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Eun-me Ahn, la Pina Bausch de Seúl

La coreógrafa coreana cierra la temporada del Teatre el Musical con su pieza Let Me Change Your Name

12/06/2019 - 

VALÈNCIA. Eun-me Ahn (Seúl, 1963) aprecia todos los apodos que la prensa le ha ido dedicando a lo largo de su fértil trayectoria como coreógrafa y bailarina. La han llamado la chamán tecno, por su afición a las creencias tradicionales de su país sin perder de vista la vanguardia. También la bailarina de la cabeza rapada, porque es su estilo capilar desde que en 1991 se afeitó la melena para una actuación. Pero el sobrenombre que más ilusión le hace es el de la Pina Bausch de Seúl, porque compartió una estrecha amistad con esta figura fundamental de la danza de nuestros días. Como la coreana reconoce, son muchas las características en las que ambas creadoras difieren, pero ambas comparten “la misma preocupación y amor por las personas, y el deseo de hacer del teatro un lugar para el encuentro y la celebración”. Este próximo 14 de junio será el Teatre El Musical donde invite a los espectadores a reunirse. En este caso, y a través de su pieza Let Me Change Your Name, para festejar la androginia y la diferencia.

- ¿Por qué querías desarrollar una pieza sobre la identidad?
- La identidad es muy importante para mí, porque en Asia, el conservadurismo es muy fuerte y hay una gran presión social. Este es especialmente el caso de las mujeres en nuestra sociedad, incluso aunque las cosas hayan mejorado mucho en las últimas décadas. Y además, aún queda mucho por hacer por las personas LGTB. Antes de dejar Corea para estudiar en los Estados Unidos, había oído hablar de personas transgénero y había conocido a algunas en bares, pero nunca tuve la oportunidad de mantener una conversación. Cuando llegué a Nueva York, conocí a muchas personas LGTB y encontré una sociedad más abierta, que trataba de una manera más igualitaria, sin importar el género, y con mucha más libertad. Para mí hay un amplio espectro entre lo masculino y lo femenino. Puedes ser lo que quieras. Lo que importa es la gente, estar juntos. Esta pieza trata de eso, de que lo correcto es decir: "Este soy yo".

- En el origen de Let Me Change Your Name, la mitad de los bailarines eran occidentales. ¿Cómo ha afectado al espectáculo el cambio a un elenco coreano en su totalidad?
- Es lo mismo, pero también diferente. Fue un viaje increíble trabajar con bailarines de diferentes nacionalidades, nutrir la pieza de su experiencia respectiva, pero también ha sido interesante crearla nuevamente con los bailarines de mi compañía, que en su mayoría, han bailado conmigo durante más de 10 años. La estructura es idéntica, pero cuando coreografío, siempre dejo espacios de libertad para que los bailarines se expresen. De modo que han aportado su personalidad a la actuación y un poco de alegría y locura coreanas.

- ¿Qué estás buscando al usar profusamente los colores en tu trabajo?
- Crecí en Corea después de la guerra, durante la reconstrucción del país, y recuerdo que todo era oscuro: negro, gris y marrón. Los colores han sido una manera de escapar de este entorno cotidiano que era bastante pesado y abrir un nuevo mundo, traer una nueva energía y una nueva percepción. Este es uno de los motivos por los que los uso tanto en mis piezas como en mi vida cotidiana.

- También eres la responsable del vestuario, ¿desarrollas la coreografía y el diseño de las prendas de tus bailarines en paralelo?
- Sí. Cuando hago una pieza, tengo una idea bastante clara del resultado visual que quiero obtener y lo pongo al servicio del movimiento y de la coreografía. Para el vestuario, es muy importante que mis bailarines se sientan cómodos y puedan moverse libremente para expresarse mejor. Debe funcionar tanto a nivel práctico como simbólico y estético. Antes solía trabajar con algunos diseñadores para que se responsabilizaran del vestuario y de la escenografía, pero tomaba mucho tiempo y muchas charlas obtener lo que quería exactamente. Así que decidí hacerlo yo mismo.

- ¿Crees que tu coreografía está influida por el K-pop?
- Me influye todo lo que veo. Puede ser alguien caminando en la calle, un espectáculo que se ve en un teatro o algo en la televisión. Como todo el mundo, mi cerebro registra las imágenes y los movimientos que veo y he creado una especie de base de datos mental para usarla cuando lo desee o necesite. El pop coreando es un gran fenómeno en todo el mundo y me hace muy feliz si hace que la gente se interese por la cultura coreana.

