Hacer pedagogía y abarcar todos los frentes posibles sin desatender los que ya trataban son los objetivos de una cita que no ha dejado de evolucionar
VALÈNCIA. “Este festival aún seguimos siendo un puñado de blanquitos y blanquitas”. Así de contundente ha sido Javier Vilalta, director del festival de cine internacional de Derechos Humanos Humans Fest, a la hora de referirse a su propia iniciativa. “Teníamos el objetivo de ser más conscientes de ello, y aún no lo hemos acabado de cumplir”, confesaba en la presentación de la décima edición del certamen, que se celebró ayer en La Nau de la Universitat de València.
Más allá de la autocrítica, el Humans Fest, celebra una edición redonda del 13 al 23 de febrero en València con la mejor salud que puede tener un proyecto como este y con la legitimidad que le otorga la cruda realidad, tanto del primer como del tercer mundo. Este año el festival contará con cuatro estrenos nacionales y uno en Europa entre los diez largometrajes que se presentan a concurso, además de 11 cortometrajes.
El objetivo marcado es el de continuar siendo el "espacio de defensa incondicional de los Derechos Humanos". Además de definir sus dos pilares principales de actuación: cine de calidad curado por criterios cinematográficos y temáticos, y charlas y un buen puñado de actividades paralelas para que la reflexión, global por una parte y particular por cada realidad mostrada, salga más allá de las pantallas. En este sentido, es imprescindible el trabajo de la decena de entidades sociales locales que forman parte de la iniciativa y que completan las proyecciones con testimonios de su trabajo.
El festival tiene un carácter predominantemente pedagógico, y por eso la organización se ha esforzado en que su trabajo vaya mucho más allá de una simple selección de películas y han extendido la iniciativa a lo largo de todo el año a través de talleres escolares en el MuVIM y proyecciones en centros de mayores. La idea de estas acciones es acercar el festival a un público al que “es importante hacer llegar estos mensajes”, según ha contado Vilalta. Esa pedagogía es lo que hace tan especial esta cita cinematográfica, que este año reflexionará, a través de sus tres categorías, de conflictos como los movimientos migratorios, el abandono de las cárceles, el limitado acceso a la Sanidad, la represión de la identidad, el machismo o el auge de la extrema derecha. Todo esto, que está pasando en el mundo, dibujan la “necesidad” de iniciativas como esta.
Por todo eso, y con siete años a sus espaldas, el certamen vuelve con aumentando sedes y oferta audiovisual. La Filmoteca será la sede oficial, aunque también habrá debates y otras actividades en el Colegio Mayor Rector Peset, el Centre del Carme Cultura Contemporània (CCCC) -que acogerá el ciclo de cine romaní-, Cinestudio D'Or -con la sección de microcortos escolares-, Teatre Talia, MuVIM e incluso la prisión de Picassent (Valencia), en la que se proyectará la película El Desentierro de Nacho Ruipérez con la presencia del realizador valenciano. Este año internacional se proyectaran largometrajes de Estados Unidos, Suecia, Alemania, Brasil, Francia, Noruega, Chile, Israel y Sudáfrica. Los 11 cortos seleccionados se han rodado y producido en España, Reino Unido, Sáhara Occidental, Turquía, Argentina y Grecia.
La presidenta del jurado será la actriz Silvia Munt, ganadora del premio Pau i Justicia, que este año le será entregado al actor y director Abdelatif Hwidar. Así mismo, el premio Acollida se otorgará al también cineasta Emilio Martí, responsable en otros proyectos, de la primera película realizada en un CIEs, la cinta de animación Makun. No llores. También recibirá un premio póstumo por la defensa de la cultura Carmen Alborch.
Más allá de los puramente cinematográfico, Humans Fest ha querido presentar otra novedad y una demanda que caben destacar. Por una parte, el festival ha anunciado que será auditado por BDS (Boicot, Desinversiones, Sanciones), un grupo de presión que se organiza para evitar cualquier apoyo o contratación de una institución pública o privada a empresas que financien directa o indirectamente la ocupación israelí en Palestina. Ha sido este grupo el que se ha ofrecido a revisar que el festival no se nutre de ninguna manera de estas empresas, mirando con lupa especialmente el largometraje israelí que competirá en la sección oficial. Este acuerdo no es vinculante, aunque desde el festival afirman a que son sensibles con el conflicto palestino. Se espera que esta auditoría llegue o antes o durante el festival, aunque este año parece tener un carácter más experimental que efectivo.