Campana sobre campana y campaneando, que es gerundio y la Navidad llegó ya, tralará. Tan blanca y rebonita que la pedimos repleta de paz, puro amor… y llena la copa María, que me voy a emborrachar
Unas fechas que haremos hedonistas con un puñado de vinos que nos han gustado en este 2019 y que no pensamos dejarnos en el tintero. Cosas ricas que, sin necesidad de ser los más top plus ni exclusivos, nos ponen tan contentos y bien servidos. Etiquetas con su aquel de diferentes y personales. Botellas de todo pelaje que van desde algún clásico de y para siempre, hasta las chuches más loquilocas. De aquí, allá y acullá. Entre los más diversos colores, sus gurbujas algunas veces y un dulce final. Porque venimos a divertirnos, con o sin cuñado, en múltiple compañía o secreta soledad, pero siempre al lado de esos platos, los que nos han hecho más felices este año. O unos pocos por lo menos, que si no nos dan las uvas. Y así, cual burrito sabanero nos ponemos en marcha, que pronto llegará enero.
Abrimos la puerta de recibimiento familiar o para amigos con una Manzanilla Mirabrás 2017 (Bodegas Barbadillo). Permanencia que se queda en sueño con la nieve alrededor. Porque es fresca potencia de levaduras y sus bichitos, pero que muy monitos. Y brilla el sol por la mañana, tarde y noche junto a los espárragos blancos con emulsión de mantequilla de oveja y caracoles a la menta de Noor.
Vamos tomando posiciones alrededor de la mesa desde Alsacia y con el Binner Les Saveurs Pirouettes 2015 (Domaine Binner). De variedades riesling, sylvaner y muscat juntas y bien revueltas, es liviano de agradar y glugluglú. Alargados jarrones con sus florecillas puestas con gusto y la justa acidez para ser alegría y placer. Y más con el caviar asado en horno tandoori con curry vindaloo y yogur de Diverxo.
El Pazo de Señorans 2010 (Pazo de Señorans) se presenta justo a tiempo diciendo que es albariño de los de larga vida. Y ajolá por muchos lustros de pandereta y castañuelas, porque mira al mar con bravura y enloquece en su estructura con un equilibrio casi sin fin. Entonces llega la anguila en salsa blanca de Iván Cerdeño y alepún catapún.
Fum, fum, que fum viene por el camino y a poquitos el Gerard Boulay Sancerre Monts Damnés 2016 (Gerard Boulay). Sauvignon blanc del Loira de floridos aromas a Pascua o no, qué sé yo. Directo, ligero y cariñoso de los de beso de pariente con su sonido insistente para que comamos un poco más, y si es el nigiri de vieira y erizo de Kappo, tan contentos.
Pero vamos adelante, que no olvidamos que es tiempo de brillitos y efervescencia. Momentos de espumosos como el Gramona III Lustros 2012 (Gramona). Elegancia de bollitos frescos y fina madurez. El calor del hogar con chimenea frente a la que brindar en conjunción, pero que si no también mola mogollón. Cosa seria y tan bien acompañada por las quisquillas con guisantes encurtidos, tirabeques y fresas de Ricard Camarena.
Y, como no podía ser de otra manera (guiñito, guiñito), aquí está el champagne, que para los pelos naranjas ya tenemos buen champú. Un Champagne Pierre Paillard Les Parcelles Bouzy Grand Cru (Pierre Paillard) mezcolanza de chardonnay y pinot noir con mucho carácter. Con tensión y siempre queriendo llevar la razón es chirriquitín queridín con mucho que decir ahora, más adelante, y mejor con esa ostra con escabeche de perdiz de Desencaja.
Antes de dejar el burbujismo, un rosita diferente, el Ze Bulle Rosé Zero Pointé 2018 (Béret et Compagnie). Cabernet sauvignon desde el Loira repleto de ácidas frutillas y su azúcar precioso. Chispeante y restallante, brilla juguetón sin dejar a nadie indiferente. Con su tanino formalito y un bastante de vinoso, es angelito cantando al lado de la purrusalda de La Bien Aparecida.
La festiva comida avanza y pasamos a los tintos, que ya son varios los que los reclaman y no queremos ni un reguño. Responde con soltura el Haute Côte de Fruit 2018 (Mas del Périé - Fabien Jouves). Malbec de Cahors con aromas gorditos de frutales totales. Moras y otras bayas para agradar y beber como peces en el río con los buns de cerdo barbacoa y piñones de Lung King Heen.
Retrepamos a adornado árbol para, de un gran salto, presentarnos en Chile con su Huaso de Sauzal 2015 (Viticultor Renán Cancino). Especias suavitas y elegantonas para una velada de las de ponerse bien guapos. Entre sedas y ciertopelos de los días especiales, un poco de romero floreciendo alrededor y la grouse de Taberna Verdejo.
El Pago del Espino 2015 (Cortijo de los Aguilares) es lucerito mañanero que ilumina el sendero con su intensa y campestre fruta negra. Petit verdot, syrah y tempranillo de Ronda, con peso y mucho brío. Jugosón que fluye con soltura y la ideal firmeza para dejar un amplio recuerdo con un plato del all i pebre de Rausell.
Rematamos la velada con generosos, que mira que nos pirran. Y en primer lugar con La Saca Palo Cortado (Colección Roberto Amillo Altanza). Centenario y su pico con una barbaridad de todo. Bestia indomable con distinción y estilazo. Rareza con potencia que no pincha con las barbas porque sabe ser delicada con la tartaleta de wagyu con frijoles negros, guisantes y cebolla crujiente de A. Wong.
Y el final es tan dulce como final con el Fondillón 1996 (MG Wines). Alicante único y genuino que regala naranjas y su confite. Los recuerdos de tanto bueno pasado que no volverá. Añoranza de los que se fueron dejándonos lo mejor, pero también de lo que queda por delante. Hoy con la tarta de queso de Lakasa. El año que viene veremos si estamos y sobre todo tú, arrurú.