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despiece contemporáneo

Lara Ruiz construye un ‘limbo entubado’ en Gabinete de Dibujos

18/06/2024 - 

VALÈNCIA. Como casi todos los artistas, Lara Ruiz sufre fases de bloqueo, y momentos en los que no sabe muy bien qué hacer con su obra. En esos momentos sus piezas aguardan en el estudio, inconclusas y rezando por un poco de inspiración para ser completadas. Se quedan en una especie de “limbo artístico” del que no se vislumbra ni el principio ni el final. Un túnel infinito de posibilidades distendido en el tiempo, hasta que llega la gran idea. Ruiz las saca del taller a través de un "despiece contemporáneo" con el que enlaza todas las piezas que serían consideradas “descartes” o restos, también incluyendo bocetos que no llegan a realizarse, ya sea "por tiempo, jurados o complejidades técnicas". 

Con todos estos proyectos inacabados, Ruiz construye Limbo, una muestra en la que juega con tubos de sección de 32 milímetros y los enlaza para generar su propio universo entre los muros de Gabinete de Dibujos. Para hacer arte de estos tubos construye coloridas esculturas de policloruro de vinilo (PVC, para los fontaneros) que una vez ensambladas conforman un cuadro de colores único. Por este tipo de arte pasa la luz en vez del agua y, tal y como lo define Sara Vilar en el texto de sala, sirve para hablar sobre el limbo como un terreno intermedio que no es "ni el cielo ni el infierno".

“Es un lugar de reposo [...] Un limbo lleno de posibilidades donde las propuestas flotan en estado de lactancia, aguardando para emerger. Un terreno intermedio en el que cada segundo se estira, permitiendo a las ideas madurar lentamente”. En palabras de la artista, esta es la manera de dar una nueva vida a esas piezas que “no llegaron a resultar” y que ahora encuentran su lugar dentro del descarte: “Voy conservando poco a poco las piezas y genero un archivo, junto con Sara pensamos en la espera de los proyectos y el poder darles una segunda vida y de ahí surge el concepto de limbo”, al que le da una vuelta a través del arte.

Jugando con las segundas oportunidades, Ruiz lucha contra los procesos inacabados y construye sus estructuras a las que llama cariñosamente Frankensteins. Imaginando su estudio como un laboratorio, habla también de la espera en contra del arte y rehúye de la perfección: “Creo que la espera se puede vivir de muchas maneras, puede ser lineal, temporal o puede llevar a que una pieza se vuelva a utilizar. Me interesa explorar estos caminos sin buscar exactamente algo que esté “perfecto” o acabado”.

Con la muestra, también reflexiona sobre todo lo que no se ve, jugando con las cañerías invisibles que conectan todas las ciudades. Esos tubos kilométricos que permiten que todo funcione aunque nadie lo vea, algo que tiene que ver un poco con la idea del taller del artista “acumulador” y creativo. Bajo esta premisa explora la idea de "dejar ver el esqueleto" y contempla que no hay descartes siempre y cuando la imaginación juegue a su favor.

“Cuando genero una pieza y hago un registro fotográfico, luego me siento incapaz de eliminarla, me gusta más la idea de transformarlo en otra cosa y generar un bucle infinito”, señala la artista, quien cuenta con sus materiales, vaya donde vaya en el planeta tierra: “Trabajo con un material estandarizado que sirve para simplificar y dar accesibilidad, pero que en el arte también limita. Trabajo desde la intuición para enlazar los despieces y crear piezas que puedan provocar algo”.

Una vez dentro de la galería, el paseo se convierte en algo enigmático, ya que podría parecer que las propias construcciones de Gabinete de Dibujos forman parte del escenario de la artista. Ruiz destaca que, durante el montaje, les interesa generar un paseo dinámico en el que el visitante se haga sus propias preguntas. Para hacerlo conecta sus tuberías desde el muro exterior hasta las zonas más escondidas de la sala: “Me gusta que el espectador pueda prestar atención al espacio. Nos educan para vivir en el espacio de manera muy compartimentada y Limbo es interesante porque ayuda a romper las barreras entre el interior-exterior y el suelo-subsuelo”, aclara Ruiz, quien de alguna manera también permite que se rompa la tercera pared ente la obra y la artista.

Siguiendo con la idea del “despiece” Ruiz también deja ver en un lado de la sala los bocetos de esas ideas que nunca llegaron a tierra, con las que reflexiona sobre cómo en el arte no hay espacio para el error sin que lleve al aprendizaje: “Trabajar de esta forma te permite no trabajar en los procesos de una manera tan rígida, cualquier cosa se puede convertir en una avance. Para mí el error es humano y me ayuda a comprender que hay que seguir hacia delante”. Como un a tubería bien ensamblada deja que sus ideas recorran todo el espacio hasta llegar al espectador, quien debe decidir si permanecer o salir de este peculiar limbo.

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