O la maravillosidad de los lugares semiocultos que sabes que van a petar
Xics, esta semana creo que os voy a descubrir un sitio interesante. No es muy conocido, primero porque lleva abierto un año y pico solamente, y segundo, porque está en una calle del Canyamelar en la que igual no te abrirías un chiquipark. Pero aquí entra lo más maravilloso de la historia, justo en el portal de al lado de este bar, resulta que hay tremenda comisaría.
Y tú dirás…ah, que guay…porque así es una zona más segura ¿no?
Pues no, es guay porque cualquier bar que esté cerca de un edificio con funcionarios, eleva su poder de almuerzo exponencialmente. La gente que tiene bares junto a tráfico, o junto a hacienda, o junto a un hospital, saben que por castigo van a tener un pequeño ejército de funcionarios lemmings, que van a ir a almorzar cada día. Eso saca lo mejor de ti, en cantidad, en variedad, en todo, vaya.
Bueno. La Revoltosa.
Local con terraza y ventanuco. Echo un vistazo dentro. Mmmm...se ve moderno, oscuro, limpio, y con una decoración que me lleva a muchos sitios. Hay cactus de rafia, cuadros como de cabaret francés, y una pedazo de foto de the real Camarón de la isla. Esas cosas son un indicativo, eso ya no puede estar malo.
La carta tiene una bocadillosidad potente. Hay llongana, carne de caballo, pero me llama la atención uno que se llama la marmita de la yaya, y que lleva chorizo, morcilla, longanizas, patatas y pisto. Estoy tentado de pedírmelo, pero puede que me deje anulado como persona el resto del día, y tengo que contaros cosas. Bueno, que sepáis que lo tienen.
Un camarero la mar de majo, nos vende las tapas muy bien, como flipando él mismo de lo buenas que están. Empezamos con una ensaladilla, y una rondita de las Turias más frías del mundo. La conversación del momento fue literalmente esta:
- Pues tío, ¿sabes lo que me ha pasado antes de venir aquí? Me estaba tomando una caña en una terraza y en la mesa de al lado había unos millenials hablando muy alto, explicando lo que es un “Dirty trombon”.
- ¿Un “Dirty trombon”?
- Lo que yo te diga, esa generación viene muy preparada.
- ¿Qué es eso, maldita sea?
- Pues al parecer es cuando tu te arrodillas detrás de alguien, le abres las nalgas y entonces…
- Oh, mira, la ensaladilla.
Está rica. Tiene un cierto toque vintage, porque lleva pimiento rojo en trocitos muy pequeños, y la ensaladilla con pimientos siempre sabe a bar antiguo. Muy suave, atún patata y zanahoria con chorrito de aceite por encima. Huevo duro, con aparente ausencia de guisantes. Saladitos canónicos. La verdad que muy bien.
Llegan entonces los buñuelos de bacalao con la titaina. Ojo con esto, que es un poco tapa trampa. Si te las pides juntas, ninguna de las dos termina de destacar. Mira, el buñuelo tiene una textura de locos, como si fuera de masa de croqueta, super cremosón, pero es verdad que no sabe demasiado a bacalao, o tal vez sí, pero es que la titaina se lo come. Y esta, a su vez, pierde potencia porque el buñuelo la rebaja, y se convierte en una especie de salsa de acompañamiento. Mal. Osea, bien, pero pídetelas por separado. La titaina merece protagonismo, y el buñuelo también, porque si no, es como una peli de estas tipo Oceans eleven, que te meten a 40 actores y no sabes muy bien quien es el prota.
Bueno, sí, Brad Pitt, porque el cabrón no falla ni meando desde un tren en marcha, pero que ya me entiendes.
En fin. Pedimos también unas anchoas que vi en la barra, y que me dieron todo el buen rollo. Oh, que suavidad, que textura, ni una espina, se deshacen en la boca. Vienen con tomate rallado y sí que es verdad que el pan me falló un poco. En un sitio de estos yo me esperaba un pan en plan...horneado por una mujer casi ciega de 103 años, que solo habla valenciano y que se llama algo así como "Encarnín". Pero bueno, el pan es un satélite. Las anchoas brutales, anchoalmente hablando. En bocata serán fantasía.
Fuera de carta tenían navajas, clótxinas y ortigas de mar. De lo que tengan fuera de carta, siempre tienes que pedirte algo, en este caso cayeron las clótxinas, y oye, acierto.
No llevan nada, quiero decir, nada más que lo que tienen que llevar, ajo, laurel y brisa marina. Maybe un poquito de limón, pero párate ahí. Saborazo. Bombastic, romantic e incluso fantastic. Mis colegas se pidieron un postre, que venía como en una tarrina, algo así como tiramisú, pero nada especial. Toda la potencia se centra en el almuerzo.
Buah, pues nano, salimos a unos 44 pavos entre tres. Me parece una maravilla de sitio. Me parece que hay que descubrirlo, porque ya te digo que está como medio escondido, pero este verano, pocos sitios mejores para almuerzo largo con copazos vas a encontrar.
Échale un ojo, va.
Goza de amplio aparcamiento.