Tres intérpretes se encargarán el acompañamiento musical en directo de la película del cineasta checo Jiří Barta
VALENCIA. A una semana de la inauguración de La Cabina – Festival Internacional de Mediometrajes de Valencia, organizado por el Aula de Cine de la Universitat de València y con la colaboración de CulturArts-IVAC, el festival celebra La Cabina Día Cero con la proyección de la película muda de animación Krysar, de uno de los mayores exponentes de la animación europea, Jiří Barta. Los músicos Berta Benito (violoncello), Félix Martos (trompeta y flauta dulce) y Daniel Pizcueta (piano) harán el acompañamiento musical en directo de la obra maestra del cineasta checo.
La Cabina Día Cero supone el pistoletazo de salida para cada una de las Ediciones del Festival desde 2012. Este año se celebrará el jueves 29 de octubre en el Auditorio Joan Plaça del Jardín Botánico de la Universitat de València con la proyección de la película muda de animación Krysar (Checoslovaquia, 1986) del cineasta checoslovaco Jiří Barta, máximo exponente de la era post-Trnka.
Jiří Barta (Praga, 1948) realizó sus primeras películas de animación en 1978 en el estudio de Jiří Trnka, uno de los grandes pioneros de la animación en Europa, a quien se conoció como el Walt Disney de Europa del Este. Por otra parte, su obra también está muy influida por Jan Švankmajer, Yuriy Norshteyn y Priit Pärn.
Aunque con su película El mundo perdido de los guantes, de 1982, ya obtiene un reconocimiento internacional, será con su adaptación de El flautista de Hamelín, Krysar, con la que consiguió posicionarse como un maestro de la animación y su película fue calificada como obra maestra. El film se proyectó en la sección Un Certain Regard del Festival de Cannes de 1986 y fue galardonada con numerosos premios internacionales.
La técnica que Barta utiliza en sus películas es el stop motion y el uso de marionetas y, a partir de ya entrados los 2000, comienza a utilizar el 3D, en parte por la dificultad de conseguir financiación. Tras la caída del telón de acero en Checoslovaquia en los años 90, Barta se topó con dificultades para exhibir su obra, la censura y la falta de fondos le impidieron durante 15 años estrenar sus filmes mientras que el cineasta se negaba a adoptar un perfil más comercial.