Hoy es 11 de octubre
VALÈNCIA. bastardilla es el nombre de la letra de imprenta que imita la letra bastarda: la letra manuscrita apresurada y torcida. También es la nueva colección de libros breves de la editorial La Caja Books, nacida en València en mayo de 2018.
Raúl E. Asensio, editor del sello, explica que con bastardilla “queríamos una colección de pequeño formato por varias razones. Un libro breve no solo es más barato —en la producción y en la venta— sino que el proceso de escritura y edición es, por norma general, más manejable. Para nosotros es una especie de laboratorio controlado de no ficción: ahí podemos jugar con la forma ensayística y tensar las fronteras del género. Autoras con un recorrido como el de Luna Miguel pueden escribir obras como Leer mata. Un libro que fabula y ensaya, que superpone a pie de página un discurso paralelo al que avanza en el cuerpo, a lo Foster Wallace. Pero también queremos que otros autores, voces nuevas o autores que vengan de otros géneros como la poesía, puedan foguearse en el género.
bastardilla, así sin mayúscula inicial y con letra cursiva, echa a andar con dos libros: el primero es Leer mata, de la madrileña Luna Miguel. “Un ensayo sobre la dimensión corporal de la lectura; una autobibliografía que mezcla la vivencia íntima y el exhaustivo diálogo con otras autoras y autores que han reflexionado sobre la lectura”. Le sigue “A pie de página. Placeres en el desierto de la lectura”, de Fernando Castro Flórez. “Es un recorrido meditado y ácido por el oficio de la lectura y la escritura. Para el autor, como para Octavio Paz, leer es vagar por el desierto, seguir las huellas que las palabras de otros se han marcado en la arena para encontrar a la intemperie aquello que ni se sabía que se buscaba”.
Desde La Caja, tantearon a Miguel para que elaborara un pequeño ensayo narrado. Acertaron con la propuesta. “Teníamos la intuición de que estaría interesada en trabajar en un libro sobre la lectura, algo que como escritora y editora, debía ser una actividad central en su vida. A ella le pareció bien y acabó transformando la propuesta en lo que es hoy Leer mata. Fue ella, además, la que nos sugirió el libro de Fernando Castro. Ambos habían encontrado en la conversación sobre sus lecturas un placer común que merecía una reflexión por escrito. De ahí que Leer mata y A pie de página puedan leerse como un díptico sobre la lectura. En otoño saldrá uno de Antonio G. Maldonado y tras el suyo vienen otros tantos nombres y textos increíbles”.
bastardilla se enmarca en ese formato que, como si fueran los paquetes de chicles o las chocolatinas colocadas estratégicamente al lado de la línea de cajas de los supermercados, brota en el mostrador de las librerías. Anagrama lo hace con sus nuevos cuadernos, Penguin Random House a través de su colección de Poesía Portátil, Periférica, Katz y otras tantas editoriales apuestan por el libro de bolsillo literal, de un tamaño que se puede llevar en el bolsillo del pecho como si fuera una estampa.
“Es un formato muy bueno para la prosa de ideas —explica Raúl—, al igual que la narrativa tiene géneros marcados por la extensión (microrrelato, cuento, nouvelle o novela), es razonable que prosperen y adquieran forma de libro formatos alternativos al ensayo o al reportaje largo. Casi todas estas nuevas colecciones cortas son de no ficción, pero es normal: permite ir al grano y al ser más pequeños, se pueden editar con mayor urgencia”.
Editar por urgencia, leer por necesidad.
