Ni en Galicia, ni en Argentina ni en Tokio: en València. Vacum acaba de volver de Londres con dos oros y una plata en el World Steak Challenge 2017
¿Cuántas veces has tenido que soportar eso de “la mejor carne del mundo es la argentina”? Ya lo sé: infinitas. Sin embargo, la realidad es otra y se aleja muy mucho de lo que probablemente tienes en mente. Porque... ¿la mejor carne del planeta? ¿En València?
Así es. El pasado martes 4 de julio se celebró en Londres el concurso World Steak Challenge —lo que viene a traducirse como los “Oscar de la carne”. Más de 119 carnes de productores de 17 países para casi 20 miembros de un jurado internacional que eligió (a ciegas) las mejores piezas del universo gastronómico.
Pues bien, dos oros para València gracias a Vacum, la distribuidora de carnes de alta gama maduradas en su base de operaciones en Loriguilla. Los oros, exactamente, fueron para el lomo alto y el solomillo de vaca de raza Casina de 8 años de edad, alimentada con hierba y criada en libertad en Asturias.
Vacum también ganó una plata para un solomillo de vaca rubia gallega de 10 años, posicionando así a España como uno de los países del mundo con más premios, y tan solo detrás de Irlanda (que se lleva 3 oros). Lo acompañó en el medallero nacional la empresa catalana Pujol’s, que logró una medalla de bronce con una carne gallega de la raza parda de 11 años.
Ya hablamos de Vacum en aquel (polémico se queda corto) En València no comes buey gallego, comes vaca de Polonia; pero hoy toca volver a sentarnos frente a Jose Rosell y ochocientos gramos del oro sobre las brasas de Gran Azul para hablar sobre el premio y tantas cosas. La primera pregunta (Jose es de León) es obvia... ¿Por qué València como base de operaciones ? “Decidí establecerme en Valencia por dos razones: la primera por su capacidad logística y fantásticas conexiones para el envío de mercancías; en segundo lugar porque me encanta la ciudad, y su mar mediterráneo”.
Disfrutamos el oro frente a una botella de Alión del 2009 y hablamos de un sector y una ciudad que, me temo, todavía no está dispuesta a pagar por la calidad de un producto estratosférico —sean carnes de lujo, pescados salvajes, marisco de Dénia o verdura de la huerta. Jose, sin embargo, es optimista:“Yo creo que sí, que cada vez hay más cultura gastronómica en esta ciudad... aunque es evidente que será a una velocidad de crucero más lenta que en otros lugares”.
Ojalá. Porque si no, pasará lo que nos pasa tantas veces: lo tenemos, pero no queremos creérnoslo. Yo doy fe —es la mejor carne que he comido nunca.