VALÈNCIA. Si hay un cuadro que identifica a Edward Hopper ese es El sol de la mañana. Hubo un tiempo en el que el pintor estadounidense centró su obra en la captura de edificios y elementos arquitectónicos, pero convencido de que las imágenes difieren mucho de la perspectiva del ojo humano, terminó abandonándolo. En su lugar, empezó a retratar escenas cotidianas de la sociedad estadounidense contemporánea. Unas obras en las que la mayoría de personas se mostraban solitarias, pese a estar rodeadas. Ahora bien, de entre todas, hubo una que fue ganando cada vez más protagonismo. Su mujer y también musa, Josephine, a quien dedicó esta y muchas otras pinturas.
Lo que no imaginaba Hopper es que él también terminaría convirtiéndose en inspiración para generaciones posteriores. E incluso aquél retrato. La obra, considerada una de las más destacadas del realismo estadounidense, ha sido durante dos días recreada por el artista de Castelló, Andrés Gallego, quien ha contado con la ayuda de casi un centenar de personas, las cuales se han acercado hasta la Sala San Miguel de Castelló para revivir el cuadro.
Cada cinco minutos, aproximadamente, una nueva persona se ubicaba en el set creado por el fotógrafo y se metía en la piel de Joe para obtener una imagen fiel a la de Hopper. Aunque, también los hubo que prefirieron hacer su propia interpretación. "Es como si un cuadro de hace cien años lo trajeras hasta el presente", aseguraba Alfredo Llopico, coordinador artístico del espacio. Y es que precisamente, el set se ubicó en medio de la sala de exposiciones y no en un estudio de fotografía como suele ser habitual.
"No lo esperaba, pero muchas personas se desinhibieron. Incluso hubo personas mayores que aceptaron ponerse un camisón que había traído la coordinadora de la sala", cuenta por su parte Gallego. Lo que sí esperaba el fotógrafo era que este encuentro sirviera, en cualquier caso, para acercar la figura del pintor al público. "Hay mucha gente que lo conoce de pasada, pero no su obra directamente". A partir de ahora muy difícilmente olvidarán su nombre.
Por otra parte, espera el castellonense que el proyecto haya servido para visibilizar el trabajo de tantos fotógrafos. "Me parecía interesante que vieran el trabajo que esconde la fotografía. Qué hay más allá de la típica foto publicitaria; el trabajo artístico que supone".
Tanto la escenografía como las vistas de las ventanas han sido creadas por el mismo profesional con pintura acrílica sobre lienzo, un reto complicado teniendo en cuenta las luces con las jugó Hopper en su momento. La pintura es "hermosamente austera": la modelo en su casa, una habitación roja sin ornamentos y una ventana en la que se ve un cielo azul y un edificio de ladrillo rojo. Su mujer, como modelo, en la soledad y el silencio, sobre la luz del sol de la mañana.
La idea de organizar la experiencia inmersiva le vino a Alfredo Llopico tras ver el trabajo de Andrés Gallego, Hopper Essence, donde además de este, el fotógrafo recrea otros 21 cuadros del pintor americano. Todas, imágenes tomadas en su estudio en Vila-real y en las que también su mujer actúa como musa. "Hopper ha influido bastante en mi forma de hacer fotografía. Al final, el proyecto surgió como un homenaje y como para él fue tan importante su mujer, también planteé un ejercicio parecido".
Hotel Room, Summer in the City, Moonlight Interior o Eleven AM son algunas de las creaciones de Hopper que han vuelto al presente gracias a la intervención artística de Castellón. Un trabajo, que además, ha conseguido moverse por toda Europa, haciendo parada en la Feria de Arte de Amsterdam o una galería de París.