VALÈNCIA. Dicen que los gigantes no existen, pero València será conquistada dentro de pocos días por criaturas enormes que jamás han transitado sus calles. Será el sábado 28 de octubre, en el contexto de la nueva edición del festival Intramurs, cuando tenga lugar Tracapelló, un insólito desfile colectivo y musical que recorrerá distintos puntos de la ciudad, empezando por la plaza del Mercat Central y acabando en la plaza dels Furs. Bajo la tutela del Marcel·lí Antúnez Roca, uno de los fundadores de la mítica compañía de teatro La Fura dels Baus, nace Tracapelló, una acción producida específicamente para el festival que, aunque a partir de una fábula, hablará de esa corrupción por la que sigue pagando la ciudad. ¿El final del recorrido? Como no podía ser de otra manera, el artefacto visual acabará siendo devorado por el fuego. “Al final descubrimos que es una especie de falla móvil, un final positivo que remite a la falla en su sentido original. Se trata de quemar lo malo y renovar”, explica el creador.
Tracapelló es el nombre de la acción y, también, del artefacto a través del cual se ira contando una historia a todos aquellos que lo acompañen a lo largo del recorrido. El punto de partida de este proyecto, sin embargo, está bien lejos de València, pues se sitúa en Estrasburgo, donde en 2015 Antúnez firmó Alsaxy, acción para la que produjeron cinco carros que, situados en línea uno tras otros, conformaron un la figura de una animal de más de 25 metros de largo. Pero, más allá de la fábula, bajo este proyecto subyacían cuestiones como los límites del uso del espacio público, algo que no es ajeno al catalán, pues ha trabajado sobre este concepto en varias de sus performances. Lugar para el desarrollo de acciones artísticas, confiesa el creador que el espacio público “ha quedado denostado” con un control de la administración que hace que imperen los “payasos y espectáculos infantiles”. Precisamente, y aunque parte de Estrasburgo esta acción, las propias características del contexto valenciano han dado nuevos elementos con los que jugar a sus impulsores.
“Fue con 16 o 17 años cuando vi por primera vez las Fallas y siempre me sorprendió ese carácter que nace de la revista satírica, algo que quizá en los últimos años se ha perdido un poco”. Aunque no siempre de forma explícita, la narración gira en torno a una corrupción que ha azotado especialmente a la ciudad de València, una reflexión sobre un capitalismo que ha sido “un lobo con piel de cordero” y al que ahora Marcel·lí Antúnez le quiere sacar los colores. “Tenía que buscar un tema que pudiera ser relevante para estructurar el relato. El tema que me salió fue, desgraciadamente, uno tópico pero muy presente: la corrupción. Aparte de la maldad y mal uso del dinero público, debía haber algo más. Fue una travesía muy fructífera durante, pase todo el verano buscando las raíces del mal económico, la idea del asalariado y capitalismo”, explica el artista.
Si el fuego que acompañará a la pieza es una de las grandes conexiones que el creador hará con las Fallas, esta no será la única. Para la confección del dispositivo móvil se ha aliado con aproximadamente cincuenta alumnos de los dos cursos del Ciclo Superior Artista Fallero, que se imparte en el IES Benicalap, elementos construidos de nueva planta para la ocasión con materiales de desecho como cartón corrugado y botellas vacías de plástico. Ellos fueron los primeros receptores de los dibujos, apenas unos bocetos en un primer momento, que finalmente se convertirán en el Tracapelló. “Prometo que si me llaman para hacer una falla seré más concreto”, bromea Marcel·lí. Los alumnos se encargarán de la preparación de los tracapelló, blasones, vestidos, carros y demás objetos que acompañarán a los participantes del desfile que marcharán junto el corpóreo, un grupo que será seleccionado en los próximos días a través de una Open Call.
Y es que la narración de esta acción se articula a través de una comitiva que se sirve, además de los tracapelló, de unos participantes entre los que se incluye una orquesta concebida ex profeso. Los tracapelló son dispositivos que consisten en un telón de cartón montado en un bastidor de madera de 5x4 metros aproximadamente, que dispone de diversas láminas pegadas por su parte inferior que al desplegarse y caer cubren la imagen inicial y la transforman en otra. La maniobra de despliegue se realiza gracias a varias mechas pirotécnica que al quemarse deja caer una a una las lenguas, un dispositivo que permite una especie de trampantojo dinámico con el que es posible articular pequeños relatos.
La carrera de Marcel·lí abarca más de 35 años y en ella ha desarrollado multitud de proyectos tanto de carácter individual como colectivo, siendo en los años ochenta fundador y miembro de los colectivos: Error Genético, Los Rinos y La Fura dels Baus. De esta última Antúnez fue coordinador artístico, músico y miembro destacado hasta 1990, cuando inició su trayectoria individual. Durante los últimos veinte años el trabajo del creador ha tenido como factor principal la tecnología electrónica, con ella ha desarrollado múltiples instalaciones y performances interactivas, habiendo trabajado siempre en torno al rol del espectador/usuario dentro de un entorno interactivo, un campo en el que se inscribe Tracapelló.