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El rey del pop: Antonio de Felipe coquetea con el graffiti en su regreso a Valencia 

El valenciano homenajea a Banksy y recupera iconos como Marilyn o Audrey en la galería Thema, donde celebra 25 años de carrera

3/03/2016 - 

VALENCIA. "¡Un artista también puede cortar un salami!". Se acabó la magia. Con esta frase Andy Warhol quiso normalizar la labor de pintores, músicos y demás profesionales del arte. Creativo, pero un trabajo al fin y al cabo. Padre del pop-art, su obra y filosofía ha sido referente de generaciones de artistas que, con mayor o menor éxito, han laborado teniendo como base la cultura popular. Con otras palabras pero el mismo fondo, uno de sus hijos más prolíficos y de los pocos representantes actualmente del estilo en España, Antonio de Felipe, se autoproclama un "obrero del arte". En el mejor de los sentidos: con carrera consolidada, reivindica la coherencia de su discurso en los 25 años que lleva cortando salami. 

De Felipe vuelve ahora a su casa, a esa Valencia donde, confiesa, expone menos de lo que le gustaría. Después de pasar por Madrid, donde fue visitada por 70.000 personas, la galería Thema (Plaza América nº 4) acoge a partir de mañana viernes algunas de las obras de 'Graffiti pop', el último proyecto del artista. Doce lienzos y cincuenta obras en papel en las que tiende la mano a la técnica del arte urbano, un giro de tuerca con el que actualiza el concepto 'popular' sin renunciar a las imágenes que le acompañan desde hace un cuarto de siglo.

Precisamente es la Audrey Hepburn que le ha dado tantas alegrías la que da la bienvenida a la nueva era de Antonio de Felipe, ataviada con el traje de Givenchy que portaba en Desayuno con diamantes y sosteniendo un espray marca Tiffany's. Con ella se inicia un recorrido por cuatro años de trabajo, un periodo que ha supuesto "una montaña rusa" y que, según cuenta, ha resultado en la serie más personal de su carrera. Y es que, aunque sea un "obrero del arte" (y se autoretrate como tal), al final admite que esta profesión "es un sacerdocio". Del baile entre lo humano y lo divino, el binomio lo forma ahora el pop-art y el arte efímero.

- Con ‘Graffiti pop’ coqueteas con técnicas que son nuevas en tu carrera, ¿cómo ha sido la inmersión en su mundo?
- Ha sido todo un descubrimiento. Siempre había pintado con pincel y acrílico, con lo que he tenido que ponerme al día en cuanto al lenguaje del espray. Lo he incorporado a mi manera, empleando plantillas pero pintando el fondo con rotuladores, por ejemplos. He absorbido lo que lo que me ha interesado. Me he puesto al día, pero es verdad que es un mundo muy cerrado, en el que hay muchas envidias. Es raro, porque mi intención es reivindicarlo como forma de expresión plástica. A veces se pueden tomar que los use como una agresión y no como un homenaje. Recuerdo cuando me topé con él en Miami, fue un efecto catalizador de la creatividad, perdí el miedo al exceso. Se me caía la baba con algunos de los graffitis que vi, eso es arte. Para crear esta serie he colaborado con algún grafitero, pero no he ido a pintar de forma clandestina, ¡solo me falta acabar en la cárce! (ríe)

- Uno de los homenajes más evidentes se da en ‘El beso’, donde reinterpretas una obra de Banksy.
- Banksy es el artista urbano más famoso del mundo. Fue durante mi estancia en Miami cuando, después de ver que se vendía la pared de los bobbies, supe que tenía que hacer algo con esa imagen. Dándole vueltas decidí poner a un futbolista del Barça y a otro del Real Madrid. Aunque hubo muchas especulaciones sobre su identidad, yo rescaté todo lo que pude de la obra original: las caras y los brazos. Es una pieza que tiene connotaciones políticas, deportivas, sexuales… dice mucho más que la imagen que proyecta, ese es el discurso general de la exposición: hay mucho más de lo que estás viendo.

- En este caso el arte efímero deja de serlo para pasar a la galería.
-El graffiti ya pertenece a la cultura popular, lo que he hecho ha sido diginificarlo. A algunos les puede molestar que lo haya sacado de su entorno pero qué duda cabe que cualquier fenómeno en susceptible de ser tratado por un artista. Es un homenaje, conozco a graffiteros con mucho talento. Quizá esté considerado un arte menor, pero algunas obras son para quitarse el sombrero.

