VALÈNCIA. Como casi todos los artistas, Lara Ruiz sufre fases de bloqueo, y momentos en los que no sabe muy bien qué hacer con su obra. En esos momentos sus piezas aguardan en el estudio, inconclusas y rezando por un poco de inspiración para ser completadas. Se quedan en una especie de “limbo artístico” del que no se vislumbra ni el principio ni el final. Un túnel infinito de posibilidades distendido en el tiempo, hasta que llega la gran idea. Ruiz las saca del taller a través de un "despiece contemporáneo" con el que enlaza todas las piezas que serían consideradas “descartes” o restos, también incluyendo bocetos que no llegan a realizarse, ya sea "por tiempo, jurados o complejidades técnicas".
Con todos estos proyectos inacabados, Ruiz construye Limbo, una muestra en la que juega con tubos de sección de 32 milímetros y los enlaza para generar su propio universo entre los muros de Gabinete de Dibujos. Para hacer arte de estos tubos construye coloridas esculturas de policloruro de vinilo (PVC, para los fontaneros) que una vez ensambladas conforman un cuadro de colores único. Por este tipo de arte pasa la luz en vez del agua y, tal y como lo define Sara Vilar en el texto de sala, sirve para hablar sobre el limbo como un terreno intermedio que no es "ni el cielo ni el infierno".
“Es un lugar de reposo [...] Un limbo lleno de posibilidades donde las propuestas flotan en estado de lactancia, aguardando para emerger. Un terreno intermedio en el que cada segundo se estira, permitiendo a las ideas madurar lentamente”. En palabras de la artista, esta es la manera de dar una nueva vida a esas piezas que “no llegaron a resultar” y que ahora encuentran su lugar dentro del descarte: “Voy conservando poco a poco las piezas y genero un archivo, junto con Sara pensamos en la espera de los proyectos y el poder darles una segunda vida y de ahí surge el concepto de limbo”, al que le da una vuelta a través del arte.