VALÈNCIA. “Hay cine hecho en València, pero no tanto un cine valenciano”. Con esta frase de Áurea Ortiz, profesora de Historia del Cine en la Universitat de València, empieza el trayecto de Cinema i utopia, un documental dirigido por Pablo Peris y José Serrador que se presentó ayer en La Mostra de València con el objetivo de remover el debate historiográfico sobre el audiovisual local. Pronto, sin embargo, aparecen las voces discordantes, los relatos contrapuestos, lo que solo puede significar una cosa: queda mucho por descubrir. “Es una invitación abrupta al diálogo. Me interesa muchísimo la idea de identidad cultural, que está ahora en cuestionamiento. Hasta que no sepamos qué somos habrán distintas corrientes que impidan la creación artística y cultural”. En estos términos se expresa Pablo Peris, quien defiende el documental como un nido de preguntas más que uno de respuestas.
Es quizá por ello que el coloquio posterior a la proyección en los cines Babel se presentaba con dos preguntas. La primera, si existe un cine valenciano; la segunda, si hay alguien a quien le importe. “No hemos conseguido consolidarnos, teniendo el talento necesario para ello, ¿qué ha pasado?”, se pregunta Peris. Para aportar algo de luz a esta cuestión recuperan cuatro ‘casos de éxito’ (entendido como un concepto amplio), cintas reivindicadas por no pocos como algunos de los pilares del patrimonio fílmico valenciano. Entre ellos, La portentosa vida del Padre Vicente, del “completísimo” Carles Mira, cuya proyección estuvo envuelta en la polémica, con un estreno en el cine Goya de Alcoi empañado por un atentado. En otro extremo, basada en la obra de Bernat i Baldoví, se sitúa la versión cinematográfica de El Virgo de Visanteta, que se convirtió en uno de los raros fenómenos ‘marca València’, estando en cartelera durante algo más de un año.
La tercera y cuarta pata de la mesa son Cada ver es de Ángel García del Val y Tres en raya, dirigida por Paco Romà, un film “que se anticipa a la movida madrileña”. Este último es uno de los profesionales que participa del documental, en el que confiesa que escribió la cinta en apenas 20 días, proyecto que le valdría a la postre el premio a mejor guión del Círculo de Escritores Cinematográficos. “Era la época en la que si no hacías una película de contenido político pasabas desapercibido”, refleja Romà. “Hacer cine era parte de la guerrilla”, desliza el periodista Abelardo Muñoz durante su intervención. “Puede parecer que no tienen nada que ver, pero las cuatro hacen apología de lo valenciano”, explica por su parte Peris, un listado de películas que “estaban fuera del sistema porque no había un sistema”. El sistema, por supuesto, entendido como político, pero también empresarial.
“¿Que qué es lo valenciano? Con la película no hemos querido explicar nada, lo que nos hemos encontrado son muchas preguntas. Planteamos un cuestionamiento cultural hasta la apertura de la radiotelevisión valenciana. Queda claro que se cometieron muchos errores, hay un paralelismo con nuestra época”. Efectivamente, el punto final de la cinta se fija en 1989, con el inicio de emisiones de RTVV y los deseos de que, como en otros territorios, esto sirviera para el desarrollo de una industria cinematográfica en la Comunitat. Sin embargo, el resultado no ha sido el esperado. Finalizando en este punto, su director busca interpelar a la profesión y ahondar en el debate que hoy vuelve a darse con la recién inaugurada À Punt. Aunque Peris indica que “estamos en un mejor momento”, no deja de ser cauto a la hora de analizar un presente que todavía está cocinándose.
Los paralelismos se dan con respecto a la televisión pública y, también, en el contexto en el que se estrena, una Mostra de València que se creía olvidada y que este año regresa con su 33ª edición. Si el caldo de cultivo parece estar, es la tan necesaria divulgación –y, por tanto, incidencia en la sociedad- otro de los pilares de la conversación. “Si no se conoce el cine valenciano y se está gastando mucho dinero público es que no se están haciendo bien las cosas”, refleja el cineasta Batiste Miguel, en la última intervención del documental. Sentimos el spoiler. “No hemos hecho otra película como El Virgo de Visanteta que haya sido un fenómeno. No hemos conseguido estar en el meollo de la cuestión, teniendo el talento y los cineastas […] Sí creo que hay un cine valenciano pero está debilitado por cuestiones ajenas a la creación”, incide Peris. En cualquier caso, y con muchas preguntas todavía por responder, una conclusión que justifica todas: “Una sala de cine, si nadie está viendo la pantalla, es solo luz”.