VALENCIA. "En épocas de dificultad el arte toma el testigo privilegiado frente a la estulticia en que vivimos atravesados por las redes tecnológicas, que hace que a veces olvidemos lo principal: el dolor, la violencia y el sufrimiento que vemos en televisión desde que no levantamos". Para recuperar la conexión, La Nau inaugura hoy la exposición Ni cautivos ni desarmados: arte, memoria y dolor versus política (o violencia) en/desde (la España del) siglo XX, una muestra que, tal y como explica su comisario, el crítico Alfonso de la Torre, cuenta con un título "largo y contundente" que engloba el horror de la guerra y el compromiso político a través de unas 40 piezas de una quincena de coleccionistas privados de la Asociación 9915 junto a piezas la colección Martínez Guerricabeitia de la Universitat de València.
La muestra, que suma obras realizadas entre 1950 y 2015, fue presentada ayer por el vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València, Antonio Ariño; el director de la colección Martínez Guerricabeitia, José Pedro Martínez; el presidente de la Asociación de Coleccionistas 9915, Jaime Sordo; y el comisario Alfonso de la Torre. La selección de obras quiere desentacionalizar el arte de este tipo para quedarse con unos ingredientes que hoy se repiten, pues "extrae el arte del contexto social y político en el que se movía Martínez Guerricabeitia, el del franquismo, y pasa a ser una reflexión más intensa sobre la violencia y el horror", explica el comisario. "Es una exposición que habla de la pervivencia de la violencia y del dolor como uno de los asuntos del arte", algo que queda de manifiesto en el título, que responde al último parte de guerra, emitido en 1939, del dictador Francisco Franco: "En el día de hoy, cautivo y desarmado el ejército rojo, han alcanzado las tropas nacionales sus últimos objetivos militares. La guerra ha terminado".
Para el crítico madrileño, Ni cautivos ni desarmados mira hacia la colección Martínez Guerricabeitia, pero lo hace invocando un arte más complejo que el conocido como "arte social", el de aquella época, el franquismo, orientándolo a un arte homólogo del siglo XXI, donde la violencia, el dolor y el horror son todavía protagonistas de la sociedad, la política y la cultura. También el vicerrector de Cultura e Igualdad de la Universitat de València incidió en la idea de que "el arte mira a lo oscuro" de la "realidad presente, cruda y tortuosa para muchas personas e incierta para la mayoría".
El recorrido expositivo se divide en cuatro capítulos. El primero, titulado Silencio (y no)-Ir y venir, parte del cuadro de la mordaza de la pintora Juana Francés hacia los de Darío Villalba, Antonio Saura (el grito ante el abandono en una crucifixión), Santiago Ydáñez, de Concha Jerez (textos censurados), de Yoan Capote (la tortura) y Joan Fontcuberta ('Guantánamo': concebido mediante el trabajo con Google), además de la fotografía del Desembarco de Normandía de Eduardo Nave, subrayan el dolor y reflexionan en torno a su atracción. "Esta exposición despolitiza la colección de Guerricabeitia, quiere señalar como no es tanto una colección fijada en un tiempo sino una reflexión que ya está en crucifixiones medievales".
En la segunda parte, Historias, Simeón Sáiz Ruiz relata en una pintura una batalla de Sarajevo, a la que se llega a través de la prensa, sobre un mosaico de 30 fotografías de Nunes Ferreira con "los titulares más impactantes y crueles de la historia del periodismo universal". De Eugenio Ampudia, una fotografía de la serie 'Dónde dormir', un proyecto con el que el autor invita a la gente a dormir en zonas simbólicas. En este caso, el escenario es el Museo del Prado: en la pared, 'Los fusilamientos del 3 de Mayo', de Goya; y en el suelo, una persona descansa bajo el lienzo. "Son cuerpos caídos para Ampudia, dormir es un acto de resistencia", matiza el comisario. El asesinato de Andy Warhol, de Kepa Garraza, o un carboncillo de Rinus Van de Velde completan este apartado.
Capricho español, el tercer episodio, reúne el trabajo de cerca de una veintena de fotógrafos, fotoperiodistas y artistas. Entre ellos, está una de las seis copias originales de la 'Muerte de un miliciano' de Robert Capa. Catalá Roca, García Alix, Cristina García Rodero (Agencia Magnum), Ramón Masats (con los seminaristas jugando a fútbol), Francisco Ontañón, Carlos Saura, Equipo Realidad son algunos de los nombres que firman las imágenes que narran la crónica de la España franquista entre los años 50 y 80.
Cierra el cuarto capítulo Eterno retorno y ahora. Fotografía, pintura, dibujo, escultura y vídeo se dan la mano para mostrar el horror de la guerra desde los 70 hasta el 2000. Los puntos de vigilancia en zonas estratégicas constantes de la lucha americana, de Carlos Garaicoa; el bombardeo de Teherán, titulado por Miguel Aguirre como 'La noche estrellada'; el bombardeo de Guernica, de Eduardo Arroyo; 'El espectador', de Equipo Crónica, el censor del franquismo; Rafael Canogar y la censura; etcétera. Como colofón, un cuadro de Víctor Mira que muestra a la España sorda abriéndose hacia un fin desesperanzado, y dos vídeos de animación, uno de Sergio Belinchón y otro de Ruth Gómez, donde se defiende la lucha por la vida.