autonómicas, que hay tantísimo trauma con los acentos, me hace plantearme que va a costar dar con esos espacios».
Para Francisco Martínez Boluda, columnista en Valencia Plaza, en este año, que es el año del conejo de agua, el hedonismo tiene peso «¿Cómo son las personas nacidas bajo este signo? Son sin duda las más afortunadas del horóscopo chino. Simbolizan la elegancia, la gracia, la bondad profunda, la seguridad en sí mismos y la inclinación por la belleza moral y estética. Parece que se caracterizan por su carácter tierno, sensible, sereno, tranquilo, comprensivo, ansían protección. Son ambiciosos pero prudentes y rara vez se dejan llevar por las emociones o pierden el control de sí mismos. Les gusta la vida en familia. Son refinados y hedonistas. Pueden ser vanidosos e incluso narcisistas. Y, como todo conejo, desconfiados. Entre las celebridades que comparten el signo están Brad Pitt, Angelina Jolie, Johnny Deep, Lionel Messi, Tina Turner o David Bekham».
El hedonismo gastronómico de esta celebración se manifiesta en el número de platos que se pueden llegar a degustar durante la comida principal: entre veinte y treinta. La extensión del país, 9,597 millones km², implica que se den diferencias regionales en el menú: el dim sum con forma de empanadilla es propio del norte, mientras en el sur son más de nián gao (年糕), traducido como ‘pastelito pegajoso’ o ‘pastel del año’, una masa de inapetente arroz glutinoso que se cocina hasta que solidifica y que a veces se aromatiza con agua de rosas o pasta de judía roja. Algo así como unos mochis.
Al igual que en España, en China se comen conejos. Es uno de los países donde más se consumen y producen estos animales que dan nombre a nuestro país. Hispania quiere decir “tierra abundante en conejos”, y es la excusa conceptual para el título de este artículo.
En Guangxi, territorio que toca la frontera con Hong Kong, se apuesta por el dulce para celebrar el cambio de año. Los rollitos de primavera (plato de la primavera, 春盘) salen de la son muy apreciados en Jiangsu, y representan el duro trabajo y las buenas cosechas. La etnia daur compite para ver qué familiar es capaz de comer mayor número de pastelillos de arroz amarillo. Pero hay costumbres compartidas: los fideos de la longevidad se cocinan de distintas formas y representan lo que indican. Este plato comenzó a hacerse popular durante la dinastía Tang (de 618 al 907).
El sinófilo Juan Diego Fernández Rosado explica que la voz yú (pescado), que tiene una pronunciación igual que excedente (yú), se emplea como genérico para una de las variedades más consumidas durante estos fastos: la carpa, animal del que cuenta la leyenda que remonta el curso de los ríos para convertirse en un portentoso dragón, al igual que los chinos se esfuerzan en superar todos las obstáculos para atraer la prosperidad. El pescado se sirve siempre con la cabeza, que debe estar orientada al comensal de más edad. Otra emplatado opta por conservar la cabeza y la cola hasta el cambio de año con la finalidad de ‘tener cabeza y cola’ (有头有尾, yǒutóuyǒuwěi), para incidir en la virtuosidad de finalizar lo que se empieza.
Xīnnián hǎo (新年好)!