Uno de los exponentes de la escena en Londres explica a Culturplaza las implicaciones políticas e identitarias de la disciplina
VALÈNCIA. Este fin de semana tiene lugar la cita anual con la cultura ballroom en València, Club Mutant. El año pasado, este diario ya contó en qué consistía esta escena de baile, que tiene origen en la década de los 70 en Nueva York, y que siempre ha estado estrechamente ligada al movimiento LGTBIQ+ en general y a las personas racializadas en particular. Las kiki balls, las houses, voguing... Se trata de toda una cultura generada a partir de una premisa: crear un espacio seguro y de liberación para aquellas personas que lo necesitaran en ese momento.
Y qué liberación, todo sea dicho. Los movimientos son anárquicos y complejos, la música está alta y se tiene que improvisar, el nivel de competición siempre es muy alto porque se desata una exigencia que viene de casa. Pero, según repetirá en las próximas líneas el entrevistado, "al final, únicamente se trata de divertirte".
Jay Jay Revlon es el gran invitado de este año de Club Mutant. Hoy mismo participará haciendo un workshop, y como jurado en la kiki ball. Es padre de la House of Revlon y un importante activo en la escena londinense del ballroom. Es, además, DJ, profesor de voguing y activista LGTBIQ+ (aunque cuando se le recuerda apunta que esa categoría "es lo que le dicen" y que él nunca se ha definido como "activista"). A los pocos minutos de llegar a València, recibe a Culturplaza en los apartamentos Bubuflats, donde se ha instalado, para responder a algunas preguntas.
- Algunas voces, desde disciplinas del underground, alerta de una creciente despolitización de estas escenas. ¿Crees que esto está ocurriendo con la cultura ballroom? ¿Debería ser eminentemente política?
- Es algo personal. La realidad es que el ballroom existe más allá de la política o el racismo. Sí tiene un origen en la comunidad LGTBIQ+, en un momento en que las mujeres trans eran asesinadas, por ejemplo. Nace de la escena drag super underground en los 70, y me parece muy importante porque también nace de una cultura racializada como es la negra y la latina. Al final. En America y en aquella época, ese espacio político era totalmente necesario, y yo creo que todo depende del contexto. Es importantísimo seguir mantiendo una postura política, y a veces eso puede llegar al propio ballroom. Yo hice uno sobre el Brexit, en un momento en el que se hablaba mucho y se debatían cuestiones como quién debe seguir viviendo en el país y quién no. Me pareció divertido e interesante, porque Londres es muy multicultural.
Cuando organizo un ball, siempre pienso en el espectáculo como mi hogar. Estar en una casa (la cultura ballroom se organiza en Houses en las que los y las líderes se llaman mother o father) se trata de un apoyo mutuo, y para mí ha sido importante, por ejemplo, que mi madre pudiera estar presente y que fuera ejemplo para que otros niños y niñas gays -racializadas o no- vieran que los padres y madres podían ir y aceptarlas. En todo caso, al final, el ballroom tiene que ser divertido, y esa diversión tiene que estar en un primer plano. Yo siempre digo lo mismo: si no te estás divertiendo, si esto no te está haciendo ser una buena persona, es mejor que te vayas. Porque por encima de todo, tiene que ser un lugar seguro, y eso no pasa siempre por que sea un movimiento político. La gente habla mucho de política, pero para mí, por encima de eso, es un lugar seguro y divertido. De hecho, si es seguro pero no divertido, algo está fallando.
- En todo caso, sí es verdad que parece que la comunidad LGTBIQ+ está más amenzada últimamente y que esos espacios seguros son más necesarios.
- Totalmente, es súper importante que tengamos estos espacios. Para mí es importante mantener estos lugares que son más específicos. Si yo voy a salir, busco siempre preferentemente sitios dedicados a la comunidad LGTBIQ+ o a personas negras.
- En Club Mutant, mucha gente participará en una kiki ball por primera vez, y se trata de un ejercicio de liberación absoluta. ¿Qué se siente la primera vez?
- Para quien no conozca mucho de la cultura ballroom, una kiki ball le va a abrir los ojos absolutamente. Va a ser confuso a veces, otras veces te va a entristecer cuando una persona no pase -En las kiki, el jurado califica la performance, el veredicto puede ser ten, que significa que pasas a la final, o chopped, que significa que no pasas-. La gente piensa que chopped es algo malo, pero en realidad significa que tienes cierto potencial con el que aún te queda por trabajar. No hay veredictos negativos y no debería haber abucheos.
Las primeras veces pueden ser extrañas, pero no se trata solo de salir a bailar por primera vez y ya está: pregunta, interésate, siéntete cómodo, implícate y respeta el espacio. Muchas veces no se permite filmar, así que lo más importante es que lo guardes en tu memoria. En mi primera vez, recuerdo especialmente perder totalmente la voz.
