VALÈNCIA. Josep Renau es el artista invisible de València por antonomasia. A pesar de ser uno de los nombres más reconocidos en el ámbito internacional, su huella en su ciudad se limita en los hechos que se relatan en los libros de historia y en un mural que se puede ver en el techo de un restaurante italiano en el barrio del Carmen. Nada más. Aunque, de alguna manera, esta situación puede corregirse. El ilustrador Javier Parra, que en los últimos años se ha convertido en uno de los principales divulgadores de la obra del célebre muralista, ha empezado un proyecto para ir más allá: completar el sueño incumplido de Renau 51 años después.
Se trata del mural El trabajador futuro en el comunismo, que el arquitecto de la RDA Richard Paulick le encargó en febrero de 1969. Renau que fue nombrado durante los últimos años de la 2º República Director General de Bellas Artes, emigró a México tras la Guerra Civil. Allí conoció y se influenció por el muralismo mexicano, cuyo principal referente fue David Alfaro Siqueiros. En 1958, Renau se muda a la RDA y allí empieza la etapa más prolífica de su carrera gracias a grandes murales que aún se conservan como el que hizo en la ciudad de Erfurt o en Halle-Neustadt.
Es ahí cuando se le realiza el encargo de un mural de gran tamaño para el vestíbulo de la sala de exposiciones del Centro de información y educación en Wuhlheide, una escuela de investigación y formación de nuevas tecnologías. La única premisa es que temáticamente reflejara el uso del edificio, es decir, que la obra hablara de ciencia y tecnología. Esta fue la gran oportunidad de Renau para introducir su aprendizaje del muralismo mexicano en el contexto soviético. En abril de 1969 comienza a desarrollarse el trabajo, y en junio el arquitecto Paulick informa al colectivo que el mural no ha sido aceptado por el comisario
estatal. "La razón esgrimida para la no aceptación del trabajo es que Renau había representado solamente a una figura, en lugar de un grupo de personas, como esperaba el Partido", explica Parra en una investigación sobre la historia del mural. A pesar de las negociaciones, el Centro de Información se inaugura con unos pósteres de personas trabajando en el lugar que iba a ocupar el mural.
"Las razones por las que se rechazaban este tipo de trabajos eran diversas, desde cuestiones económicas hasta iconográficas", cuenta a Culturplaza Ramón Escrivà, conservador del IVAM y co-comisario de la exposición Los exilios de Josep Renau, prevista para otoño de 2020. "A finales de los 50, Alemania del Este intenta mostrar, a través de la modernización de su arquitectura que en la Unión Soviética se estaban desarrollando grandes avances tecnológicos y urbanísticos en plena guerra cultural con el bloque capitalista", añade. Renau era una de las piezas más brillantes de ese escaparate.
Cuando en 1974, la RDA le encarga a Renau hacer un mural para el vestíbulo del Palacio de la República en Berlín (ciudad en la que no tenía ninguna gran obra abierta al pública) vuelve a presentar el proyecto de El trabajador futuro en el comunismo. Otra vez, el encargo acaba en saco roto; en esta ocasión, por un cambio de discurso artístico e iconográfico del gobierno soviético.
51 años después, la idea del mural resucita con uno de los ilustradores que más fiel es al estilo de Renau, como ya demostró en un cartel en apoyo a la sanidad pública que publicó en redes sociales hace unas pocas semanas. "Desde hace tiempo sigo la obra de Renau, y aunque sabía que El trabajador futuro en el comunismo no era un mural, no profundicé en saber qué era exactamente. Cuando me empiezo a interesar más en el muralismo, me doy cuenta que Josep Renau había hecho todo el estudio pero era una obra inacabada", explica Parra.
La oportunidad de investigar el mural se presenta como trabajo final de un máster que curso el año pasado. "Renau guardaba una gran cantidad de documentación de sus obras, y El trabajador futuro en el comunismo es una obras de la que más información disponemos, a pesar de no haber sido finalizada", cuenta Ramón Escrivà, refiriéndose al valiosísimo Archivo Renau del IVAM. Hay cartas, bocetos, fotografías, estudios anatómicos, seguimiento de todo el proceso... Incluso se sabe exactamente qué pigmentos pidió para realizar la obra. El artista también viajó, durante su investigación, a Alemania para entrevistarse con Marta Hoffman, la discípula de Renau. "Con toda la información con la que disponemos, me atrevería a decir que este trabajo se puede acercar a más de un 90% a lo que hubiera sido la obra original. Renau y su equipo llegaron a dibujar a tamaño real el mural, yo parto desde ahí y lo completo", relata Parra.
El mural original estaría formado formado por 15 tableros de fibra de 1,5 metros de alto por 1,4 metros de ancho y 8 milímetros de groso, sobre los que se hubiera aplicado la pintura directamente con vinelita. El Archivo Renau conserva incluso el primer tablero de la cabeza, que indica que la obra tenía relieve. El único detalle que cambiaría en la propuesta de Parra es que los tableros tienen un grosor mayor. Parra propone así hacer realidad el sueño de Josep Renau en dos localizaciones diferentes de València: en primer lugar, en el análogo más cercano al Centro de información y educación en Wuhlheide, que sería la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Informática de la Universitat Politécnica de València; en segundo lugar, la fachada del IVAM, que además este año tenía prevista una gran retrospectiva del muralista. Aunque ninguna de estas propuestas está aún materializada. "Todo lo que sea recuperar a Renau es una idea estupenda, y que se encargue Javier Parra, que se ha acercado de una manera tan escrupulosa a la obra original, sin duda es una buena noticia", valora Ramón Escrivà.
Junto a este mural, Parra también propone otro que nace de su iniciativa y creatividad propia, La Mujer Trabajadora y la Conquista del Futuro, una "precuela" -en palabras del propio artista- que intenta mantener el espíritu de Renau y que retrata a la mujer que da a la luz al trabajador de la obra original del gran muralista valenciano. "Es una manera de actualizar el discurso a la actualidad", explica el ilustrador. Parra ha ido haciendo camino: "si nadie se encargado en 50 años, que no sea por mí por lo que no se ha hecho realidad". Lleva tres tableros de quince acabados de El trabajador futuro en el comunismo y espera tenerlo finalizados en septiembre u octubre, "me siento el becario de Renau, acabando a dos manos el trabajo que él quería hacer con un equipo". La memoria del artista invisible de València está ahora más cerca que nunca de la ciudad que solo le conoce a través de los libros.