hedonismos

Luisa en busca de la autenticidad perdida

“Nos ha tocado vivir en un mundo de velocidad sin misericordia, de lo efímero sin fin, de la ferocidad del cambio voraz. Somos seres conscientes más que nunca de nuestro tránsito permanente hacia la precipitación de un final y de otro comienzo y de otro final, hasta el destino definitivo, nuestra desaparición.

| 03/05/2019 | 6 min, 17 seg

En el camino, el siglo XXI nos plantea las convulsiones de la innovación, la mejora tecnológica permanente, la hiperinformación, las aceleradoras para starts ups y whats apps  que empiezan pero nunca acaban y, por supuesto, el aprendizaje a través del fracaso, fracaso tras fracaso, pero, claro, siempre con positividad y optimismo.

 El sistema de la moda ha muerto, lo preconiza hace años Li Edelkoort, y entendemos por moda la industria de lo que vestimos y la de los objetos y espacios que usamos y habitamos cada día, desde un coche a un sofá, pasando por el papel pintado, “que vuelve con fuerza” afirman las redes.

El propio sistema se ha fagocitado a sí mismo, se ha desbordado y carece de sentido, la obsolescencia programada, tan rentable ella, ha perdido su significado porque las tendencias- que nadie dice seguir- han perdido su rumbo en una carrera de fórmula uno en la que, al comportarse como coches de choque, todos los corredores acaban estrellados. Pero avanzamos, eso seguro, y hay esperanza, eso seguro que también.

Podemos intentar descubrir ciertas claves en las reflexiones sobre la modernidad líquida de Zygmunt Bauman, en los no-lugares de Marc Augé, los procesos de en la globalización urbana de Saskia Sassen, en el nuevo individualismo al servicio del autorretrato contemporáneo, el ´selfie´ analizado por Joan Fontcuberta; todos con mayor o menor virulencia, intentan resolver la ecuación de la cordura del día a día del ser humano y explicar los fenómenos terrestres y extraterrestres, reales y virtuales, a los que nos vemos avocados...”

En realidad Luisa quería hablar sobre la autenticidad en ciertos restaurantes, pero se le había ido la mano sobre el teclado del ordenador. Estaba sentada tranquila en la iglesia de los Jerónimos, aunque no era creyente, ni siquiera agnóstica, las iglesias le calmaban, al traspasar el rellano de la puerta el frescor de la piedra, la altura de las bóvedas, el silencio, la amansaban y sentía una extraña sensación de eternidad, aunque solo fuese por unos instantes.

Desde hacía años compaginaba varios trabajos, era una mujer ´multitask´ multitarea, polifacética, y eminentemente dispersa. En realidad, una pluriempleada española de toda la vida, para qué engañarse, y la falta de tiempo y su vertiginoso transcurrir, podía con ella.

Tenía que acabar urgentemente un artículo y entregarlo “antesdeayer”, como decía la redactora jefe de la revista, y se había dejado llevar por su peor vicio y enfermedad, la procrastinación aguda. En el momento límite, en ese en el que estaba acostumbrada a resolver bien, se quedó por primera vez en blanco, las palabras no fluían sobre el teclado y una angustia lacerante se apoderó de ella.

Le apremiaba escribir sobre un nuevo restaurante en la ciudad. “Cuenta con las últimas tendencias del interiorismo, los materiales más avanzados dentro de la corriente imperante, el “nuevo rústico”...”, rezaba en la nota de prensa, pero en la presentación todo olía a falso. Todo era bonito, pero lo había visto remezclado al menos cinco veces en el último mes, “ostentaba una nueva mirada” declaraban, pero ella no lo veía por ningún lado, en ningún rincón. No le daba ni un año de vida.

Con la experiencia de viajar, observar y describir lugares novedosos, “espacios especiales”, había adquirido un extraño don: predecir el fracaso de un proyecto, de un negocio, era algo intuitivo, podía adivinarlo en un instante y a menudo le entristecía.

En cambio, o precisamente por ello, encontraba regocijo en sus templos personales a los que debía peregrinar de vez en cuando para encontrarse con “la verdad” y la paz.

“En un restaurante lo genuino se encuentra en proyectos personales, cuidados con cariño y entusiasmo, pero sobre todo, en su mantenimiento en el tiempo, la permanencia, lo inmutable. Al momento de placer de saborear un plato de siempre guardado en la memoria, se le une la sensación de entrar en una atmósfera acogedora más allá de la arquitectura y el interiorismo preconcebido; se encuentra en las palabras amables y sinceras de las personas que te atienden, el olor fresco y limpio de los mismos manteles lavados una y mil veces, perfectamente planchados e impolutos; unas sencillas flores frescas y sentarte en  una silla cómoda en la que pasar horas sin notar una punzada en la espalda...”

“Los huevos de Casa Lucio tienen el valor de su repetición centenaria, puedes contar con ellos, no te van a defraudar nunca, como la hospitalidad de Lucio y sus hijos, con todo el sentido de la raíz “ hospital”, en Casa Lucio te cuidan y te curan de los efectos dañinos de la prisa y del vértigo...”

“DStage es nuevo, pero con las trazas de un clásico. Diego Guerrero se lanzó hace dos años con entusiasmo a su pasión, el diseño, perfilando platos, iluminación, mesas y sillas, delantales y servilletas, un servicio natural y cercano unido a una experiencia culinaria por la que ya h acosechado sus esperadas estrellas...”

“En Barcelona, Poldo Pomés continúa con las riendas de El Giardinetto, que puso en marcha su padre en los años 70. El decorado, cuasi teatral y onírico de un jardín, envuelve a los comensales. Es un restaurante italiano cuya carta no defrauda, con el valor añadido de que la alegría forma parte del lugar, Poldo, acompañado a veces por la bella Marta, pone música, habla con los clientes y les anima con su vivacidad…"

“Los hermanos Garriga, Helena y Xavi, ponen también su delicadeza y su conocimiento al servicio de su nuevo reto, el restaurante La Cuina d´en Garriga, en pleno centro de Barcelona recuperan la tradición familiar de la fabricación de sifones para el vermut y rescatan la costumbre del aperitivo del domingo sumándola a una cocina tradicional de la mayor calidad. El ambiente creado recuerda a un colmado tradicional...”

Estos eran retazos de alguno de los artículos de los restaurantes que Luisa apreciaba y de los que había escrito con placer, sabía que todos conocemos y nos aferramos a alguno en nuestras ciudades, son referentes que se convierten en un tesoro que buscar y guardar, remansos que nos pacifican y resitúan nuestro lugar en el mundo. Respiró hondo y decidió no escribir el artículo del restaurante encargado por la revista, no duraría ni un año.

Salió de la iglesia y continuó su camino, volvía a casa andando rápido, como acostumbraba, decidida a continuar divagando sobre los ritmos y los cambios de la sociedad contemporánea, le vino a la mente su admirada Rita Levi-Montalcini, el elogio del paso del tiempo, el significado del carácter, la experiencia y las cicatrices visibles, los lugares a los que siempre queremos volver, lo auténtico.

 

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