De cata con Contubernio

Festolines generosos y tan hermosos

Hoy es viernes de viaje sureño sin movernos de Madrid. Que el fiestón se viene a la Sala El Sol para mucho bailoteo, copeo y hasta picoteo.

21/06/2024 - 

Hablamos de Contubernio y la penúltima de sus acciones nómadas. De ese club molón que cada tres meses nos encandila con cajitas llenas de sorpresas. Vinos de El Marco, que de eso nunca me harto. Y tranquilitos también, porque a veces toca reposo. Por Sanlúcar, Jerez, Chiclana, Montilla y hasta Málaga si hace falta, Sorpresas que te alegran el día, tía, y en aquel sábado mágico empezando con el Blanco de Contubernio (Vinos Según Cede). Listán de viña vieja, barajuelas y pago de Mahína. Con la mano de Alberto Orte y de Marcelo Retamal para que nada salga mal. Espectáculo con aires de afuera y sus botas francesas. Finura etérea tan bonita que vuela solita. Ligereza que refleja en suelo que lo estructura. Y, oye, criatura, esto es una delicia con unos langostinos.

El Matalián Socaire (Primitivo Collantes) es viejo conocido y, por eso y todo lo demás, de lo más querido. Sutileza de la flor a la que la barrica no la ve ni de lejos porque no tiene complejos. Chiclanero de oportunidades que surgen de supuestos restos y que, ojo, tiene muchos arrestos. De los que son unicornio que, envejecido con sabiduría, se convierte en melodía que suena perfecta con una ensaladilla de gambas.

El ÁS de Mirabrás (Barbadillo) es diversión sanluqueña. El sumatorio que da tanto cuando está todo junto. Riqueza afilada resultado de que está muy cuidada. Alma de vino blanco travieso que se rebela en modo manzanilla. La exclusividad de la biológica con esa lógica que le da sentido a todo. Añada del 19 en forma de moderno experimento y que está repleta de salud junto a unos huevos de choco aliñados.

El Fino Tiracordeles (The Wine Bang) nos tira los trastos con atinada precisión. Flecha que viene directa desde Trebujena para que no haya ninguna pena. Con mucha nata de la buena, avellanas que crujen decididas y lozanía que te quita cualquier manía. Amargor que te mueve la cabeza de acá para allá. La búsqueda que mantiene la identidad de sus orígenes que son los de aquellas calles que pisoteamos con cariño cuando vamos a comer unas angulas.

El Viña Corrales Balbaína Fino (Bodega San Francisco Javier) no lo devolvemos a ídem porque sí, nos parece estupendo muy. La historia del jerezano barrio de Santiago con esa trascendencia que tampoco es necesaria, porque esto va de recreo. Así, sin ton ni son, pero con la pasión de los que emprenden caminos que recorrer con seguridad. Con la tranquilidad de saber que va entrando el hambre que se calmará con una de pijotas.

Rescatando historias que son amores

El Fino F.L.Or de los Naranjos (The Wine Bang) es pedro ximénez y homenaje a Francisco López Ortiz. Suelo claro de Moriles desde ese lagar con el que dan ganas de no parar de pisar sus tierras. Rescate al borde del abandono y agradecimiento con su punto de oxidativa. Años y años paradito para la elección de los más joviales. Y entonces el tiempo se detiene porque tenemos delante un plato de alcachofas con jamón.

El Quinario Palo Cortado (Callejuela) sabe a despedida de las que duelen bastante porque parece que no volverá. Pero ahora toca disfrutarlo, que no somos cicateros aunque sea irremplazable. Macharnudo, Añina y Callejuela con la elegancia de los que idean cosas que son esperanza. Para seguir soñando y recordando aquellos viñedos únicos como lo son los momentos con la gente querida, y con las mejores tortillitas de camarón para rematar.

Vamos con la tanda de viejunos, en primer lugar, con el Amontillado Conde de Aldama Selección Especialísima (bodegas Yuste). Salido de un rinconcín de la bodega escondido en barricas chicas. Selección de las de hacer saltar las lágrimas, porque es irrepetible. Concentración sin reparos que se propone ser cuchillo de los que se clavan muy profundo. Cosas de otro mundo casi marino de lo salino que es. Y difícil de imaginar con nada, pero vamos a darle unas huevas de atún.

Con el Dimobe (Aº Muñoz Cabrera) corremos a Málaga y su pedro ximénez. Montes imposibles que desafían al infinito entre pizarras que son oro puro. La erosión que provoca una historia de las que se cuentan de noche viendo las estrellas tumbado con vistas al universo. Porque esto es mundial con sus almendrados y acidez en equilibrio. Un auténtico juego de magos con un rabo de toro con mucha salsa.

El Conde de Aldama Oloroso (Bodegas Yuste) nos devuelve a casa, a El Puerto de Santa María. Porque allí fue visto cuando estaba a la venta con las prisas provocadas por aquella decadencia que hace mucho fue tendencia. Pero llegó Francisco Yuste y se hizo con esas tres únicas botas. Con traslado a Sanlúcar de Barrameda y esperando a tomar la decisión que ahora provoca toda la emoción. La de compartirlo con los que también lo sienten como salvajillo que es y con una de menudo.

Terminamos la faena con el Atlántida Moscatel (Orleans Borbón). Cierre dulce guardado en crianza estática en tres medias botas. De vejez incalculable porque ya estaba allí cuando llegaron los más veteranos. Respondiendo con sapiencia, sin empalagues y con toda la verdad entre sus cilíndricas paredes. Para ganarnos como postre que es de achuchar con seriedad y toda la complejidad. La claridad que se abre en la mente con un potente queso de cabra muy curado. El gozo al cuadrado para decir hasta prontito, con más y quién sabe si mejor, pero se intentará.