¿Por qué leer supone vagar por el desierto y no por otro paraje, un bosque mediterráneo o un manglar? “Ciertamente se puede divagar por muchos sitios e incluso podemos deambular por ese ‘espacio’ tan raro que es nuestra mente. Tal vez las mayores derivas se produzcan sin salir de casa, literalmente bunkerizados, literariamente convertidos en un horrible insecto a la manera kafkiana. Mi alusión al desierto es, en todos los sentidos, alegórica, tratando de evocar aquella ‘voz que clama en el desierto’, como si mi vocación fuera bautizar con arena. La lectura parece una recolección de frutos, un ejercicio del logos que tiene algo de siega, pero, en algunas ocasiones, descubrimos, incluso horrorizados, que aquella aparente selva no tenía raíces y era una tierra baldía. Tampoco ocultaré que en el título rememoro, sin nostalgia, un libro que escribí cuando comenzaba a escaparme de la estupidez adolescente, el título de aquellos poemas inéditos (La lira del desierto) me llevó a pensar en el oasis que suponía este divertimento ‘a pie de página’. Como si tras merodear, imaginariamente, por una zona inhabitable, hubiera conseguido encontrar acomodo en caprichos menos acalorados”. Fernando Castro Flórez (Plasencia, 1964) es filósofo, escritor y crítico de arte. Su A pie de página nos traslada hasta su encuentro infantil con la lectura. El momento de enamoramiento o profunda decepción. Con él recorremos la biblioteca pública de Plasencia y conocemos su obsesión infantil por copiar las entradas de la Enciclopedia Espasa-Calpe y el período emborronado en el que Marx y Nietzsche solo se podían leer a escondidas.
La cita y la nota a pie como rastro del placer de lo estudiado o la celebración de la lectura en familia reciben su correspondiente homenaje en este volumen. “El pensador que más que ha marcado en mi pasión “citacionista” es Benjamin que compuso algo tan raro que su Libro de los pasajes. Y, sin duda, el libro con las notas a pie de página más alucinantes, en mi opinión, es Los maestros de verdad en la Grecia Arcaica de Marcel Detienne. Creo que todas las ficciones de Borges sin imponentes divagaciones “a pie de página” y, aunque lo parezca, Heidegger no es más que un escoliasta retro-medieval de la Historia de la Filosofía. La deconstrucción de Jacques Derrida es, en mi imaginario rizomático, el más imponente ejemplo de cómo mostrar que nuestro destino (traducir y desmantelar Occidente) es babélico y, por tanto, no podemos hacer otra cosa que volver a la venenosa escritura, esto es, a esa ‘farmacia’ platónica en la que todavía no sabemos si perderemos definitivamente la memoria”.
Tanto Leer mata como A pie de página nos hacen plantearnos sobre el oficio del lector y cómo se genera esta figura desde la infancia. “Mi experiencia como profesor universitario, tras más de tres décadas en las trincheras, es que los planes de estudios, esa ‘bolonización’ hiper-burocrática, no han conseguido otra cosa que hacer que los alumnos no tengan la mínima curiosidad para leer algo. Lo peor de todo es que, al no entregarse más que a la lectura (si tal cosa puede calificarse así) de whatsapps y ejercitar el dedo gordo en las redes sociales, tampoco saben ni quieren escribir. Hablar en público con algo de decencia es un sueño para viejunos. Basta con poner corazoncitos y dar likes a trote y moche. El ‘buen lector’ es un personaje ficcional o, mejor, un friki que, de verdad, ni está ni se le espera. En realidad, leer es, valga mi apropiación de Harold Bloom, pervertir y, para conseguir encontrar el “placer del texto”, hace falta ser más malo que bondadoso.
Luna Miguel (Alcalá de Henares, 1990) firma un ensayo en el que se imprime su carácter como poeta. A través de una serie de personajes —Bulímica, Enfermiza, Sumisa, Somática y Amorosa— narra “la búsqueda de una identidad que cobra voz y cuerpo a través de los libros, el amor, la amistad y el sexo. Una odisea que transita de la muerte al deseo de saberlo y comprenderlo todo”.
Las distintas formas de leer que explora Luna Miguel ahondan en “los reversos amenazantes de la lectura porque como escribe Margo Glantz, leer hiere como una daga. Los libros son peligrosos si se leen con la intensidad a la que se vive y la protagonista de este ensayo lo hace de manera voraz, hasta la extenuación. Sin método ni técnica. Incluso lo que no entiende”.
La autora recurre a la bibliografía sobre la lectura y cita nombres y referencias que complementan el relato. “Cuanto más lee, menos ha leído. El bucle es interminable. La lectura sobre la lectura no tiene un final”.
En el catálogo de Siruela se encuentra esta joya de la narrativa italiana en la que asistimos al nacimiento de la vida en sí misma y a su evolución en el sentir