- Supongo que ahora ya la tienes entrenada.
- Nunca tienes entrenada la voz para todo lo que se puede gritar y animar.
- Así que las primeras veces son confusas.
- Totalmente. Si vas por primera vez, será, sobre todo, confuso. Y lo más importante es involucrarte, ser amable siempre. Si de repente abucheas, sal un segundo, háblate a ti mismo, piensa en lo que has hecho, y cuando te sientas preparado, vuelve otra vez, y chilla y apoya todo lo posible. Si el DJ dice algo al público, contesta. En España hay veces que la gente pasa de contestar y de seguir la animación del DJ.
- En los últimos años, la serie Pose y otras referencias culturales han hecho que se conozca mucho más la escena. ¿La popularidad puede ser contraproducente cuando se viene del underground?
- Totalmente. Y más cuando, por ejemplo, conoces la cantidad de dinero que hizo una película como Paris is burning (un documental de 1990 que fue la primera gran referencia en un medio de masas como es el cine) y cómo luego no se pagó nada a las personas que salieron, que eran muy vulnerables. También cómo la película representa a los cuerpos negros como ladrones, y a los blancos como supervivientes, cuando todo las personas eran entonces supervivientes... Luego Strike a pose, un documental de 2016, habla del cuerpo de baile que tenía Madonna en 1990 y del que tomó todo el voguing. La película es buena, pero lo interesante en cómo muestra lo poco que ella devolvió a la comunidad.
- El dinero lo cambia todo
- Sí. Cambia la energía de todo el ballroom, porque se supone que se trata únicamente de diversión. Y en el momento en el que hay dinero, se convierte solo en una competición. Más aún cuando del dinero que ganes depende que comas o que tengas un techo bajo el que dormir.
- ¿Cómo ha ido adaptando cada país, a sus particularidades culturales, la cultura ballroom?
- Por ejemplo, en Reino Unido, cuando yo empecé no había nada de competición, ni ganadores. Eso no me gustaba, porque el ballroom también representa una especie de lucha del día a día en la sociedad. No se trata de pelearse entre houses, pero sí de llevar el espíritu de competición a la pasarela. Así que yo empecé a promover algunas de las primeras competiciones de mi época.
- ¿Y en España?
- España tiene dos puntos claves. Primero, que hay microescenas en Madrid, Barcelona, Zaragoza, Málaga, Alicante, València... Ninguna ciudad tiene la entidad suficiente como para ser una escena que evolucione, está muy atomizado, no es como en Londres, que es un punto de encuentro de muchísimas houses.
Y luego, en España hay poca multiculturalidad en comparación con Reino Unido, por ejemplo. Y es muy importante que la haya, porque si una mujer negra va a un ballroom y solo ve un puñado de chicas blancas, pensará que eso probablemente no sea para ella. Tenemos que conocer y ser conscientes de nuestra historia y de nuestra labor, que es la de crear un espacio seguro a quien lo necesita. Hay una comunidad negra importante en mi país, y alrededor de un 5% es LGTBIQ+. Mi trabajo como father tiene que ser el de buscar a esas personas y decirles que aquí van a encontrar un hogar, y guiarles, darles el espacio que necesiten...
- Aquí no hay tanta visibilidad de las personas racializadas.
- Exacto, no se les coloca en primera línea. Y creo que si somos conscientes de la Historia, es cuando podemos darle un giro y dar protagonismo y voz a quien lo necesita. Por eso también son importantes los espacios específicos. Si yo tuviera que montar una fiesta o algo, haría algo solo para personas negras, porque es a partir de la identificación con tu comunidad donde te empiezas a sentir seguro. Últimamente me planteo la pregunta de cómo puedo hacer más grande la comunidad sin olvidar a mi gente.
- Es la segunda edición de Club Mutant en València. ¿Algunos consejos para afianzar la escena en la ciudad?
- Lo primero, asegurarse de que todo el mundo es bienvenido a tu escena. Que la diversidad se vea en primera línea. Invitar personalmente a los niños y niñas LGTBIQ+, porque les va a venir bien descubrir este mundo. Lo mismo con las mujeres trans. Juzgar y decidir en función de tu nivel de conocimiento; nadie iría a un florista que no sabe nada sobre las flores. Mantén la diversión siempre. Mantén los ánimos. Si hay alguien irrespetuoso, que se vaya y reflexione. Y nunca hagas dinero con los ballrooms. A mí ni siquiera me parece bien cobrar por formar parte del jurado. Intentar alejarse del dinero es muy importante, porque si no, se jode todo.