- Calificas esta serie como la más personal y emocional de tu carrera, ¿es fruto de una evolución personal o de la reivindicación frente a los que creen que el pop-art es superficial?
- Cuando creo una obra no pienso si va a funcionar o no, es lo que necesito plasmar en ese momento. Me aterra repetirme, el acicate de un artista es la curiosidad, aunque se equivoque. Sigo mi camino, es la mejor vía. No pienso si va funcionar o no, es lo que necesito en ese momento. Me aterraría repetirme, el primer acicate de un artista es la curiosidad, aunque te equivoques. NO abandona a mis criaturitas, a mis vacas y a mi Audrey, pero esa no es toda mi producción. Esta es la serie que he pintado con más ganas, con la que más he disfrutado. Lo artistas siempre creamos desde el egoísmo personal, plasmamos nuestra vida. Uno de los cuadros más emotivos es un homenaje a mi padre. Él fue mi primer fan, me llevaba a concursos de dibujo en la plaza del Ayuntamiento, afilaba mis lápices Alpino para que dibujara y acabó montando mi primer estudio. Falleció hace treinta años, antes de ver mi primera exposición, pero con este cuadro sigue presente.

- ¿Podemos hablar de pop español?
- Cuando yo empecé, en los 90, ya habían desparecido referentes como el Equipo Crónica. A nivel nacional no hay, excepto yo, un artista claramente pop. No ha sido fácil, es un estilo considerado como algo menor. Sin embargo, no está reñido el pop y el discurso inteligente. Habían muchos prejuicios. En España el pop no existe como fenómeno, hay individualidades. Uno de mis favoritos son los Costus, pioneros en la Movida. Precisamente Pepi, Luci, Bom y otras chicas del montón se grabó cerca de mi casa. Es una mezcla kitsch e irreverente, dejaron un legado muy interesante.

- En alguna ocasión has dicho: “mis padres son Warhol y Velázquez”.
- Son mis dos influencias. El color y la irreverencia de Warhol y, por otro lado, la tradición pictórica. Mucha gente piensa que uso fotos, en cambio hay una labor de trabajo de pintura tradicional que sale de mi amor a los clásicos. Esos son mis dos motores. Ahora que estado en Miami sí me he dado cuenta que la diferencia con ellos es que mi pop es mucho más técnico, se nota que soy europeo porque tengo la tradición de Velázquez o Goya. Tenemos un bagaje muy característico.

- Hablamos de Audrey Hepburn o de Marilyn Monroe pero, ¿hay cantera para que los iconos pop actuales sean así de longevos?
- El tiempo lo decide. Es cierto que cada uno tiene su propio universo iconográfico, hay un mundo generacional con Naranjito o Mazinger Z. El hecho de usar estos iconos también tienen un gran poder evocador, ocurre como con la música, te transporta a un momento concreto de tu vida. Eso es lo bueno de trabajar con la información que manejamos todos, no necesita un manual de instrucciones.

- Más allá de la nostalgia, una tus referencias más actuales son los emoticonos, que has usado en varias de tus obras.
- Hay gente que odia el teléfono, pero en mi caso es una manera, además de estar comunicado, de congelar la inspiración. Me paso el día haciendo fotografías, desde edificios hasta alcantarillas. Soy una persona muy expresiva, me encanta el uso de emoticonos. He llegado a resumir Lo que el viento se llevó en un mensaje. Es un ejercicio muy creativo, potencian lo que quieres decir.

- ¿Con cuáles resumirías ‘Graffiti pop’?

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-Incides en la idea de tener un discurso tras la estética, con la feria ARCO presente, ¿cuáles son tus consideraciones sobre el arte contemporáneo actual?
- El mundo del arte es tan complicado… Hablamos de las emociones, de lo subjetivo, aunque sí hay ciertos parámetros en los que se debe regir la creatividad, la intención o el lenguaje. Un ejemplo claro es Jeff Koons, un artista que me seduce argumentándome su obra. Cuando ves un perrito de aluminio podrías pensar “esto qué es”, pero si ves la evolución de su obra y su argumentación te fascina, aunque luego veas una cosa muy hortera como el Michael Jackson. Sin embargo me lo creo, es capaz de convencerme. Hay gente que crea obras sólo para impactar, sin nada que decir. No todo vale, no cualquier mamarrachada es arte. La magia es ser capaz de tener un discurso coherente desde tu propio mundo.

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