comer, beber, bailar 

Love to Rock, el festival de música donde mejor se come

Las creaciones de cinco chefs con estrella Michelin se podrán degustar a precios populares en la zona Love to Food. Un espacio para la alta gastronomía que acompaña a la música del Love to Rock, el festival de música que hará vibrar a miles de personas los próximos 11 y 12 de octubre en La Marina.

27/09/2024 - 

Reunimos a las cinco chefs, en este caso las mujeres son amplia mayoría, que este año sorprenderán a los asistentes del Love to Rock con 10 tapas creadas para la ocasión. Convencidas por German Carrizo -Fierro-, que ejerce desde hace tres años de embajador del festival, en esta edición el público, además de buena música, tendrá la opción de comer tapas de Begoña Rodrigo -La Salita-, Alejandra Herrador -Atalaya-, Roseta Félix -Fraula- y Carito Loureço -Fierro-, todas ellas reconocidas con estrellas Michelin. Acompañando a los chefs estará la empresa especializada en brasas MAILLARD con su cocina de fuegos y algún foodtruck. 

En este caso lo difícil no será el clásico comentario festivalero: “no sé qué comer en el festi”. Más bien la sensación general irá más por un: “me lo quiero comer todo”. Además las chefs estarán allí físicamente, cocinando, tomándose alguna cerveza y, cuando se acaben las tapas que han preparado, disfrutando de los conciertos. De gastronomía, música y de lo que nos espera en el Love to Rock hablamos con ellas, que aunque no lo pretendan, son también estrellas de rock.


Alta gastronomía en un festival de música

Roseta debuta cocinando en un festival musical: “espero que no me coman”, bromea, mientras que Begoña lleva ya 9 Portaméricas a sus espaldas y se autodenomina entre risas como “una vieja gloria”. Hace poco que volvió del Portamérica de México, “allí comen una barbaridad, se acabaron las 1.100 raciones en una hora”. La zona Love to Food se ha ampliado, cuenta con un escenario propio donde Dj’s y algún grupo de versiones como los Himnóticos animarán el ambiente mientras esperas tu tapa estrella. Todavía están por concretar algunas preparaciones pero Carito y German apuestan casi seguro por alguna de sus famosas empanadas, tal vez vegetal, y puede que el choripán. Roseta está segura de hacer un pan indio con butterchicken y tal vez algún croquetón. Alejandra no lo tiene todavía decidido “el hecho de traerlo todo desde Alcocebre, nos condiciona bastante”. Mientras que Begoña está convencida de triunfar con su pollo saté con salsa de cacahuetes y arroz “el Nómada”; al que se sumará un sam con panceta y encurtidos.

La fórmula del éxito

Hace tres años que el Love to Rock ha apostado por sumar a la oferta musical una oferta gastronómica de primer nivel. Al final, “un festival es un conjunto”, como comenta Sergi Almiñana, el promotor y co-director del festival. “Se trata de agregar al entorno, buena música y una oferta gastronómica única que en este caso es un plus”. Alejandra recoge el guante “somos el valor añadido” exclama entre risas. En realidad, añade Sergi “comeremos bien, estaremos a gusto, se juntarán los amigos allí, la cuestión es encontrar la motivación para acudir a los sitios”. Entre esas motivaciones está la cocina, “por el mismo precio que te cuesta una cosa guarra… vas a comer mejor” afirma Begoña, que añade: “es una manera de democratizar la alta cocina, porque igual no puedes ir a Fraula, Fierro, Atalaya o a mi casa, y aquí de repente vienes a comer a un festival y les das tú de comer. Es un acierto, pero también un riesgo porque si no les gusta dirán eso de tanta estrella tanta estrella…” acota con rintintin. Ese buen rollo que demuestran en la conversación es lo que intentan trasladar al Love to Rock. “Hay un punto de diversión cocinando en el festival -afirma Germán- el público flipa viendo a los cocineros pasarlo bien, relajados… en el restaurante es todo más tenso”.

¿Cocineros como estrellas de rock?

