Viticultores. Levantados en la madrugada, sin pensar que no había contingencia ni esperanza. Solos en la sombra y en el frío del alba, en una luz que aun no asomaba ni quería dar una fiesta ni una farsa.
Solo el amor y la rutina hacia la despierta de ese pobre desgraciado, por la vorágine arruinado y la avaricia de los acaudalados. Señoritos que nunca pararon, no reflexionaron en las alboradas, ni en esos sueños desvelados.
Ni en la queja y el quejío de aquellas heroínas, esperando pacientemente el sustento que jamás llegaba
Si la albariza contara y charlara con vosotros: lamentaría, lloraría. Ya lo hace. Su expresión es poesía, cariño que recibe y devuelve en armonía. Las vuestras: historias anónimas que nunca morirán en el olvido. La paciencia que conoce su propia existencia. Su valía.
Es, por esos héroes de la viña, que salen las lágrimas y las palabras. Por esos callos empedrados, por esas horas que nunca serán recompensadas.
Los silencios que se elevan. La fatiga, la tolerancia
Sois la base que, durante milenios, habéis entregado al vino su genialidad y dimensión.
Y que no aparenten por ahí. Cualquiera puede hacer vino. Con todo corazón y la lógica del pisador. De la viña dependiente. El suelo, es el verdadero intérprete.
Las yemas crecen, los brotes verdes nos adiestran y atrapan, nos rodean de una mística que se nos escapa. En el rocío de la primavera, durante el florecer de la flor. Esa polinización que huele ancestral y nos embarca hacia lo rural, hacia lo natural.
La vida se impone y es imparable, la naturaleza nunca responde en vano, cualquier maltrato es devuelto de forma impune
Los principios. Esas mañanas frías en las que el viento de la sierra os cierra la respiración, esas donde el aire del río os amamanta entre suaves gotas de sal.
Sois la base que, durante milenios, habéis entregado al vino su genialidad y dimensión. Habéis forjado la leyenda con mostos a base de azadón.
Ser y tener, respetar ante el abismo que nos presenta el avance de la hierba. La sustancia. Las raíces
Los que han mantenido en la sombra la nobleza, trabajando la tierra con pasión. Aquellos que, despreciados, se han sobrepuesto una y otra vez a la amenaza de la desatención.
Campesinos sencillos, honrados viticultores, luchadores en favor de la prudencia y la justicia. Sacrificados eternamente. Gente curtida, humilde y honesta, sin aires de grandeza aunque con corazón de ella.
La responsabilidad del agricultor. Subsuelo y toda una herencia.
Soy viticultor y elaborador de vinos naturales: sin aditivos. No tengo internet. ¿Radical?