VALENCIA. Por primera vez una falla participará de uno de los mayores festivales de arte del mundo: el Burning Man (BM). En colaboración con el Ayuntamiento de Valencia, el gremio de artistas falleros y el propio evento americano, que ha becado el proyecto, éste que está cada vez más cerca de materializarse. Esta misma semana los centenares de piezas que conforman el gigante creado por el colectivo Pink Intruder han tomado rumbo con dirección Nevada, contenedores cargados de sudor y trabajo para llevar a cabo un sueño que todavía tiene su final por escribir. Con el monumento dando sus primeros pasos a Estados Unidos, sus creadores esperan alcanzar la mágica cifra de 12.500 euros a través de la plataforma de micromecenazgo Kickstarter para traerla de vuelta y que arda en su lugar de origen. A la espera de saber si se cierra el círculo, estas son las claves del Burning Man a la valenciana.
El arquitecto Miguel Arráiz y el artista fallero David Moreno forman el colectivo Pink Intruder. Su experiencia en el desierto de Nevada en verano de 2015 abrió el camino a una colaboración que ahora se confirman con la plantà de la primera falla al otro lado del charco. El colectivo generado por el dúo nace para la conexión de creadores de diferentes disciplinas así como investigadores y teóricos que a través del arte público, la intervención urbana y otras acciones pretende abrir debates, generar espacios de creación, repensar las posibilidades del uso público de la ciudad. El origen del proyecto se encuentra en Ekklesía, la falla que creó el dúo Arraiz-Moreno para Nou Campanar y de la que han recuperado algunos elementos para esta nueva aventura. Sin embargo esta no es la primera falla que crearon mano a mano, siendo su primer encargo festero el de la falla experimental de la comisión Castielfabib-Marqués de San Juan.
Con el título Renaixement (renaissance), y en sintonía con el lema de la nueva edición del BM, Miguel Arraiz y David Moreno han desarrollado un proyecto de falla que nada entre el lenguaje contemporáneo aunque se nutre de algunos de los elementos más característicos de la historia valenciana. No en vano, la propia pieza es un homenaje a la Lonja, único inmueble del cap i casal declarado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco. La construcción, un pabellón de tubo de cartón con una piel exterior con diseños basados en las ventanas de la Lonja, está calculada para soportar vientos de 160 km/hora y para que los visitantes la puedan escalar. El interior contará, además, con piezas de ninot realizadas en cartón sin tratamiento decorativo a partir de moldes antiguos facilitados por el gremio de artistas falleros.
El proyecto recupera el suelo inspirado en el característico mosaico de Nolla que ya aplicaron en la falla de Nou Campanar, para el que emplearon un total de 96.000 piezas. Para montar este enorme puzzle se preparó un proyecto social en coordinación con la conselleria de Bienestar Social en el que participaron menores en riesgo de exclusión social, una iniciativa que ha continuado sumando en esta ocasión a comisiones de Torrent. Primando la participación, algo que valoran especialmente en el BM, ha sido hasta el último momento que decenas de colaboradores han echado un cable al equipo para rematar el gigante. Conocida la cáscara y la base, el interior surgirá de la confluencia con el gremio de artistas falleros, que ha cedido moldes antiguos para generar un total de 126 máscaras que, como su fueran aquellas figuras que trepan por los muros de la Lonja, también ocuparán Renaixement.
"En este proceso nos llamó la atención la presencia de las esculturas grotescas y sexuales en el edificio gótico. Una de las teorías, quizás la más aceptada, dice que la sociedad civil a través de esas esculturas contestaba al poder de la iglesia y a la fuerza de la inquisición. Si establecemos paralelismos algo parecido son las fallas, al menos en su origen. Todo este fondo de hechos y connotaciones históricas nos daban un contexto muy interesante para darle significado a nuestro proyecto", explican.
Una vez creada y empaquetada la falla, el gran reto del equipo es ahora el de conseguir que vuelva a Valencia para su cremà. Si bien por el tipo de materiales que utiliza no puede arder en el desierto de Estados Unidos, la intención de Miguel Arraiz y David Moreno es que retorne a su lugar de origen, un último paso que esperan poder financiar a través de una campaña de crowdfunding. Aunque una de las ideas es que Renaixement ardiera en el contexto del festival urbano Intramurs, todavía está por confirmar a la espera de ver si se consigue alcanzar la cifra de 12.500 euros necesarios para finiquitar el proyecto.
Con un mes todavía por delante, ya rozan los 2.500 euros recaudados, un campaña que ofrece como recompensa desde un libro diseñado por estudio Menta hasta una mascara de pan de oro, entre otros. Aunque una pequeña parte del proyecto está becada por el propio Burning Man, uno de los principios del festival es no usar marcas comerciales para hacer viables los proyectos, con lo que es necesario obtener el resto de recursos a través de la colaboración comunitaria y el crowfunding.
La visita de Miguel Arraiz y David Moreno en 2015 a Nevada generó un flujo de relaciones que, en última instancia, ha resultado en que la administración local, a través de la concejalía de Cultura Festiva, haya decidido implicarse económicamente en el proyecto, especialmente teniendo en cuenta que este año es clave para la internacionalización de la fiesta, pues se conocerá en noviembre si la Unesco la cataloga como Patrimonio Inmaterial de la Humanidad. El holandés Arlo Leibowitz y la americana Karen Cusolito visitaron Valencia para conocer de primera mano como es el proceso de creación de las fallas festival que, a diferencia del BM, sí se celebra en un entorno urbano.
Pero estas no fueron las únicas visitas con lugar de origen Nevada. El Instituto Valenciano de Arte Moderno (IVAM) acogió en marzo una conferencia de presentación del festival que corrió a cargo del valenciano Christian Almenar, un ingeniero en telecomunicaciones que trabaja en Silicon Valley; y Crimson Rose y Stuart Mangrum, organizadores del Burning Man. También, por su cuenta, el festival urbano Intramurs fomentará el intercambio de artistas mediante un convenio que llevará a un artista representante del evento de Ciutat Vella a Nevada en el que supondrá el segundo proyecto 'marca Valencia' que aterrice en Black Rock City.
El Burning Man es un festival que se celebra anualmente en el desierto de Black Rock en Nevada, un espacio efímero que acoge decenas de creaciones artísticas que, como en las Fallas, acaban ardiendo. Larry Harvey y Jerry James iniciaron en 1986 lo que años después de convertiría en uno de los eventos más populares en el mundo con la quema del primer ‘hombre’ en una playa de San Francisco. De la treintena de participantes de la primera edición a los casi 70.000 que pisaron la arena del desierto de Black Rock el pasado ejercicio, edición consagrada al ‘Carnaval de los espejos’.
El espacio, sin embargo, no destaca por su comodidad, pues se trata de un lugar que pasa de los cero grados nocturnos a aproximadamente 40 durante el día, y todo ello en medio de constantes tormentas de arena. La temática del BM de este año es ‘El taller de Da Vinci’. “He estado impresionado con la urgencia del hacer. Saber no es suficiente; debemos aplicar. Estar dispuesto no es suficiente; debemos hacer”, con esta frase del genio italiano dan la bienvenida a un año en el que quieren reivindicar la convergencia arte e innovación tecnológica. Este año el desierto del Black Rock City hará un viaje en el tiempo para renacer en forma y espíritu en la República de Florencia.