La conversación se dirige hacia el escenario, bien sea el main stage del festival o el pase de un sábado noche en el restaurante. En realidad no son tan diferentes los chefs de los músicos y su reciente evolución ha sido similar. Al habla Begoña que comenta que “nuestras vidas son parecidas, antes los cocineros y los músicos tenían fama de drogadictos y alcoholicos y ahora ya no, están todos haciendo triatlones”. Lo mismo pasa con el ambiente en las cocinas “antes era más agresivo, más heavy, nos hemos llegado a coger del cuello” confiesa German, que añade “ahora eso no se permite, hay mucho más respeto, se hacen las horas que tocan”. Y Alejandra apostilla “eso pasa también en los festivales, antes no te planteabas ir con niños y ahora es lo más normal del mundo porque el ambiente es más distendido, más relajado, más sano”. Además, añade Begoña, “las estrellas de rock son mucho más normales de lo que se cree, como los cocineros, y su forma de crear una canción se parece mucho a nuestra forma de crear un plato”. Cuenta la anécdota de cuando estuvieron cocinando para Love of Lesbian durante la grabación de un disco: “ellos veían bolsitas donde llevábamos los ingredientes, y nosotros veíamos que grababan bombos o pistas sueltas, para nosotros aquello no tenía demasiado sentido por separado pero cada cual era capaz de ver el conjunto de su creación a partir de las piezas sueltas”. Por cierto, Begoña aparece en los coros de una canción de aquel disco.

Sidecars, La habitación Roja, La La Love You…

Entre cervezas y croquetas también se habla de música. German tiene muchas ganas de escuchar a Sidecars “soy megafan”, Alejandra que ha sido asidua al FIB o al Rototom y le gustaría vivir el concierto de La La Love You, mientras que Begoña intentará no perderse el show de La Habitación Roja. Mujeres, Dorian, Sidonie, La Casa Azul… son algunos de los grupos que se nombran en la conversación y que pasarán por el Love to Rock. Porque en las cocinas se escucha mucha música durante las preparaciones. Carito es muy fan de Supersubmarina, El Mató o Los Redonditos de Ricota, Germán es más de Fito Páez y Begoña viaja a ver conciertos por el mundo como el de Biffy Clyro en Londres, artista del que se declara muy fan. Lo mismo pasa con los músicos que se acercan a sus restaurantes “Fat Gordon ya ha ido tres o cuatro veces a Maipi, a Bizarrap le hice aquí mismo una milanesa y los Lory Meyers estuvieron el año pasado comiendo en Doña Petrona” comenta Germán que recuerda precisamente con devoción el concierto de Lory Meyers el año pasado en el Love to Rock.

Hablando de conciertos, Alejandra rememora uno en concreto de Love of Lesbian “que para empezar avisaron de que no iban a tocar ninguna de sus canciones famosas, y aún así fue uno de los mejores conciertos de mi vida”. Algo similar comenta Begoña sobre Coque Maya y un concierto íntimo que le enamoró, “y al final todo el mundo pidiéndole que tocara el No Puedo Vivir sin Ti… que pereza”. Porque muchos músicos, como muchos cocineros, están cansados de su greatest hit. De hecho, confiesa que a ella le pasa con la Tiara, su plato más demandado, que ha de poner en la carta aunque esté aburrida de cocinarlo. Y otra anécdota más de Begoña, “al final nos hicimos amigos de Coque Malla y su mujer le pidió matrimonio un día que vinieron a cenar a la Salita”.

El festival donde mejor se come en Valencia

La sensación general es que la música en directo se acompaña con cervezas, hamburguesas y pizzas, pero eso está cambiando gracias a promotores como Sergi. Empezó la introducción de la alta gastronomía en los festivales en el Portamérica y en Valencia los pioneros fueron el Love to Rock con su zona Love to Food. “Sí, es el festival donde mejor se come de la ciudad” afirma con contundencia German y asienten todos los presentes. Además, se ha ampliado la zona de terraza, se hará un sorteo de experiencias culinarias en los restaurantes de los chefs y habrá alguna que otra sorpresa musical en la zona. Todo para que la experiencia “sea única y diferente”, y poco a poco se convierta en norma lo que parece la excepción, que además de música puedas comer muy bien en lugares como el Love to Rock. En total 10 tapas diferentes, rápidas, a precios asequibles para invitarnos a pasar un fin de semana inolvidable. Como aquel concierto de Babasónicos que vivió con 16 años Carito, y quedó grabado en su memoria, o como ese plato delicioso que te hizo ver las estrellas una musical noche de otoño.