- ¿Planeas dejar de bailar en el futuro y centrarte solo en crear?
- Participo en todas mis piezas porque me encanta bailar. También es muy importante para mí entender por lo que están pasando mis bailarines y lo que puedo pedirles. Quiero compartirlo con ellos. Por supuesto, como todos los bailarines, debido a lesiones o al efecto del paso del tiempo en el cuerpo, no soy capaz de mostrar lo mismo que cuando tenía 20 años. No puedo bailar de la misma manera. El cuerpo tiene sus límites, pero creo que lo más importante es lo que tienes dentro, la energía interior que transmites cuando estás en el escenario. Cuando tu cuerpo ya no te sigue, tienes que desarrollar nuevas ideas, inventar una nueva forma de bailar.

Eun-me Ahn es un híbrido excéntrico en los lenguajes del movimiento. Se formó en el rigor y la precisión coreanas, pero ha dotado a sus propuestas de la vanguardia que le imprimió su experiencia profesional en Nueva York. Sus espectáculos son audaces y juguetones. Se la ha podido ver vestida de payaso y de champiñón, cubierta de globos y sobre un lecho de tomates hechos puré bajo sus pies. Acostumbra a seleccionar a sus bailarines en largas sesiones de karaoke y en sus coreografías los viste de colores pop, pero también se sirve de la austeridad del blanco y negro, y aborda tramas donde prima la espiritualidad y la melancolía.

En Corea se dio a conocer en 2002, cuando preparó la ceremonia de apertura de la Copa del Mundo de Fútbol en Daegu. Y su  salto internacional tuvo lugar en 2013 con la programación en el festival Quartier d'Eté de París de La princesa Bari, una epopeya milenaria coreana filtrada por la modernidad.

- Se te ha llamado la bailarina de la cabeza rapada y la chamán tecno de nuestros tiempos, ¿con que apodo te identificas más?
- Me reconozco en ambos. Me afeité la cabeza en un momento en que sólo las monjas budistas lo hacían en Corea. Después de afeitarme, me sentí natural, como si fuera algo que hubiese estado buscando toda mi vida. Tenía una sensación de libertad. Pero también es agradable que me llamen la chamán tecno, ya que construye un puente entre nuestro legado cultural y nuestra sociedad contemporánea.

- ¿Por qué te interesa el chamanismo?
- Corea tiene una larga tradición chamanista. Tanto la ocupación japonesa, que negó la cultura coreana, como la fuerte influencia occidental que siguió a la Guerra de Corea, se ha perdido su importancia en la sociedad, pero subyace, ya que forma parte de nuestra cultura. El chamanismo es una filosofía y una manera de ver el mundo. Originalmente, era la raíz de una cierta concepción de la política y de la forma de organizar una sociedad basada en una estructura piramidal. El chamán era un vínculo entre los dioses o espíritus, y la tierra, la gente. Su función era entregar las palabras del cielo a nuestro mundo para poder vivir en armonía. Y los chamanes entregaron su mensaje a través de las artes: bailando, cantando, con poemas, pinturas ... Creo firmemente que las artes pueden cambiar nuestra manera de ver el mundo y tener un impacto para hacer de la sociedad un lugar mejor. De forma que en cierto modo, los artistas, yo incluida, somos algunos de los chamanes de los tiempos modernos.

- Cuando estrenaste la pieza North Korea Dance, dijiste que deseabas trabajar con los norcoreanos para crear juntos, ¿tienes alguna esperanza de hacer realidad tu deseo en un futuro próximo?
- Esto es algo mucho más grande que yo. Como artista no tengo el poder de hacerlo realidad, depende de consideraciones geopolíticas, diplomáticas, económicas. Corea ha estado dividida durante más de 65 años, pero compartimos las mismas raíces, la misma cultura. Estoy feliz de haber hecho esta pieza en un momento en que las relaciones entre Corea del Sur y Corea del Norte mejoraron un poco. Espero sinceramente que algún día podamos encontrarnos y que pueda presentar mi trabajo en el otro lado de la frontera... Porque, ¿qué mejor lenguaje existe que el baile para unir a las personas?

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