Mila, que está planteado como un espacio rebelde y divertido, ha saludado a la ciudad por primera vez con un reparto callejero de milanesas.
Ser o no ser. La vida se basa en atreverse a ser, por eso Shakespeare incluyó dicha frase en Hamlet. Lo de Mila es algo parecido porque, aunque en la ciudad han prosperado los negocios de origen argentino, nadie -hasta ahora- se había atrevido a serlo del todo. El restaurante del número 39 de la calle Conde Altea, en pleno centro de la ciudad, quiere ser un homenaje a la gastronomía de gastronomías. Para ello, apuesta por la milanesa como plato principal, solo que presentada con distintos ingredientes y sabores. Esto hace que el comensal viaje a Argentina de un solo bocado, si bien hay muchas otras alternativas en la carta que también nos recuerdan sus orígenes.
La cocina argentina, pese a ser herencia de muchas otras, tiene su propia personalidad. En Mila quieren mostrarla, trabajando con respeto, libertad y, sobre todo, pasión. Esto hace que presenten versiones propias, quizá mejoradas, de platos famosos. “Nacemos tras la necesidad que vimos acá, en España, de generar un espacio diferente”, cuentan Roberto Furchi y Andrea Sblano, propietarios y socios de Mila. Ambos llegaron a València hace un año y medio, y la idea del restaurante empezó a dibujarse en su cabeza pocos meses después. “Había un boom de negocios de empanadas, pero nadie estaba centrado en hacer la mejor milanesa, entre tantas recetas más que hay en Argentina”, explican. Así que llegan dispuestos a ser ese alguien, con firma personal.
Durante todo el proceso han estado acompañados de Tandem Gastronómico, el servicio de asesoramiento de los chefs argentinos Germán Carrizo y Carito Lourenço. Esto no solo les confiere un plus de calidad, sino un conocimiento profundo del comensal de la ciudad y su aproximación a la cocina argentina, cada vez más intensa. Otro punto fundamental es generar “un ambiente agradable y de punto de encuentro” entre amigos y familia. “Nos mueve la pasión por estar en cada detalle, para que la visita al local sea una experiencia diferente desde que entras y hasta que sales”, expresa Andrea. Un mensaje que devuelve al principio de esta historia, porque esos son los sentimientos que un argentino muestra hacia su gastronomía: amor y pasión. También hacia el fútbol o el mate, todo sea dicho.
Con todas estas ventajas, Mila ya ha desplegado sus puertas en València. Desenfadada y, en algunos puntos, hasta descarada. Te mirará con picardía, pero siempre te cocinará con gozo. No quiere estar entre lo de allá y lo de acá, porque se atreve a ser absolutamente argentina. Clichés aparte, el restaurante está dispuesto a armar “tremendo kilombo” para lograr que las milanesas desbanquen a cualquier otro plato. Y te preguntarás, ¿cómo?
A lo importante: el recetario, ñam, ñam. Dado el nombre, a nadie le sorprenderá que el plato estrella de Mila sean las milanesas, la obra magna de la gastronomía argentina. Hasta las paredes del local lo anuncian con frases que van a la diana: “Que la Mila te acompañe”. Con ese toque juvenil, a la vez que atrevido, la firma presenta una carta honesta dividida en entrantes, platos principales, las Milas -sí, en mayúscula-, las otras Milas -tendrás que descubrir de qué hablamos- y el dulce, donde siempre habrá lugar para el de leche, ¿de qué si no? A modo de adelanto, entre las milanesas podrás encontrar…
Perfecta para los días con y sin hambre, porque entra sola, el comensal la podrá pedir de cuatro tipos: de ternera, tierna y sabrosa; de pollo, a elegir entre pechuga y muslo; de cerdo Duroc y, por último, de berenjena, porque ser vegetariano no es un impedimento para amar este plato. Un clásico que podrá acompañarse de otros tantos, como: