VALENCIA. La fórmula del éxito: un apellido famoso y menos de veinte años. Brooklyn Beckham, hijo del futbolista David Beckham y la ex-Spice Girl y ahora diseñadora de éxito, tiene sólo 17 años pero ya ha trabajado como fotógrafo amateur para Burberry mientras que, su hermano Romeo de tan sólo 13, posa con cara de pillo también para la firma inglesa. Jaden Smith, hijo del actor y cantante Will Smith, es de la misma generación que Brooklyn y se ha convertido en embajador de Louis Vuitton protagonizando la campaña de moda femenina de la casa francesa. La hija de Johnny Depp y Vanessa Paradis, Lily-Rose Melody Depp, es a sus 16 años embajadora de la mítica maison Chanel. Un ejemplo más, Dylan Brosnan, puede decir que su papá fue agente 007 -Pierce Brosnan- y que ha posado para Saint Laurent antes de llegar a los 20.
Beckham, Smith, Depp, Brosnan... son algunos ejemplos de los apellidos que copan las campañas de las firmas de moda más importantes. Además de su atractivo y fotogenia -la genética no falla-, todos ellos tienen dos cosas en común: no tener ni veinte años y ser herederos de un apellido famoso para el gran público y distintas generaciones.
La lista de jovencísimos “hijos de” crece por momentos en el mundo de la moda que ha pasado de convertir a octogenarias en protagonistas de sus campañas y admirar lo cool que resultan las arrugas y las canas con actitud, a fichar a preadolescentes como embajadores de sus marcas. ¿Por qué este cambio de rumbo tan repentino? ¿Cómo se pueden identificar los clientes de las firmas de lujo con los “baby herederos”?
La moda es caprichosa pero esta tendencia tiene una explicación bastante lógica que se traduce en lo que verdaderamente le importa a las grandes firmas de moda: publicidad que se traduzca en ventas. La ventaja es doble para las marcas, por un lado se benefician de un nombre reconocido y, por otro, de la familiaridad tan evocadora que éste provoca en distintas generaciones de clientes.
El negocio es redondo si además se tiene en cuenta que, contratar a los famosos padres de estas nuevas estrellas de la moda, les hubiera resultado más caro y complicado.
Los benjamines de las grandes sagas tienen sus propios códigos y el atractivo de la novedad pero también el morbo que nos genera descubrir si son o no dignos sucesores de sus padres. En su físico y actitud podemos leer parte de su historia familiar. Ahí está el cóctel perfecto: una cara nueva que, sin embargo, nos recuerda a otra; un apellido conocido en una futura estrella aún desconocida.
La identidad de marca y el vínculo que puede aportar al público la imagen de estos famosos herederos es mucho más fuerte e interesante que la de cualquier modelo del momento.
La familia un valor seguro para las firmas de lujo
En tiempos de crisis, las firmas de lujo huyen de correr riesgos que disminuyan sus ventas, por eso apuestan por elegir como protagonistas caras y nombres ya conocidos. Esto asegura el éxito de la campaña, su alcance y, por tanto, la compra, los clientes se sienten así más seguros comprando.
Por otra parte, la repercusión de estas campañas en las redes sociales y medios es enorme. Todo el mundo quiere comentar, para bien o para mal, la aparición de estos recién llegados en el mundo de la moda. La mayoría de ellos, antes de protagonizar estas grandes campañas, o bien eran absolutos desconocidos o eran demasiado niños para que los recordemos.
Además esta nueva generación no se conforma con ser reconocidos únicamente por sus padres, sino que buscan definir su propia imagen para poder hacer publicidad y proyectos propios. Para comprobarlo basta dar un vistazo, por ejemplo, a sus cuentas de Instagram o Snapchat. Potenciar la propia imagen más allá de los apellidos de sus padres favorece también a las marcas que apuestan por ellos ya que así alcanzan a un público más joven y más activo en las redes sociales.
Sin embargo, las firmas del lujo no se olvidan de su público de mayor edad que es, a fin de cuentas, el grueso de sus compradores. Elegir a los hijos de famosos que sus clientes admiran desde hace años, con los que han envejecido juntos y cuyos hijos hayan visto crecer en las revistas, crea cierto vínculo emocional con ellos, una sensación de falsa cercanía. Familias famosas vinculadas a firmas de lujo atraen a familias de compradores, la fórmula parece sencilla.
“Los hijos de” tienen tantos admiradores como detractores por ocupar el lugar que muchos modelos profesionales solamente consiguen cuando alcanzan el éxito tras años de carrera. La meritocracia no es tendencia.
Fascinación y críticas, los jóvenes modelos con pedigrí no dejan a nadie indiferente. Las firmas de lujo se frotan las manos, que hablen de ellos aunque sea mal y, sobre todo, que vendan.