Voy por las calles del mar. Viviendo, durmiendo, muriendo, soñando acaso. Es tiempo de escucha, la espera de la lluvia, el viento en pausa, la piel del arcoíris, donde nacen los colores. La humedad que vuela, la luz, la estancia.
Voy por las calles del mar, regreso a una ciudad onírica y salvaje. Una escondida imagen se pierde entre los ancestros. Estas calles me llevan hacia barrios cubiertos de sal, llenos de personas humildes y trabajadoras. Pescadores, recolectores. Adorables seres que -sin saberlo- están dedicados a la reflexión, la meditación y a la carne en carne viva. Esta mar me conduce hacia viñas que no quieren nada más, hacia un sol distante y encubierto.
Arroyo no corras más, no soy mercader, mentiroso ni embustero; soy roneante, soy cantor y prisionero. Soy romántico y un tontorrón, arroyo no corras más que con tu agua yo no puedo. Arroyo, no corras más que tu cauce es traicionero.
Voy por los cielos de atar, por los vuelos del mar, con tus bailes de salón. Voy persiguiendo tu son, acariciando tu piel, tu canción. Tengo tus huesos crujiendo con los míos, tu corazón sin otra pausa. Tengo tu tacto, tu persona, tengo tus dedos.
Vivo en tu templo, dentro de ello, habito en tu espacio, adentro.
En la paz donde habitas, en la simpleza. En la vida. El origen no se olvida. La atracción descontrolada, fuera de peligro. Que el compromiso no apodere mi alma, que las caricias no se hagan presa de la obsesión, que tu olor nunca se aproxime al precipicio, que la verdad no te haga más bromas ni de rienda suelta al perdón.
En la mar se dignifica el silencio, en la pesca la paciencia se sobrepone al diálogo, la calma es el único aliento.
Y grabé momentos inolvidables y borré momentos olvidables. Y escuché palabras admirables y esquivé palabras lamentables. Y enterré los encuentros que no valen y absorbí la educación y solo el arte. Observé tus pasos y tu clase, rechacé la miseria y los desaires.
Quiero nacer donde estés tú.
Estoy atado a tu ancla marinera, amarrado a tus galeras. Estoy ebrio de tu abrazo, estoy solo sin tus besos, yo me muero sin tus brazos, yo me quedo en tu regazo, no te agarres a mi pena.
Suéltame en alta mar. Con ese vino de tan cerca. Desde aquí, ya se huelen las bodegas.
Soy viticultor y elaborador de vinos naturales: sin aditivos. No tengo internet. ¿Radical?